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La intensa actividad de los mercados en la primera mitad del año, alentada por múltiples acontecimientos económicos y financieros, ha llevado a un comportamiento de las divisas del G10 relativamente dispar. La divisa del G10 que mejor rendimiento ha tenido en lo que va de año ha sido la libra (+6,6% frente al USD), un movimiento que atribuimos a la resistencia de la economía británica, a la disminución de la prima de riesgo político y a la agresividad del Banco de Inglaterra.

El franco suizo le ha seguido de cerca (+4,10%), mientras que el euro también se ha comportado bien (+2,90%) gracias a la evaporación de los temores energéticos y al aumento de las expectativas de subidas de tipos del Banco Central Europeo. En el otro extremo se sitúan el yen japonés (-8,00%), debido a la cautela de los miembros del BoJ, y la corona noruega (-7,20%), que a principios de mayo se desplomó a mínimos de más de tres años frente al euro. Esta caída se debe en parte a la reciente caída de los precios mundiales del petróleo y a la política menos agresiva del Norges Bank.

El comportamiento de las divisas de los mercados emergentes también ha sido dispar en el primer semestre del año. Las divisas de los mercados emergentes que mejor rendimiento han tenido en lo que va de año son las divisas latinoamericanas, especialmente el peso colombiano (+16,70%), en parte debido a los elevados precios de las materias primas, los altos tipos de interés reales y la moderación de las primas de riesgo político en la región.

En el otro extremo, la lira turca ha seguido siendo la divisa con peor rendimiento del mundo (-28,20%), prolongando una fuerte depreciación que le ha llevado a desplomarse a mínimos históricos. Creemos que los principales factores detrás de la depreciación de la lira son la gran dependencia del país de la financiación exterior, las elevadísimas tasas de inflación interna, el enfoque poco ortodoxo de la política monetaria, excesivamente influenciado por el Gobierno turco y los débiles fundamentos macroeconómicos de Turquía, en particular las insuficientes reservas de divisas.

Las próximas semanas podrían ser más tranquilas, ya que los mercados aprovechan los meses de verano para tomarse un respiro. Aún así, creemos que la volatilidad seguirá siendo elevada, sobre todo porque parece probable que los principales bancos centrales seguirán subiendo los tipos de interés este mes.

Entre las citas importantes en el calendario, destacan las que tendrán lugar en la cuarta semana de julio. En menos de 24 horas se reunirán la Reserva Federal (26/07) y el Banco Central Europeo (27/07). Tal y como se esperaba, la Fed hizo una pausa en las subidas de tipos de interés en la reunión de junio por primera vez desde que comenzó su ciclo de endurecimiento en marzo de 2022. Sin embargo, los ajustes en el “diagrama de puntos” y la retórica de Powell dejaron claro que se podrían producir nuevas subidas y que hay pocas probabilidades de que se produzcan recortes a corto plazo. De acuerdo al diagrama de puntos, los miembros del FOMC prevén dos subidas "estándar" de 25 puntos básicos este año, y los mercados consideran ahora totalmente posible una subida en julio.

En lo que respecta al BCE, en su última reunión celebrada en junio el banco subió los tipos de interés en 25 puntos básicos y adoptó un tono agresivo, reiterando que el banco tiene "terreno que cubrir" y dejando claro que deberíamos esperar otra subida de tipos en julio. Por tanto, creemos que una subida de tipos de 25 puntos básicos en la reunión del BCE de julio es un hecho, por lo que los mercados prestarán atención a la retórica del banco, en busca de pistas sobre los futuros movimientos.

En suma, los mercados estarán atentos a los próximos datos de inflación, pues estos serán clave para la futura política monetaria y, por tanto, para las divisas. En la mayoría de los casos, las tasas de inflación general parecen haber tocado techo, aunque esto tiene que ver en gran medida con la fuerte caída de los precios mundiales de la energía. En general, las tasas subyacentes de crecimiento de los precios al consumo, que excluyen componentes volátiles como los alimentos y la energía, siguen siendo elevadas y muy superiores a los objetivos de los bancos centrales, lo que justifica un endurecimiento adicional de la política monetaria en la mayoría de los casos.

Otro foco de interés estará centrado en los índices PMI de actividad empresarial de S&P Global, uno de los indicadores más actualizados y que mejor miden el estado de la economía. Hay que decir que los índices PMI compuestos de los países del G3 volvieron a situarse en territorio expansivo en junio, gracias al buen comportamiento del sector servicios. Sin embargo, los datos fueron más débiles de lo esperado y reavivaron los temores de recesión, especialmente en la eurozona.

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