• Siguen considerando más atractivas las acciones que los bonos
  • No consideran justificado el pánico originado por el BES
  • Europa no provocará una crisis energética con Rusia

MIRABAUD. Con el siniestro de un avión civil malayo derribado por un misil en el espacio aéreo de Ucrania, volvieron a ocupar el primer plano las tensiones entre Occidente y Rusia. De hecho, han bajado considerablemente las cotizaciones de los activos financieros de sociedades rusas, ya que buen número de inversores temen las repercusiones de las nuevas sanciones económicas contra el país que dirige Vladimir Putin.

Deplorando los trágicos acontecimientos en cuestión, estimamos que este drama no altera de manera sustancial los fundamentales ni, por ende, las perspectivas de precios de los activos en examen. En particular, es poco probable que ocurra una suspensión de pagos de sus compromisos financieros por parte de un deudor ruso, en vista de los imponentes flujos de tesorería constatados, y dada la dependencia de los países a los suministros de energía procedentes de Rusia. Como lo habíamos indicado en el peor momento de la crisis con Crimea, los europeos cuidarán de evitar una crisis energética susceptible de precipitar a la zona euro en la recesión.


En materia de gestión, esta posición implica preservar las inversiones hostigadas. Si bien es evidente que puede haber nuevos sobresaltos de la volatilidad en función de la evolución del conflicto, una regla de prudencia consiste en cerciorarse de que el horizonte de inversión esté adaptado al vencimiento del título.

CRISIS DEL BES


También en Europa Occidental se vieron en apuros las plazas bursátiles en este comienzo de verano. En particular, el índice de los valores cotizados en Lisboa cayó violentamente a principios del mes de julio, perdiendo más del 10 % en unos pocos días. Al mismo tiempo, las otras plazas bursátiles europeas tampoco salían indemnes de ese terremoto, como arrastradas por el seísmo financiero portugués.

Lejos de las tensiones geopolíticas identificadas en Ucrania y en el Oriente Medio, el súbito rebrote de aversión al riesgo se explica por procesos específicos del Viejo Continente. Inicialmente, un elemento de carácter microeconómico relativo a las dificultades financieras de una sociedad lusitana: uno de los principales bancos del país y su grupo afín acaparan las miradas por haberse detectado irregularidades en su contabilidad. Específicamente, es objeto de severa crítica la manera en que se habrían valorado ciertos activos, y se habrían disimulado minusvalías. Aunque los medios de comunicación ya habían olfateado el asunto a finales del año pasado, la situación sufrió un ulterior deterioro al anunciarse una demora en el pago de intereses de una obligación emitida por el grupo en cuestión. Por más que sea legítimo pensar que el temor de una quiebra bancaria habría despertado los temores del mercado, ¿cabe por ello justificar el pánico?

INQUIETUD


Lo que propagó un viento de pesimismo es la inquietud del mercado respecto de la solidez del sistema financiero en su conjunto. Dicha sensación parte de observar que ciertas entidades bancarias en Europa han optado por posponer sus nuevas emisiones de obligaciones en vista del clima suspicaz del momento. Siendo ya problemática la situación del canal crediticio, el acontecimiento no hizo sino empeorar el ambiente. En el peor de los escenarios, los rumores pretenden que la salud de determinadas entidades depende del éxito que tengan dichas emisiones para fortalecer sus balances al avecinarse los tests de resistencia del regulador financiero. Las condiciones del programa conocido bajo el nombre de "Asset Quality Review" podrían entonces hacer que importantes entidades no superen dichos tests, provocando la reaparición del tan temido riesgo sistémico… ¿Qué crédito merece esta hipótesis? Juzgamos injustificada la magnitud de estos temores.

Sobre el tema específico que originó la tormenta, las autoridades monetarias portuguesas aportaron tranquilidad, afirmando que la entidad
de que se trata estaba suficientemente capitalizada. A un nivel más global, el Banco Central Europeo permanece alerta, y se muestra decidido a sostener al sistema económico y financiero. Fueron anunciadas nuevas medidas el 5 de junio pasado, que podrían ser seguidas de otras en caso de necesidad.

PREFERENCIA POR ACCIONES


Así, en el plano de la asignación de activos, nuestra opinión es que las acciones continúan ofreciendo perspectivas más interesantes que las obligaciones de Estados. No obstante, hemos reducido la ciclicidad de las carteras tomando beneficios sobre las acciones de pequeñas y medianas capitalizaciones. Nuestro argumento emana del principio que guía nuestra estrategia de colocación este año, a saber, un sesgo favorable a los activos de riesgo, pero prestando particular atención a las valoraciones.


En efecto, después de haberse apreciado fuertemente las cotizaciones, consideramos que, en lo sucesivo, el potencial de plusvalía asociado a los títulos de las pequeñas empresas pasa a ser más limitado. En el marco de nuestra decisión, observamos que los llamados valores de crecimiento ("Growth") generalmente son mayoritarios en el universo de inversiones relativas a las pequeñas empresas. Incluso si mantenemos una visión constructiva en cuanto a la aceleración del ritmo de actividad, prevemos un crecimiento económico entre modesto y moderado que, de hecho, vuelve a los títulos de que se trata menos atractivos en términos de valoración.

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