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El Banco Central Europeo (BCE) encara la reunión de su Consejo de Gobierno del mes de marzo en plena tormenta perfecta sobre el repunte del rendimiento de los bonos, que hasta ahora ha tratado de contener a través de intervenciones verbales y de incrementar las compras de activos brutas -que no las netas- a través de los programas que tiene en marcha. La decisión de política monetaria del banco central y el comunicado que la acompaña se seguirán con especial atención para comprobar si la entidad presidida por Christine Lagarde “respaldará con acciones sus palabras”, indican los analistas de Berenberg.

Está claro que el supervisor monetario se encuentra en un aprieto. Por un lado, el contexto económico y financiero sugiere que el BCE debería mantener su política. Por otro lado, se enfrenta a un equilibrio inestable al que él mismo ha contribuido: aunque las condiciones de financiación se han mantenido favorables, la actuación concertada de los miembros del Consejo de Gobierno durante las dos últimas semanas ha evitado que los rendimientos de los bonos suban demasiado rápido por razones equivocadas. Las comparecencias y palabras de los banqueros centrales “han hecho ganar tiempo al BCE”, argumentan desde Berenberg, pero esto será insuficiente para seguir convenciendo al mercado tras la reunión de este jueves. “Para evitar un endurecimiento injustificado de las condiciones de financiación -en palabras llanas: un disgusto para el mercado- el BCE tiene que proporcionar una orientación más clara y explicar mejor su función de reacción”, subrayan los economistas de la entidad germana.

Por ello, lo más probable es que “mantenga un tono muy acomodaticio para preservar la transmisión de sus políticas y garantizar que los bajos tipos de interés se trasladen a la economía real, apoyando así la recuperación y la convergencia de la inflación en todos los países europeos hacia el objetivo del 2%”, agrega por su parte François Rimeu, estratega de La Française AM.

De hecho, "de no ser así y no adoptar un tono “muy ‘dovish’” se podría “poner en peligro la credibilidad del organismo”, abunda este experto. El mercado no ha ocultado su confusión ante el ritmo de las compras del banco central. Si bien las operaciones brutas de deuda en el marco del programa de emergencia pandémica (PEPP) se incrementaron hasta los 18.200 millones de euros, un 7,7% más, el importe neto no reflejó el esfuerzo. De hecho, como consecuencia del importante volumen de vencimientos de deuda contabilizados por la entidad, que la semana pasada sumaron 6.300 millones de euros, frente a los 4.900 millones de los siete días anteriores, el importe neto de las compras del BCE se limitó a 11.900 millones en la semana, su segundo retroceso consecutivo en términos netos.

Con todo, los expertos de Julius Baer valoran los movimientos del BCE como que “está impidiendo enérgicamente el endurecimiento de las condiciones financieras debido al aumento de los rendimientos de los bonos, pero será difícil desvincularse por completo de la tendencia mundial de aumento de los rendimientos de los bonos”. El banco central quiere evitar este impacto en la eurozona en la actual fase inicial de la recuperación, ya que la pandemia aún no está controlada y las restricciones actuales están impidiendo la actividad económica. Sin embargo, “contrarrestar la tendencia de la deuda será un reto, ya que está impulsada por el contexto mundial y no por la evolución de la zona del euro”, apuntan estos analistas. Así, esperan que el instituto emisor “adopte una postura muy moderada, a diferencia de la Reserva Federal de EEUU, que ha acogido con satisfacción el aumento de las rentabilidades como una confirmación de la previsible recuperación económica”.

“Es probable que la comunicación sea el instrumento elegido para mitigar el efecto de la venta del mercado mundial de bonos sobre las condiciones de financiación en la zona del euro”, agregan por su parte desde Barclays. A tales efectos, creen que la declaración introductoria y posiblemente el comunicado de prensa de la decisión de política monetaria “podrían modificarse para incluir una referencia a la evolución reciente del mercado de bonos”. Y "podría ser similar a las líneas introducidas en diciembre sobre el euro con la indicación de que los rendimientos de los bonos serán ‘estrechamente vigilados’”, apostillan.

Desde PIMCO se pone el acento en los comentarios de Lagarde sobre este asunto y “su impacto en la economía real, a la luz de las todavía frágiles perspectivas económicas” y que, si es necesario, “recurra a las compras de activos en consonancia con su esquema de control flexible de la curva de rendimiento (LYCC), para respaldar las palabras con acciones”.

PROYECCIONES MACRO

Los inversores también estarán muy pendientes de las proyecciones macroeconómicas del banco central, ya que tendrá que ajustar al alza sus previsiones de crecimiento e inflación y “es poco probable que pinte un panorama de presión de los precios a medio plazo radicalmente mejorado”, comentan desde la gestora.

“Las cifras a corto plazo de 2021 y 2022 para el crecimiento y la inflación probablemente experimentarán revisiones al alza debido al paquete de diciembre del BCE, una sorpresa al alza en el PIB del cuarto trimestre, el acuerdo del Brexit y la política fiscal de EEUU”, añaden, factores que compensarán los bloqueos prolongados y un aumento de los rendimientos nominales en la fecha de corte de las proyecciones.

Las cifras más importantes a tener en cuenta serán las previsiones de inflación general y subyacente para 2023, es decir, hasta qué punto el BCE prevé no alcanzar su objetivo de estabilidad de precios durante otros tres años. “En general, aunque las nuevas proyecciones apuntan a un cierto progreso, la inflación seguiría situándose muy por debajo del objetivo y también por debajo de la trayectoria prevista antes de la crisis del Covid-19”, redondean desde PIMCO.

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