Se inaugurará una escultura en los Alpes y el sábado habrá un concierto en Barcelona

MADRID, 24 (EUROPA PRESS)

Unos 200 familiares y allegados de las víctimas del vuelo GWI 9525 de Germanwings estrellado por el copiloto en los Alpes franceses el 24 de marzo de 2015 participarán este viernes en la inauguración de una gran escultura conmemorativa en el punto de impacto del vuelo, que dejó 150 fallecidos, 50 de ellos españoles.

Asistirán a un servicio ecuménico en la Catedral de Digne-les-Bains a las 10.20 horas, y después, a las 13.30 horas, acudirán a la inauguración de la escultura que se colocará en Le Vernet, en la montaña donde se estrelló el vuelo.

Se trata de una escultura de grandes dimensiones, que contendrá objetos de recuerdo de cada una de las familias de las víctimas del vuelo, y deberá trasladarse al punto del choque mediante un helicóptero.

El sábado se realizará en la iglesia del Monasterio de Pedralbes en Barcelona un concierto privado de coral y música clásica a las 16.30 horas, al que asistirán representantes del Ministerio de Fomento y de la Generalitat.

El vuelo 9525 de la compañía aérea alemana partió a las diez horas del aeropuerto de Barcelona con un piloto, un copiloto, cuatro miembros de tripulación de 144 pasajeros a bordo. Unos 40 minutos después se producía el impacto de la aeronave contra el macizo de Estrop.

La investigación sobre el accidente de Germanwings recoge que el copiloto alemán Andreas Lubitz, que se encontraba solo en la cabina de mando en el momento del siniestro, modificó "de manera intencionada" las instrucciones del piloto automático para hacer descender la aeronave hasta que impactase con el terreno. No respondió ni a las llamadas de los controladores ni a los golpes en la puerta de la cabina.

LUBITZ SUFRÍA DEPRESIÓN.

Lubitz había sido diagnosticado tan sólo un mes antes de un trastorno psicosomático y de ansiedad y, finalmente, el 10 de marzo un psiquiatra recomendó un tratamiento psiquiátrico hospitalario.

"En el día del accidente, el copiloto no debería haber volado debido a las recomendaciones de su doctor. Si hubiera seguido el reglamento, él mismo debería haberse declarado no competente y pedir el relevo", explicó el investigador jefe del organismo galo de investigación de accidentes aéreos, Arnaud Desjardin.

Lubitz se encerró en la cabina de mando durante el descenso, sin permitir el acceso a pesar de los intentos del resto de la tripulación, que intentaron acceder a través del teclado numérico, el interfono de la cabina y las comunicaciones de radio al percatarse de la trayectoria del avión.

Desde el atentado terrorista del 11-S en 2001, se permitió el bloqueo del acceso desde el interior de la cabina aunque se introdujese el código numérico desde fuera y el contar con tres cámaras en el exterior desde las que los pilotos pudiesen controlar lo que sucedía en la puerta de acceso de la misma.

Tras el accidente, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA por sus siglas en inglés) adoptó una recomendación para que haya siempre al menos dos personas de la tripulación en la cabina del avión y se recomendó una vigilancia más estrecha de la salud de los pilotos de las compañías aéreas europeas.

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