ep sombrillas de una terraza de un restaurante de la plaza mayor
Marta Fernández Jara - Europa Press

El ritmo de contracción del sector servicios español se atenuó marcadamente en mayo frente a los récords extremos observados en abril. Sin embargo, permaneció sumido muy dentro del territorio de contracción en mayo, ya que la actividad comercial, los nuevos pedidos y el empleo continuaron disminuyendo, según el índice PMI publicado este miércoles.

Así, el Índice de Actividad Comercial, elaborado por la consultora Markit, mejoró notablemente de su mínima de 7,1 registrada en la encuesta de abril hasta alcanzar 27,9 en mayo. Aunque se trata de un alza considerable, al mantenerse muy por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50, el índice de todas formas señaló otro fuerte deterioro de la actividad del sector servicios, que fue el tercero más marcado en la historia del estudio.

La actividad se mantuvo bajo presión debido a otra fuerte caída en los niveles de nuevos pedidos recibidos. Si bien las medidas de confinamiento adoptadas para detener la propagación de la COVID-19 fueron menos restrictivas que en abril (conllevando a la reapertura de algunas instalaciones comerciales), la actividad económica y la demanda subyacente de servicios se mantuvieron extremadamente débiles. En general, tanto los nuevos pedidos como las ventas de exportación continuaron disminuyendo a tasas históricamente fuertes en mayo.

Las tendencias se mantuvieron similares en todos los subsectores para los que se recopilan datos, ya que se registraron reducciones mucho más lentas, pero aún considerables, de la actividad comercial. A juzgar por los últimos datos, las dos subcategorías que registraron los peores resultados de nuevo fueron la de Hoteles y Restaurantes y la de Transportes y Almacenamientos.

La confianza comercial se fortaleció en mayo, pero se mantuvo dentro del territorio negativo

Las condiciones del mercado laboral siguieron siendo extremadamente difíciles en mayo. Se registraron pérdidas de empleo por tercer mes consecutivo y, aunque los niveles de personal no cayeron al mismo grado que el récord de la encuesta de abril, el ritmo de contracción fue de nuevo marcado. La falta de trabajo en las unidades, combinada con una capacidad suficiente para afrontar las cargas de trabajo actuales (los pedidos pendientes de realización se redujeron en mayo a la tercera tasa más fuerte en la historia del estudio) hicieron que las empresas optaran por no renovar contratos o por efectuar despidos.

La reducción del gasto laboral, ya fuese a través de recortes de empleo o de la continuación de los despidos temporales, conllevó a otra ronda de reducción de costes en general. Puesto que las empresas encuestadas informaron de un abaratamiento del precio del combustible y de las energías, los gastos operativos totales se redujeron notablemente por segundo mes consecutivo, hecho que ayudó a alentar a las empresas, que ya se enfrentaban a un entorno comercial intransigente, a reducir sus precios cobrados a una tasa considerable.

Por último, la confianza comercial mejoró notablemente en mayo tras la mínima récord de la encuesta de abril, pero se mantuvo en territorio negativo ya que muchas empresas encuestadas mencionaron que prevén que la actividad continúe débil durante los próximos doce meses. Las empresas del sector servicios continuaron mencionando su preocupación sobre el impacto a largo plazo de la pandemia de la COVID-19 en el consumo y la actividad económica en general.

SECTOR PRIVADO

Por su parte, tanto la producción del sector manufacturero como la actividad del sector servicios registraron una contracción económica más débil en mayo en comparación con las caídas récords y extremas observadas en abril. No obstante, puesto que el Índice Compuesto de Actividad Total alcanzó 29,2, con respecto de 9,2 registrado en abril, el ritmo de declive de la actividad total fue de nuevo considerable.

La persistente debilidad de la producción y de la actividad estuvo estrechamente relacionada con la caída de los niveles de nuevos pedidos recibidos. Aunque las restricciones del confinamiento se han relajado en comparación con abril y han conllevado a la reapertura de algunas instalaciones, nuevamente afectaron la demanda y el comportamiento de las empresas.

Debido a la disminución de las cargas de trabajo (en mayo se registró otra importante reducción de los pedidos pendientes), los niveles de dotación de personal en el sector manufacturero y en el sector servicios se redujeron de nuevo notablemente. La disminución de los costes laborales y la reducción del precio de los productos relacionados con el petróleo hicieron que los gastos operativos generales a los que enfrentan las empresas españolas del sector privado volvieran a caer bruscamente. Por su parte, los precios cobrados continuaron reduciéndose.

Por último, la confianza comercial se fortaleció en mayo, pero se mantuvo dentro del territorio negativo. La preocupación sobre el impacto a largo plazo de la pandemia de la COVID-19 de nuevo afectó a la confianza. En Markit destacan que "a pesar de la relajación de las medidas de confinamiento, la actividad económica en España se mantuvo severamente restringida en mayo. Aunque han aumentado notablemente desde las lecturas extremas de abril, las últimas cifras del índice PMI siguen siendo considerablemente bajas y confirman que la economía española probablemente experimentará una contracción en el PIB del segundo trimestre, que se orientará hacia los dos dígitos".

"A medida que se continúan levantando las restricciones en la actividad, los índices PMI deberían seguir aumentando en los próximos meses y, con suerte, señalar el inicio de la recuperación para España tras la devastadora desaceleración. No obstante, impera la preocupación porque las continuas pérdidas de empleo y el persistente pesimismo reinante entre las empresas apuntan a un largo camino por recorrer si queremos volver a niveles de producción y actividad cercanos a los observados antes de la COVID-19", añaden.

Noticias relacionadas

contador