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El expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy

El expresidente francés, Nicolas Sarkozy, ha sido condenado a tres años de prisión por corrupción y tráfico de influencias, por lo que se convierte en el primer jefe del Estado de Francia en ser sentenciado a una pena de cárcel.

El caso comenzó en 2014, en el marco del caso de las escuchas telefónicas, en el que Sarkozy era sospechoso de haber intentado sobornar a un magistrado del Tribunal de Casación, Gilbert Azibert, para obtener información relacionada con las acusaciones de haber aceptado cobros ilegales de la heredera de L'Oreal, Liliane Bettencourt, para su campaña presidencial de 2007.

A cambio de dicha información, el expresidente le habría ofrecido al juez un trabajo en Mónaco. Las conversaciones telefónicas entre Sarkozy y su abogado Thierry Herzog salieron a la luz gracias a unos pinchazos telefónicos de algunos jueces franceses después de que el expresidente abandonara el cargo, en relación con la investigación sobre la presunta financiación ilegal de su campaña electoral.

A juicio del Tribunal de París, Sarkozy, su abogado defensor y un alto magistrado cometieron varios delitos: violación del secreto de una instrucción penal, intercambio de favores profesionales, corrupción activa y pasiva al más alto nivel del poder político y judicial del Estado.

No obstante, presentará un recurso suspensivo, a la espera de un nuevo proceso y una nueva sentencia. A corto plazo, el expresidente no entrará en prisión, y podrá beneficiarse de medidas suspensivas. La justicia descubrió esta trama gracias a otra investigación judicial, sobre la presunta financiación libia de la campaña presidencial de Nicolas Sarkozy en 2007.

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