El ex jefe del Estado de Francia, Nicolas Sarkozy, se sienta este lunes en el banquillo de los acusados por corrupción y tráfico de influencias, cuya condena podría alcanzar los diez años de prisión y una multa económica de hasta un millón de euros. Además de Sarkozy, acudirán como acusados su abogado y amigo Thierry Herzog y el exmagistrado francés Gilbert Azibert, ambos por violación del secreto profesional.
Esta será la primera vez desde la instauración de la V república en 1958 que un ex presidente se sienta en el banquillo como acusado por corrupción. Charles Chirac, quien fuera juzgado y condenado en 2011 por la creación de empleos ficticios en París, llegó a librarse de acudir al tribunal por su débil estado de salud.
El caso por el que es juzgado Nicolas Sarkozy salió a la luz gracias a unas escuchas telefónicas en un marco de investigación donde se estudiaba la posible financiación de su campaña de las elecciones de 2007, en las que ganó y se alzó con la presidencia. Durante la investigación, descubrieron que el ex jefe del Estado usaba otro móvil para comunicarse con su abogado.
Las escuchas entre Sarkozy y Herzog, que se recogieron gracias a los pinchazos telefónicos de algunos jueces franceses, hablaban de cómo habían ofrecido a Azibert el puesto como magistrado si ayudaba a conocer el estado de una investigación por el presunto envío de fondos de la multimillonaria Liliane Bettencourt (del grupo L'Oreal) para la financiación irregular de su campaña de 2007.
Desde la defensa, Sarkozy niega la existencia de pruebas sobre el presunto trato de favor a Azibert y justifica que las escuchas telefónicas suponen una violación de sus derechos.
Asimismo, la investigación sobre la financiación de su campaña de 2007 con fondos del régimen libio de Muamar Gadafi se encuentra en fase avanzada. Además, entre marzo y abril del año próximo volverá a sentarse en el banquillo por presunta financiación ilegal de su campaña presidencial de 2012, la cual perdió ante el socialista François Hollande.
