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Rodrigo Rato, expresidente de Bankia.

Rodrigo Rato Figaredo (Madrid, 1949) ha ingresado este jueves en la cárcel del Soto del Real y lo ha hecho por la razón más inesperada, habida cuenta de las acusaciones que tiene a sus espaldas. Los 99.000 euros que gastó con su tarjeta 'black' de Caja Madrid han sido los que, al final, han hecho que entre en prisión. Aunque el exministro y exdirector gerente del FMI aún no ha tocado fondo: tiene pendientes los casos de la presunta estafa en la salida a Bolsa de Bankia en 2011 y está siendo investigado por varios delitos fiscales, de corrupción o blanqueo con los que habría abultado su patrimonio.

El de Rato es el desplome del que fue un mito. Y no sólo porque el exvicepresidente económico de los Gobiernos de José María Aznar (1996-2004) fuese considerado el artífice del 'milagro económico' que vivió España en esos años, sino además porque ha sido el español que ha ocupado el puesto de mayor rango internacional hasta el momento, dado que fue director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) entre 2004 y 2007.

Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Administración de Empresas por la Universidad de Berkeley (California), siempre ha estado vinculado al mundo de los negocios. Su padre, Ramón, era el dueño de la Rueda de Emisoras Rato, de la que fue consejero, al igual que de Aguas de Fuensanta, Edificaciones Padilla y Construcciones Riesgo, todas ellas empresas pertenecientes a su acaudalada familia vinculada a la industria textil y la construcción, por la rama paterna, y a la minería y la banca, por la materna.

Rato comenzó su andadura política en 1979 en Alianza Popular (AP). Aunque no fue hasta la victoria del ya refundado Partido Popular en 1996 cuando logró un puesto de relevancia en el gabinete de Aznar, al que siempre le ha unido una estrecha amistad.

A él se le atribuye el saneamiento de la economía española (que había iniciado su antecesor, el socialista Pedro Solbes), y también bajo su mandato al frente de Economía se concluyeron procesos de privatización como los de Endesa, Tabacalera, Repsol, Telefónica o Gas Natural.

Su 'buen hacer' al frente de la cartera económica (el banquero Emilio Botín llegó a decir de él que había sido "el mejor ministro de Economía de la democracia") le llevó a competir directamente por la presidencia del PP con Mariano Rajoy, aunque al final Aznar eligió al gallego para heredar el cargo y no al que muchos tildaban como su 'heredero natural'.

En vez de ponerse al frente del PP recibió un premio de consolación nada desdeñable: se convirtió en el máximo responsable del FMI gracias a las gestiones a su favor que hicieron tanto Aznar como el nuevo jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero. Puso entonces rumbo a Washington, aunque una vez allí no supo aprovechar la ocasión. De su etapa en la institución internacional sólo se recuerda que acometió el mayor plan de reforma de redistribución del poder entre los países miembros y que no alertó de la crisis financiera internacional que se cernía sobre los mercados.

Cogió por sorpresa a propios y extraños al poner fin a su etapa en el FMI de forma precipitada en octubre de 2007. Alegó motivos personales y a su regreso, se refugió en el sector privado, en el que trabajó hasta que en enero de 2010 desembarcó en Caja Madrid para relevar a Miguel Blesa, un viejo conocido de su círculo y con el que compartió banquillo en el caso de las tarjetas 'black'.

Una vez allí le tocó 'pilotar' el proceso de concentración de las cajas, concretamente la fusión de las siete cajas de las que nació Bankia, que salió a bolsa el 20 de julio de 2011 pese a las reticencias de los analistas. El debut bursátil será juzgado en los tribunales al considerar que se engañó a los inversores. El juicio comenzará el próximo mes de noviembre, y Anticorrupción pide para Rato cinco años de cárcel.

Su etapa en Bankia acabó en mayo de 2012, cuando abandonó el cargo tras ser invitado a dimitir por el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos. Desde entonces Rato ha cambiado sus reuniones de negocios por los tribunales, por los que tendrá que pasar a hacer frente a los juicios que aún tiene pendientes. Y es que su entrada en la cárcel no significa que haya tocado fondo.

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