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La derivada económica de la guerra en Ucrania se empieza a dejar notar en la economía y los mercados. La renta variable enlaza dos semanas con una alta volatilidad, mientras que los precios de las materias primas y la energía se disparan. Este escenario, uno de los peores anticipados por los expertos de diversas entidades, deja el futuro de la recuperación económica de Europa pendiente de lo que ocurra al este del Viejo Continente, mientras que muchos analistas coinciden en que la crisis que afectará a Rusia provocará una fuerte caída de su PIB.

“Si se mantiene el conflicto, el fuerte aumento de los precios de la energía y las pronunciadas interrupciones de las cadenas de suministro supondrán un importante lastre para la actividad económica mundial y un gran impulso para la inflación”, señala Silvia Dall’Angelo, economista senior en Federated Hermes. Sostiene que las sanciones a Rusia dejan a Europa en una situación vulnerable por su dependencia energética.

Por otro lado, los expertos de ING creen que, en el corto plazo, “las interrupciones en el suministro de energía y materias primas pesarán sobre el crecimiento y harán subir la inflación por más tiempo. Particularmente en Europa, los riesgos de estanflación han aumentado”.

“Al ser la región más cercana al conflicto, Europa es la más inquieta desde el punto de vista del sentimiento del mercado. Vemos una mayor probabilidad de que se produzca un shock de crecimiento en el mercado (que ya había aumentado debido a las interrupciones de la cadena de suministro y a las presiones inflacionistas sobre los costes)”, insiste Chi Chan, gestor de carteras de renta variable europea en Federated Hermes.

Por la situación que se generará en torno al conflicto, este experto sostiene que la probabilidad de que se aceleren las subidas de tipos de interés se ha atenuado. De hecho, Dall’Angelo defiende que es probable que “la respuesta política sea diferente a ambos lados del Atlántico. Los países europeos probablemente recurrirán a una cierta relajación fiscal para amortiguar el golpe de los altos precios de la energía a los consumidores, al tiempo que dedicarán más gasto público a la crisis de los refugiados y a la defensa”.

Una idea defendida también desde ING, que prevén que en la próxima reunión del Banco Central Europeo (BCE) cualquier indicio de subida de tipos está descartado. “Esperamos que evite atarse las manos en cualquier dirección; sigue anunciando una reducción, sin descartar una nueva relajación de la política monetaria si es necesario”, añaden.

Sin embargo, desde Berenberg son algo más optimistas, puesto que creen que la caída de ingresos rusos no plantear riesgos para la estabilidad financiera del Viejo Continente. “Como economistas, tenemos que entender si las sanciones pudieran amenazar el auge europeo. En nuestra opinión, esto parece poco probable”.

LA SITUACIÓN EN RUSIA

Una situación muy distinta es la que se está empezando a vivir en Rusia. Las numerosas sanciones que han realizado las potencias occidentales contra el país le están comenzando a asfixiar tanto económica como financieramente. “Las fuertes sanciones han desencadenado una reacción muy negativa en los mercados rusos. Las acciones, los bonos y el rublo se han hundido. Los informes locales sobre corridas bancarias y algunas compras de pánico ante un probable aumento de la inflación sugieren que podría estar desarrollándose una crisis”, indican desde Berenberg.

Mientras, Neil Esquileo, economista jefe de Capital Economics, afirma que el efecto inmediato de la guerra será empujar a Rusia varios lugares hacia abajo en la clasificación de las economías más grandes del mundo. “Sin embargo, el impacto en la economía mundial a largo plazo dependerá en gran medida de su legado político y geopolítico”.

Este analista cree que el PIB de Rusia caerá varios lugares en la clasificación mundial, pasando de ser la undécima economía global a ocupar el puesto 14, con 1,4 billones de dólares (frente a los 1,65 billones actuales).

Por otro lado, la congelación de casi dos tercios de los activos del Banco Central de Rusia ha reducido drásticamente la capacidad de la institución para estabilizar el rublo mediante la intervención directa en los mercados de divisas, obligándole a subir los tipos de interés hasta el 20%, desde el 9,5%, y aumentar la oferta de dinero y reservas para satisfacer la creciente demanda de liquidez, según Berenberg.

“Es probable que las condiciones del sistema financiero ruso y de la economía en general se deterioren aún más en los próximos días y semanas, a medida que las sanciones ya anunciadas pasen factura y las futuras se sumen al impacto negativo sostenido. En un futuro previsible, Rusia seguirá aislada del mundo occidental y de los principales mercados mundiales”, añaden.

Esquileo, por su parte, se centra en que la situación de Ucrania y Rusia no es la misma que la de otros estados del este, como Polonia, Hungría o Chequia, debido a que éstos están en la cadena de suministro de fabricación europea y tienen grandes entradas de inversión extranjera. “Por el contrario, una combinación de factores políticos, económicos e históricos ha frenado la transición del mercado en Rusia y Ucrania. Los problemas clave incluyen preocupaciones de gobernabilidad y la falta de establecimiento de derechos de propiedad efectivos. Las rentas de los recursos naturales también han obstaculizado el desarrollo de una base manufacturera”, añade.

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