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Monedas y billetes de euro.EUROPA PRESS - ARCHIVO

La introducción de las Central Banks Digital Currencies (CBDC), las monedas digitales desarrolladas por los bancos centrales, arroja serias dudas sobre la continuidad del dinero en metálico, más cuando el objetivo del Banco Popular de China es que el renminbi criptográfico acabe por reemplazar al papel moneda tradicional. El supervisor chino ha acelerado esta semana sus trabajos sobre el yuan virtual con una prueba piloto en Shenzhen, donde se han distribuido 10 millones de e-yuanes (1,5 millones de dólares), y pone presión sobre el resto de bancos centrales, en especial el europeo, para avanzar en sus propias CBDCs. Pero los objetivos de ambas entidades están en las antípodas en cuanto a la prevalencia del efectivo se refiere.

Los expertos opinan que el gigante asiático tendrá listo el e-yuan en 2022 con un monto en circulación estimado de un trillón de yuanes, una digitalización del 12,5% del dinero del país. Sin embargo, el final del camino es sustituir completamente el ‘cash’, según ha declarado el mismo banco central. Una postura que choca con la del Banco Central Europeo (BCE), que acaba de iniciar una consulta popular sobre el euro criptográfico y encara la creación de esta moneda como un complemento ahora y a futuro.

De hecho, la misma presidenta del organismo, Christine Lagarde, aseguraba esta semana que “el euro digital nunca reemplazará al dinero en efectivo”. El Consejo de Gobierno del organismo ha sometido esta e-moneda a estudio y considerará la posibilidad de lanzar un proyecto a mediados de 2021, cuando comenzaría con una fase de investigación dirigida al desarrollo de un producto mínimo viable.

Los expertos creen que el fenómeno es imparable. Un documento del Banco de Pagos Internacionales (BPI) revela que el 70% de reguladores monetarios están trabajando en iniciativas similares que se acabarán por implementar en los próximos años, ya que “el liderazgo de China en esta materia y las iniciativas privadas de monedas estables, como el proyecto Libra de Facebook, sirven de acicate para que florezcan las monedas fiduciarias en formato digital”, explican los expertos de Citi.

Pero el camino es largo y se asume que pasará por buscar un consenso entre bancos centrales sobre las características que debe tener una CBDC. Al respecto, los institutos emisores de Europa, Japón, Suiza, Suecia, Inglaterra y EEUU y el BPI han hecho público recientemente un documento en el que se enumeran las características de las divisas soberanas digitales, entre las que destaca que deben “coexistir con las formas de dinero existentes y complementarlas”.

Esta idea choca de plano con la iniciativa del e-yuan, y no son pocos quienes vaticinan que la falta de consenso entre bancos centrales sobre los objetivos de las versiones digitales de sus monedas será una enorme fuente de fricciones y condicionará sus actuaciones. “En la eurozona, el BCE continuará emitiendo dinero en efectivo y un euro digital simplemente complementará el dinero en efectivo, no lo reemplazaría”, subraya Konstantin Veit, gestor de PIMCO. Un escenario en el que el banco central poco podrá aprovechar el euro virtual para mejorar su política monetaria, a juicio de este experto.

Sin embargo, si en los próximos años se acaba por imponer el criterio chino y el dinero en efectivo desapareciera por completo, “se ampliarían las opciones de política monetaria en vista de la disminución de los tipos de interés reales neutros”, prosigue Veit. “En la medida en que el dinero en efectivo siga estando disponible en la economía, esta opción será menos pertinente para los bancos centrales”, redondea.

La decisión de reemplazar el papel moneda por este nuevo formato no está en manos del banco central, avisa Veit. “El entorno institucional hace que sea poco probable que el BCE decida por sí solo abolir el ‘cash’ en la zona de la moneda común”, explica. “Si en algún momento de la era digital, el estado de ánimo se aparta decididamente del efectivo y se crea un consenso en toda la zona para abolir el efectivo, el experto de PIMCO augura más capacidad de maniobra en cuanto a tasas de interés porque “se reforzaría notablemente la perspectiva de que los tipos de interés oficiales negativos sean mucho más profundos en la zona euro”.

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