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El consumo de servicios de ocio, turismo y restauración es el que se ha visto más reducido durante la crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19. Sin embargo, este 2021, a vistas de que la situación sanitaria lo permita, el consumo repuntará. Eso sí, es improbable que este crecimiento compense a corto plazo la caída registrada durante 2020. Es lo que estiman los expertos de BBVA Research, que señalan como un riesgo el cambio de preferencias, que puede llevar a una disminución permanente del gasto en estos servicios.

Así se recoge en el Observatorio sobre el ahorro de los hogares españoles en tiempos de pandemia. En él, el centro de estudios de la entidad considera que una las incógnitas más relevantes es el impacto que pueda tener la absorción del ahorro acumulado durante la pandemia sobre la recuperación económica, en concreto, sobre el consumo privado. Prevén que si la bolsa de ahorro fuera asimilada como renta por parte de los hogares, el consumo podría ser hasta un 2% mayor que en el escenario base en 2021 y algo menos de un 1% en 2022. En términos interanuales, esto se traduce en un crecimiento adicional del consumo de alrededor del 2% en este año.

Pero la crisis sanitaria no solo ha menoscabado el consumo de los servicios que se disfrutan en sociedad, sino también el de bienes duraderos. Los datos de contabilidad nacional indican que las compras de bienes duraderos en 2020 fueron un 14% inferiores a las de 2019, si bien su recuperación en la segunda parte del año fue más intensa que en el resto de productos. En la medida en que la evolución de la situación financiera lo permita, se prevé un repunte en el consumo de bienes duraderos en los próximos meses que compense parcialmente el retroceso observado en 2020.

En relación con la distribución por ingresos del ahorro, el estudio indica que las rentas más altas son las que declaran haber incrementado su nivel de ahorro. Esto se debería, por un lado, a que el gasto en los sectores más afectados por las restricciones tiene un mayor peso en los presupuestos de los hogares con más ingresos y, por otro, a que la renta de estos agentes no se ha deteriorado tanto como la de los que tienen ingresos inferiores.

La heterogeneidad por nivel de renta arroja señales mixtas sobre las repercusiones del desahorro en el consumo. Por un lado, la encuesta de Confianza del Consumidor realizada por la Comisión Europea indica que las rentas más altas han mejorado significativamente tanto su optimismo sobre su situación financiera durante el próximo año como su intención de realizar compras importantes. El informe explica que este resultado debería contribuir a que los hogares acomodados, que son los que más ahorro han acumulado, sean más proclives a aumentar su consumo durante los próximos meses. Sin embargo, la evidencia empírica indica que la propensión marginal a consumir decrece con la renta, lo que actúa en el sentido contrario.

Por edad, los mayores han reportado un mayor nivel de ahorro y una situación financiera mejor que la de los más jóvenes durante 2020.

¿QUÉ PASARÁ CON EL AHORRO?

Las previsiones de BBVA Research apuntan a que el flujo de ahorro de los hogares volverá a finales de 2021 a los niveles previos a la pandemia. No obstante, destacan que la incertidumbre respecto al ritmo de caída de la tasa de ahorro es excepcionalmente elevada. Además, no se pueden descartar cambios estructurales en los determinantes del ahorro o que la naturaleza de los desequilibrios producidos por las restricciones, de los que no hay precedentes históricos, pueda hacer que el exceso de ahorro se corrija a un ritmo diferente.

Los expertos tampoco descartan la posibilidad de que los consumidores se vean obligados a ahorrar debido a la incertidumbre sanitaria. De hecho, el primer trimestre de 2021, el consumo privado descendió el 1% trimestral, por lo que es posible que el ahorro forzado haya aumentado. Creen que la extensión de algunas restricciones sanitarias podría seguir generando este tipo de ahorro en el corto plazo, aunque se espera que su contribución se reduzca a medida que la pandemia remita. Por último, los cambios abruptos en los patrones de consumo generados por la pandemia pueden modificar las preferencias de los consumidores, lo que a su vez puede llevar a una tasa de ahorro de equilibrio diferente a partir de ahora.

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