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No es una guerra de divisas, pero lo parece. Las recientes declaraciones de los bancos centrales, enmarcadas entre la conferencia de Jackson Hole de la semana pasada y las reuniones del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal de EEUU (Fed) de las próximas dos semanas, han dejado claro que el tipo de cambio está en el epicentro de sus desvelos. Las más recientes por parte del instituto emisor de la zona euro han sujetado el avance del euro, que tocó 1,20 dólares la semana pasada. Pero los expertos avisan: lo peor que le puede pasar a los socios del euro es que esté caro.

Los supervisores monetarios vigilan la fortaleza de sus monedas, como siempre, -aunque se mantiene el pacto de una no inferencia-, pero esta vez lo hacen con la presión añadida de que el precio del dinero puede fomentar o descarrilar la recuperación económica tras la pandemia. Especialmente en un momento en que un euro fuerte frenará la recuperación económica de la zona euro "porque es la economía más abierta en el mundo e inusualmente dependiente de la demanda mundial”, contempla el BCE de puertas hacia dentro, según una noticia de ‘Financial Times’.

La cuestión es que, a falta de intervenciones directas, las declaraciones de los banqueros centrales se bastan por sí solas para parar el apetito inversor. Fue el presidente de la Fed, Jerome Powell, quien disparó las ventas en el dólar, con su anuncio de que el banco central de EEUU modificará su objetivo de inflación para permitir que se ubique por encima del 2%. Los inversores enseguida comprendieron el mensaje: estímulos y tipos bajos por larguísimo tiempo, lo que depreció el dólar de forma inmediata.

La competitividad en los mercados internacionales, más en momentos de baja demanda como el ocasionado por la crisis del coronavirus, requiere de una moneda barata. Y la competición por el dinero más asequible ya se ha instalado en la mente de los bancos centrales, aunque en teoría estén comprometidos con el ‘fair play’. Tras las palabras de Powell, el euro saltó hasta máximos de 28 dólares esta semana, en pleno debate en el seno del BCE sobre el tipo de cambio. Y las posiciones, como es habitual en en el Consejo de Gobierno de la entidad, no están alineadas.

En una entrevista con Reuters el lunes pasado, Isabel Schnabel, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, restó importancia a la subida del 4% del euro este año, añadiendo que no le preocupaba "demasiado la evolución de los tipos de cambio". Sin embargo, su colega Philip Lane la contradecía el martes, al señalar que “el tipo de cambio sí importa”, sugiriendo que la institución no se quedará de brazos cruzados ante la apreciación sostenida de la moneda, con la consiguiente oleada de ventas en el euro. En pocas horas se depreciaba más de un 1%, desde 1,20 dólares a 1,1850 dólares.

Llegó a cotizar por debajo de 1,18 dólares tras la citada noticia de ‘Financial Times’, de que la apreciación de la moneda única se vigila con "creciente preocupación, aunque todavía no es enorme”, según fuentes del banco central. “Si la tendencia continúa será una cuestión que tendremos que vigilar”, alertaba el BCE, por lo que “ya se espera que el euro más fuerte contribuya a que el supervisor baje su perspectiva de inflación en la reunión de la próxima semana”, señalan los expertos de MUFG Bank.

“La zona euro necesita un euro más fuerte tanto como un tiro en la cabeza”, afirman con rotundidad los expertos de TD Securities y aunque, al igual que los analistas del banco japonés, no esperan ninguna actuación directa para rebajar la divisa, sí prevén que la presidenta del organismo “extreme la cautela para evitar una mayor apreciación”. “Seguirán confiando en rebajar verbalmente la moneda única por ahora”, agregan desde MUFG Bank, lo que “indica que el sentimiento alcista del euro es excesivo”. “Los niveles no son críticos, por lo que no se requiere una respuesta inmediata”, avisan desde Rabobank y recuerdan que la divisa única ha estado infravalorado largo tiempo.

¿Y A LARGO PLAZO?

El problema es qué pasará a unos meses vista. Algunas firmas esperan una depreciación del dólar de más del 35%, por el mero hecho de que, “cuando se trata de relajar el precio de la divisa, la Fed tiene más munición y más credibilidad”, indica Stephen Innes, analista de AxiTrade. Entonces sí cabe esperar más estímulos por parte del BCE, “ya que la presión será insostenible, subrayan en MUFG Bank. No obstante, “el euro ponderado por el comercio ya ha aumentado considerablemente en un 8% desde febrero y se ha acercado a máximos incluso cuando el BCE ha una política agresiva y relajada”, puntualizan. “Esto arroja algunas dudas sobre si inyectar más ayudas sería eficaz para debilitar el euro”.

Mientras que los rendimientos reales en los EEUU cayeron bruscamente este año, se han mantenido más estables en la zona euro impulsando el relativo atractivo del euro sobre el ‘billete verde’ a medida que los diferenciales se han estrechado. “El BCE ha sido reacio hasta ahora a bajar los tipos aún más en territorio negativo, pero podrían encontrarse bajo más presión para reducir las tasas de nuevo si la apreciación del euro se convierte en una preocupación aún mayor”, redondean.

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