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El mercado, la inexistente inflación y la guerra de divisas que niegan pero practican la Reserva Federal de EEUU (Fed) y el Banco de Japón (BoJ) hacen palanca para que el Banco Central Europeo (BCE) adopte medidas en su reunión de septiembre. La presión sobre el organismo ha provocado nerviosismo entre los miembros de su Consejo de Gobierno con declaraciones cruzadas acerca de la vigilancia que el organismo ejerce sobre el precio del dinero. Pero ni la deflación de agosto ni el BCE evitarán el avance del euro.

El anuncio de la Fed sobre la flexibilización de su objetivo de inflación deja las puertas abiertas a tipos bajos y estímulos infinitos mientras la inflación se dispara a la vez que el dólar se mantiene débil, lo que mejora la competitividad de EEUU en los mercados internacionales. Si no es una guerra de divisas, lo parece, apuntan los expertos, mientras varios bancos de inversión vaticinan un ‘billete verde’ hasta un 36% más barato y en el seno del banco central de la eurozona sus dirigentes andan a vueltas con el tipo de cambio.

En una entrevista con Reuters el lunes, Isabel Schnabel, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, restó importancia a la subida del 4% del euro este año, añadiendo que no le preocupaba "demasiado la evolución de los tipos de cambio". Sin embargo, su colega Philip Lane la contradecía el martes, al señalar que “el tipo de cambio sí importa”, sugiriendo que la institución no se quedará de brazos cruzados ante la apreciación sostenida de la moneda, con la consiguiente oleada de ventas en el euro. En pocas horas se depreciaba más de un 1%, desde 1,20 dólares a 1,1850 dólares.

La división de los banqueros centrales augura una nueva pugna en el seno del BCE, que se quedará en la retaguardia, mientras el resto de bancos centrales no se van a quedar inactivos y ver cómo se fortalece su moneda. Además de la Fed, el Banco de Japón ya ha enviado señales de querer reprimir el auge del yen, por lo que “el BoJ no dudará en agregar estímulos si es necesario”, apunta Stephen Innes, analista de AxiTrade.

Si el instituto emisor europeo no toma cartas en el asunto, los inversores que han elevado al euro a su nivel más alto en más de dos años frente al dólar pueden causar otro quebradero de cabeza a los dirigentes económicos del bloque, al avivar el temor a la deflación a medida que se disparan las deudas soberanas y privadas. “Con la eurozona deslizándose hacia territorio deflacionario incluso con la pantagruélica impresión de dinero en forma de más de un billón de euros en estímulos, el BCE tiene un problema real en sus manos”, indica Karim Yousfi, estratega de Audacity Capital.

"La presidenta del BCE, Christine Lagarde, se enfrenta ahora a otro momento de 'lo que sea necesario' a medida que la crisis de Covid avanza hacia un nuevo capítulo que afectará no solo a los mercados de valores, sino a la zona euro en su conjunto”, agrega el experto. Pero otros economistas aseguran que la Fed ya ha avanzado al Banco Central Europeo y goza de mucho más margen de maniobra, mientras el BCE sigue atado de pies y manos en cuanto a los tipos de interés.

“Mirando la comunicación reciente del BCE y la FED, la Fed disfruta actualmente de más credibilidad que el BCE”, afirma Innes, para quien los miembros de la Fed llevan gran ventaja a la hora de mostrarse ‘dovish’. “Las reuniones de septiembre de ambos organismos podrían transcurrir sin novedades, pero la Fed parece estar por delante del juego, lo que sugiere que la presión alcista del euro/dólar podría persistir”, añade el analista de AxiTrade.

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