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El Banco Central Europeo (BCE) está decidido a no quedarse atrás en la senda de las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC por sus siglas en inglés) y ha confirmado lo que gobiernos e instituciones europeas descontaban: que seguirá adelante con sus trabajos sobre un euro digital. La entidad se da dos años para desplegar su moneda, que se codeará con el yuan digital y todas las versiones criptográficas que puedan surgir del dinero fiduciario en una auténtica revolución del dinero tal como lo conocemos que se materializará en los próximos dos años.

Con especial atención sobre la privacidad y la seguridad de las transacciones, dos puntos fundamentales en el diseño de una nueva moneda virtual que está llamada a hacer desaparecer el dinero en efectivo de nuestros bolsillos, la entidad presidida por Christine Lagarde se ha asegurado que en el comunicado emitido este 14 de julio se haga especial mención a los bancos. El papel que los intermediarios adoptarán en la transmisión y el ahorro de la nueva economía digital preocupa en un sector que recela de esta innovación en la que sólo puede esperar que el instituto emisor le otorgue un papel.

En concreto, fuentes internas reclaman que se cuente con bancos y reguladores de pagos para la distribución del euro digital y que sean ellos quienes den servicio al cliente.

Los desvelos de la banca los resumía a la perfección Pablo Urbiola, economista senior de BBVA, en el marco de las sesiones Revolution Banking 2021, el pasado 22 de junio. En primer lugar, pedía garantizar mecanismos que controlen que la futura moneda única en formato digital sea un "medio pago y no instrumento de ahorro o medio de inversión", con el objetivo de prevenir "que haya trasvase de ahorros de la banca al BCE" lo que, a su juicio, sería "una disrupción del sistema".

En segundo lugar, el economista subrayaba que "no se trata de que el euro digital compita con formas de pago que tenemos, sino que complemente lo que ya existe para que se maximicen las sinergias".

Por ahora, el BCE sólo ha emitido una declaración de intenciones: la fase de investigación "evaluará el posible impacto de un euro digital en el mercado, identificando las opciones de diseño para garantizar la privacidad y evitar riesgos para los ciudadanos de la zona del euro, los intermediarios y la economía en general". También definirá "un modelo de negocio para los intermediarios supervisados dentro del ecosistema del euro digital", prosigue, por lo que un grupo consultivo del mercado "tendrá en cuenta las opiniones de los posibles usuarios y distribuidores de un euro digital durante la fase de investigación". "Estos puntos de vista también serán debatidos por el Consejo de Pagos Minoristas del Euro", remata el comunicado oficial del 14 de julio.

Además, en la fase que arranca ahora y se prolongará al menos 24 meses, el Eurosistema se centrará en un posible diseño funcional basado en las necesidades de los usuarios. Para ello, se crearán grupos de discusión, se crearán prototipos y se realizará un trabajo conceptual. En la fase de investigación se examinarán los casos de uso que un euro digital debería ofrecer de forma prioritaria para cumplir sus objetivos: “Una forma de dinero digital del banco central sin riesgo, accesible y eficiente”, subraya el organismo.

El proyecto también arrojará luz sobre las modificaciones del marco legislativo de la Unión Europea (UE) que podrían ser necesarias y que se debatirán con los colegisladores europeos y serán decididas por ellos. El BCE seguirá colaborando con el Parlamento Europeo y con otros responsables políticos europeos durante la fase de investigación del proyecto. También se intensificarán los trabajos técnicos sobre el euro digital con la Comisión Europea.

PROPUESTAS SOBRE LA MESA

Hasta el momento, algunas son las soluciones propuestas por el propio BCE ante el miedo de un trasvase de capitales de la banca al propio supervisor. La idea que cobra fuerza es que se establezca un límite a los depósitos de particulares de 3.000 euros o que se apliquen tipos de interés profundamente negativos por encima de ese nivel para desalentar las grandes tenencias, con el fin de desincentivar precisamente estas prácticas que pondrían en jaque al sector.

Los economistas de la banca piden efectivamente este "límite a la tenencia" o una "estructura de tipos de interés en dos tramos" con el fin de evitar que los consumidores de la eurozona utilicen el futuro euro digital para otros fines que no sea simplemente como medio de pago, tanto "en circunstancias normales como de crisis financiera". Subrayan que en contextos de inseguridad "hay riesgo de desplazamiento mayor de fondos".

Aún así, las previsiones de bancos de inversión como Morgan Stanley es que la nueva divisa comunitaria online evaporará alrededor del 8% de los depósitos bancarios de la eurozona.

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