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La toma de posesión del presidente de los EEUU, Joe Biden, el 20 de enero, significará el relevo de la actual administración republicana, incluyendo todos los secretarios, y un enorme giro de timón en materia económica y monetaria. En la víspera de la ceremonia inaugural del demócrata, se seguirá con especial atención la comparecencia ante el Senado de Janet Yellen, en la tradicional audiencia de confirmación a los mandos de la Secretaría del Tesoro. Toda la atención está en sus palabras después de que haya trascendido que volverá a abrazar la política de “un dólar fuerte” que su predecesor en el cargo, Stephen Mnuchin, había abandonado.

El mercado, en especial el dólar, ha celebrado la información de Wall Street Journal por la que la expresidenta de la Reserva Federal, afirmará su compromiso con el valor del dólar determinado por el mercado. O lo que es lo mismo, volverá a primer plano la idea por la que el Gobierno de EEUU no interviene en la divisa para abaratarla en aras de buscar mayor ventaja competitiva. Esta declaración puede parecer un “mero procedimiento”, según indican los expertos, pero cumple la función trascendental de poner tierra de por medio con la labor de su antecesor y del ya casi expresidente, Donald Trump.

En primer lugar, “reafirmará la opinión del mercado de que la administración Biden no va a entrar en una guerra de divisas como lo hizo la administración Trump”, señalan los expertos de Rabobank, “pese a que el dólar se disparara frente a la mayoría de las divisas de los países emergentes”, puntualizan. Al mismo tiempo se dice que Yellen dejará claro que otros países no deben buscar una moneda más débil para obtener una ventaja competitiva y que EEUU no emprenderá acciones para depreciar su moneda. A fin de constatar que la opinión de la Administración Biden es distinta de la del gobierno saliente, también afirmará al parecer que "los Estados Unidos no perseguirán una moneda más débil para obtener una ventaja competitiva", explican los expertos de Rabobank. "Sin embargo, esto no significa que el dólar no pueda bajar", añaden.

Estados Unidos regresa así al camino adoptado en 1995, durante la administración Clinton, de apuntalar el dominio de la moneda que funciona como reserva mundial y que puso fin a los llamamientos habituales para que otros países impulsaran sus divisas al alza. Nadie se había atrevido a salirse de esta línea hasta que Trump, en 2017, comenzó a rebajar verbalmente el precio de la moneda con sus constantes declaraciones sobre los problemas de la fortaleza del ‘billete verde’.

Mnuchin no tardó en unirse al magnate neoyorquino y ambos emitieron declaraciones que huían claramente del mantra “un dólar fuerte”, porque subrayaban que una moneda más débil ayudaría a las exportaciones estadounidenses. El secretario del Tesoro saliente también señaló en su momento que un "dólar excesivamente fuerte" podría tener efectos negativos a corto plazo en la economía estadounidense.

Y si bien no se intervino directamente jamás en la moneda, esta injerencia, sumada a la intromisión en el trabajo de la Reserva Federal (Fed), cuya independencia se puso en tela de juicio en varias ocasiones, cumplieron sus objetivos en 2018, cuando el dólar sufrió una oleada de debilidad que terminó en abril de ese año. El dólar volvió a las alzas de manera que se llegó incluso a contemplar seriamente la consideración de Trump de debilitar por la fuerza el dólar a mediados de 2019.

La nueva corriente bajista en el dólar que los expertos creen que será la tendencia este 2021 es resultado directo de la pandemia y de las acciones emprendidas para contrarrestar los efectos del virus en la economía. La divisa estadounidense ha ido acumulando posiciones bajistas desde marzo del año pasado, así que las palabras de Yellen llegan en un momento en que “el dólar lleva meses vapuleado por los mercados y la moneda está débil de todos modos”, subrayan desde Rabobank.

Los mercados estarán ansiosos por tomar posiciones acerca del rumbo de la actual administración, pero definitivamente se necesita un dólar fuerte para que la política expansiva de Biden tenga éxito, comentan los analistas. Y sin embargo, las principales casas de análisis siguen apostando por la depreciación de la moneda durante este año, hasta el punto que los analistas de Ebury pronostican que el euro se cambie de manos en 1,25 dólares a finales de año.

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