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COP26.Sharecast graphic / Josh White

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26), que arranca este domingo y se extiende hasta el 12 de noviembre, no podría ser más oportuna. En plena crisis energética, y con el mundo más concienciado que nunca de la necesidad de la transición hacia lo renovable y sostenible, el encuentro resulta interesantísimo para ver hasta qué punto los políticos están comprometidos con todo lo que esta sucediendo. "Con lo que está ocurriendo en los mercados energéticos, el momento de la conferencia no podría ser mejor", reconoce Mobeen Tahir, experto de la firma WisdomTree.

Fue en la COP21 de 2015 cuando se firmó el histórico Acuerdo de París. Seis años después, el encuentro que se celebra en Glasgow recibe tanta atención porque es un hecho que ha aumentado la urgencia por actuar. Las tecnologías verdes, que permitirán esa transición hacia un mundo limpio, han pasado de estar relegadas a un segundo plano a ser la corriente principal. El mundo pide cambios ya y los mandatorios deben demostrar que pueden estar a la altura.

"La transición a una economía de bajas emisiones de carbono requiere voluntad política (...) y la inversión de importantes recursos. Los gobiernos deberán seguir apoyando las inversiones en empresas y tecnologías que aporten soluciones a los problemas medioambientales", afirma Elena Tedesco, gestora de Vontabel.

"PUNTO DE INFLEXIÓN"

Haim Israel, experto de Bank of America, considera que el encuentro de este año supone "el mayor reto y la mayor oportunidad de nuestro tiempo", cuando el mundo está inmerso en "la década de la acción climática".

"La COP26 será el punto de inflexión de la carrera por alcanzar las emisiones netas cero, es decir, el equilibrio entre la reducción y la eliminación de las emisiones de carbono a la atmósfera. Para lograrlo, será necesaria una transición hacia tecnologías limpias en todos los sectores a un ritmo sin precedentes, con la dirección de los gobiernos y la voluntad de la sociedad", señala.

En plena crisis energética, especialmente en Europa, pero también en otras partes del mundo, como China, Israel afirma tajante que "esta es la última década para actuar".

"Es probable que haya escasez de agua para 1.800 millones de personas, que 100 millones se enfrenten a la pobreza y que 800 millones corran el riesgo de que suba el nivel del mar en 2025. La migración climática podría alcanzar los 143 millones de personas procedentes de los mercados emergentes, impulsadas por las condiciones meteorológicas extremas. Al mismo tiempo, 5 billones de dólares de inversiones anuales, 2 billones de dólares en I+D, 42 millones de empleos en la economía verde y un planeta más limpio podrían generar una oportunidad global sin precedentes", reconoce.

ES CARO, PERO PUEDE HACERSE

Bank of America calcula que llegar a una red cero emisiones, aunque será algo "lento, caro y desigual", puede hacerse, y que el coste de ese logró asciende a 150 billones de dólares en 30 años, el doble que el PIB mundial actual.

"Puede hacerse, con la tecnología, la economía, los mercados y los ESG uniendo fuerzas", asegura Haim Israel.

La reducción exponencial de los costes de las tecnologías eólica, solar y de baterías ha convertido a las renovables en la forma más barata de energía, produciendo más del 90% de la electricidad mundial. El apetito del mercado también está contribuyendo. Los bonos y préstamos verdes han aumentado a más de 3 billones de dólares, y 3 de cada 10 dólares de los flujos de la renta variable mundial se han destinado a las inversiones ESG, respetuosas con el clima y que financian obras nuevas necesarias para seguir descarbonizando nuestro planeta, como la minería verde, el hidrógeno verde o la captura de carbono.

"Sí, esto creará un shock en la inflación de hasta el 3%, pero podría ser parcialmente absorbido por el impulso del PIB de la economía verde", explica.

EL COSTE DE NO ACTUAR

El impacto potencial de no actuar podría ser muy significativo, advierten desde Bank of America, con una pérdida superior al 3% del PIB cada año hasta 2030, que aumentaría hasta los 69 billones de dólares en 2100.

Asimismo, provocaría la pérdida de un 5% del valor del mercado bursátil mundial (2,3 billones de dólares), con un impacto potencialmente extremo en los beneficios de las empresas de determinados sectores. "Sin embargo, la necesidad de que la inversión en la transición energética aumente a más de 5 billones de dólares al año creará oportunidades. Esto es netamente positivo para los facilitadores, como las empresas de servicios públicos, las industrias, las energías renovables, los gases industriales y las baterías desplegadas a escala, como el hidrógeno verde, la minería verde y la captura de carbono", concluye Israel.

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