illustration montre des figurines devant un graphique d inflation

Los últimos 12 meses han estado marcados por el peso de tremendas presiones inflacionistas que han tambaleado a las economías mundiales. ¿Será 2023 el año que pondrá control sobre los precios? Estos son los seis condicionantes, según los analistas de Federated Hermes, que podrían contribuir a acelerar el fin de la inflación.

El primero de ellos sería las mejoras en las cadenas de suministro, que suponen una luz al final del túnel. "La corrección de los desajustes en las cadenas de suministro mundiales es un factor clave de la reducción de la inflación en nuestro escenario base para 2023", señala Silvia Dall'Angelo, economista senior, que cree que, aunque tanto la oferta como la demanda han impulsado la inflación mundial en 2022, las correcciones en ambos lados de la ecuación podrían reducirla en los próximos años.

"La evolución reciente ha sido alentadora. Muchos indicadores de la presión sobre las cadenas de suministro han empezado a disminuir recientemente. Los precios del transporte de mercancías se han desplomado, con una caída de los precios al contado de los contenedores de cerca del 60% este año. La congestión portuaria también ha mejorado en todos los ámbitos, y los retrasos se han acortado significativamente en comparación con los titulares de principios de año. Los plazos de entrega citados en la encuesta del PMI manufacturero indican mejoras globales, y los precios de producción también se han enfriado", añade.

Aunque el debilitamiento de la demanda mundial ha contribuido, "y contribuirá aún más", a aliviar las presiones sobre las cadenas de suministro, ve poco probable que el proceso sea coser y cantar. "En general, es posible que nos dirijamos hacia un mundo dominado por las limitaciones de la oferta y por lentos pero implacables reajustes de la cadena de suministro, lo que podría implicar una mayor inflación, al menos en comparación con la era pre-Covid", dice.

El segundo factor sería la moderación de los precios de la energía. "A pesar de la reciente evolución positiva del mercado del gas, los inversores deben actuar con cautela", afirma Audra Delport, jefa de Investigación de Crédito Corporativo. Cree que, aunque esta reciente moderación de los precios de las materias primas es alentadora, y probablemente contribuirá a aliviar las presiones inflacionistas a corto plazo, "es demasiado pronto para declarar la victoria contra las presiones inflacionistas impulsadas por las materias primas".

Las principales razones para ello son que sigue existiendo el riesgo de que los precios del gas natural se disparen en caso de un invierno más frío; si los inventarios europeos se agotan este invierno, será difícil volver a llenarlos el año que viene; y la prohibición impuesta en diciembre por los países occidentales de prestar servicios marítimos a los cargamentos de petróleo ruso (a menos que el petróleo se venda por debajo de un precio establecido) que también impulsará los precios al alza.

"Aunque la reciente caída de los precios de la energía puede contribuir claramente a contener las presiones inflacionistas, nuestras perspectivas sobre la inflación siguen siendo prudentes de aquí a 2023", comenta.

La tercera condición pasa por en estancamiento fiscal. Dall'Angelo afirma que aunque los gobiernos pueden sentirse tentados a dejar que la inflación suba para acomodar la corrección fiscal, "este planteamiento no es sostenible". Como explica, en primer lugar, una inflación baja y estable es una condición clave para la estabilidad macroeconómica y los buenos resultados económicos a largo plazo. En segundo lugar, el aumento de la inflación ha presionado a los gobiernos, especialmente en Europa, a recurrir a estímulos fiscales para amortiguar los efectos de la peor crisis del coste de vida desde los años setenta en hogares y empresas.

Considera que, "se mire por donde se mire, los responsables políticos se enfrentan a compromisos difíciles de cuadrar. Por un lado, cualquier creación de apoyo fiscal adicional podría contribuir a avivar las mismas presiones inflacionistas que los bancos centrales pretenden combatir. Por otro, la subida de los tipos, requisito previo para combatir la inflación, limita el margen de maniobra para el estímulo fiscal".

En cuarto lugar se coloca la perspectiva de una recesión mundial. Mientras la recuperación de la pandemia seguía su curso en la mayoría de los países, la invasión rusa de Ucrania a principios de 2022 supuso una nueva sacudida energética para la economía mundial, que ha sido especialmente dolorosa para los importadores netos de materias primas.

Más recientemente, las perspectivas se han deteriorado aún más, en gran medida como reflejo de tres factores principales: la crisis energética europea se ha intensificado en los últimos meses, con el recorte por parte de Rusia de sus suministros de gas a Europa; la inflación ha seguido sorprendiendo al alza de forma generalizada, resultando incluso más alta y firme de lo previsto hace unos meses; y la economía china ha obtenido malos resultados como consecuencia de la dura política gubernamental de cero Covid y de la actual corrección del sector inmobiliario.

El quinto factor sería la política china de cero Covid. "El país se acerca a una encrucijada en la que ya no es posible intentar contener el virus", destaca Jonathan Pines, gestor principal de Carteras de Renta Variable de Asia ex-Japan. Mientras la economía mundial sigue viéndose sacudida por diversos vientos en contra, para China el enorme coste económico y social de intentar contener el virus puede dejar de ser finalmente un precio que merezca la pena pagar.

"En nuestra opinión, los precios actuales del mercado presentan una inequívoca oportunidad de compra. Dicho esto, nada es sencillo, y los precios no son bajos únicamente como consecuencia del cero Covid. La supresión de las resoluciones alternativas de litigios (RAL), el desplome del mercado inmobiliario, las tensiones geopolíticas y la prosperidad común son factores que contribuyen a las bajas valoraciones en China", añade.

Por último, el sexto condicionante es si unos tipos de interés más altos son la solución a la inflación. Como recuerdan, esta inflación ha sido impulsada en su mayor parte por una combinación de restricciones de suministro tras la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, la política de cero Covid en China, la escasez de mano de obra y el impacto de la política fiscal y de los bancos centrales extremadamente laxa tras la pandemia.

"La cuestión para los inversores es qué rumbo tomarán los bancos centrales a partir de ahora. ¿Mantienen su política hawkish, con todo lo que ello implica para el crecimiento, o se suavizan y corren el riesgo de que las expectativas de inflación se desanclen?", se preguntan.

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