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El Banco de España cree que “puede resultar conveniente” que los bancos centrales consideren estrategias de política monetaria diferentes a las actuales, dado el escenario de bajos tipos de interés que impera en la zona euro. De hecho, considera que esta política, que es “probable” que se mantenga en el tiempo, hará más difícil a los bancos centrales adoptar medidas en el caso de nuevas crisis.

“En los próximos años los tipos de interés de los bancos centrales oscilarán en torno a niveles más cercanos a sus respectivos límites inferiores. Esto implica que los bancos centrales tendrán menos espacio para recortar sus tipos de interés en respuesta a futuras crisis económicas”, indica el supervisor en su Informe Anual 2018.

Para la institución española, el actual entorno de tipos bajos, que se mantendrá en el futuro, supone “un desafío importante” para la política monetaria, pues, “de confirmarse este escenario, el margen para reducir tipos de interés en respuesta a futuras crisis se vería restringido”.

La institución alerta, además, de que, en una situación de baja inflación si el banco central no puede recortar más sus tipos se pueden producir “presiones deflacionistas” que llevarían a “deprimir la demanda agregada” y alejar el retorno de la inflación al objetivo de la autoridad monetaria.

Entre las ideas alternativas a las políticas actuales, según el supervisor, se encuentra aumentar el objetivo de inflación desde el 2% habitual hasta el 3% o el 4%. El supervisor gobernado por Pablo Hernández de Cos indica, no obstante, que esta medida podría implicar “costes” o “distorsiones” en la economía, como podría ser una inflación “más volátil”.

LA REPUTACIÓN DE LA BANCA PUEDE AHUYENTAR CLIENTES

El Banco de España, en su Informe Anual, incluye también reiteradas advertencias a los bancos sobre su capital, su presencia en mercados emergentes y su reputación. Respecto a este último punto, indica que representa uno de sus principales desafíos.

El supervisor asocia en parte la mala reputación de la banca con “determinadas prácticas inapropiadas aplicadas por algunas entidades”, que ha evolucionado paralelamente a un aumento de los litigios.

Todo ello ha conllevado a un “deterioro en la imagen que tienen los clientes sobre la banca”, así como pérdidas económicas y un incremento de la incertidumbre sobre los costes legales adicionales derivados de los procesos judiciales. Otra consecuencia negativa de la mala reputación de la banca sería, en opinión del Banco de España, una “menor demanda de servicios” hacia el sector bancario, si bien no detalla a qué compañías acudirían los clientes.

No es la primera vez que el supervisor alerta sobre la mala reputación de la banca. Lo hizo recientemente en su Informe de Estabilidad Financiera, en el que advertía que la litigiosidad de las entidades podrá aumentar con el pronunciamiento del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre el IRPH.

En ese mismo informe, publicado hace veinte días, advertía el Banco de España a las entidades financieras que entregar la mitad de su beneficio en forma de dividendos a sus accionistas (es decir, contar con un payout del 50%) les dificulta tener suficiente capital para afrontar riesgos. Ahora, en su Informe Anual, insiste en la idea de que los bancos necesitan reforzar sus niveles de capital para mejorar su capacidad de resistencia ante hipotéticas perturbaciones del sistema.

También advierte la institución de que para dar cumplimiento a los requisitos de capital MREL las entidades deberán emitir instrumentos de deuda de distintos tipos que, al tener capacidad de absorber pérdidas, tienen un coste superior a la deuda estándar. Añade el Banco de España que “los costes de emisión de este tipo de instrumentos suelen ser mayores para las entidades que tienen niveles más reducidos de la ratio de capital CET1”.

LA INTERNACIONALIZACIÓN, BUENA PERO ARRIESGADA

Por otra parte, el supervisor valora que la diversificación geográfica de las entidades contribuye a mantener la rentabilidad del sector, pero presenta riesgos a tener en cuenta, como la incertidumbre geopolítica de ciertas áreas y países, como Argentina (donde están presentes Santander y BBVA) y Turquía (BBVA).

También cita como focos de riesgo las tensiones comerciales, el posible endurecimiento de las condiciones de financiación en los mercados financieros internacionales o la volatilidad de los mercados de divisas. Añade, además, que el modelo descentralizado de gestión, del que hacen gala las grandes entidades con presencia internacional, "mitiga, pero no elimina completamente algunos de estos elementos de vulnerabilidad".

En cuanto al Brexit, la institución señala que solamente afectaría a las entidades financieras españolas un posible deterioro de la economía británica, aunque en todo caso este riesgo sería "relevante", pues Reino Unido es el país con mayor presencia exterior del sector bancario español, al representar casi el 30% de los préstamos en el extranjero".

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