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La industria de las criptomonedas parece haberse acostumbrado a ver a colosos caer. Primero fue Terra, hace un mes le tocó el turno a FTX y, estos últimos días, el mercado ha contemplado con miedo como Binance podía ser el siguiente gigante en capitular. Tan grande ha sido el temor del mercado que prácticamente ha eclipsado al arresto de Sam Bankman-Fried en Bahamas. Y no es para menos, ya que, si la quiebra de FTX fue una catástrofe, el colapso de Binance sería el último clave en el ataúd de las ‘criptos’.

Por hacernos una idea, la malograda bolsa de Bankman-Fried procesó unos 37.000 millones de dólares en operaciones al contado en octubre, un mes antes de su quiebra; Coinbase, el segundo ‘exchange’ más grande del mundo, unos 47.000 millones; Binance, por su parte, procesó más de 390.000 millones. De ahí que cuando el mayor ‘exchange’ del mundo experimentara retiradas por más de 3.000 millones de dólares y se revelara que está siendo objeto de una investigación criminal por parte de Estados Unidos, todo el mundo contuviera el aliento.

Aunque, siendo fieles a la verdad, las dudas empezaron a surgir la pasada semana con la publicación de un breve informe de reservas elaborado por Mazars. El documento, explican desde ‘The Wall Street Journal’, no era un informe de auditoría, no abordaba la eficacia de los controles internos de información financiera de la empresa y subrayaba que la firma no avalaba las cifras. Sin embargo, bastaron dos números para que el miedo se extendiera.

Por un lado, Mazars señalaba que había 597.602 bitcoins bajo el concepto “saldo del informe de responsabilidad del cliente”, mientras que contabilizaba 582.486 bitcoins como “informe de saldo de activos”. Dicho de otra forma: Binance no cumplía con su ratio 1:1 de reservas a activos de clientes, concretamente por un 3% o cerca de 250 millones de dólares, según cálculos de ‘WSJ’. Así, “Binance estaba colateralizada en un 97%”, afirmaban desde Mazars.

Según la portavoz de Binance, Jessica Jung, “las garantías de dichos préstamos no están en BTC, sino en otras divisas”, indicando que el informe de Mazars no tenía en cuenta otras criptomonedas. Una tercera cifra del informe, en cambio, mostraba un pasivo ajustado a la baja en 21.860 bitcoins, hasta 575.742, indicando que Binance permitía a clientes tomar prestados activos digitales a través de préstamos. “Si Binance no hubiera proporcionado estos préstamos bitcoin, estaríamos colateralizados al 101%”, añadió.

Sea como fuere, las escasas y ajustadas cifras, la conocida opacidad de Binance con su negocio y los últimos episodios del mercado hicieron temer lo peor. Cabe recordar que la compañía que fundó y dirige Changpeng Zhao no es pública, por lo que no está obligada a producir estados financieros auditados y tampoco ha dado pistas sobre cuál es la situación de la compañía… ni tiene pinta de que vaya a hacerlo en el futuro cercano.

“No sabemos lo buenos que son los sistemas de Binance para liquidar activos para cubrir cualquier préstamo de margen. A la luz de lo que hemos visto en Bahamas, no quiero concluir que todos los sistemas sean tan buenos”, señaló Hal Schroeder, antiguo miembro del Consejo de Normas de Contabilidad Financiera (FASB, por sus siglas en inglés) al ‘Journal’, en clara referencia a lo ocurrido con FTX.

Binance parece haber capeado el temporal: Zhao aseguró que han lidiado con momentos peores durante el desplome de Terra y FTX y un portavoz de la compañía señaló a ‘Bloomberg’ que la estructura de capital de la compañía está “libre de deuda”. “La gente generaliza. La gente se ve perjudicada por un intercambio, y perdieron dinero allí, y generalizan eso. Eso es sólo el comportamiento humano. No hay ninguna cantidad de retiradas que nos ponga bajo presión”, sentenció ‘CZ’ en un espacio de Twitter moderado por Binance.

Sin embargo, una cosa es lo que se dice de cara a la galería y otra de puertas para dentro. ‘Bloomberg’ publicó un correo de Zhao a sus empleados en el que aseguraba que la empresa tenía por delante “tiempos complicados” y que la quiebra de FTX ha traído consigo “un montón de escrutinio adicional y preguntas difíciles” sobre la compañía.

Preguntas, en parte, generadas por su falta de transparencia y escrutinio regulatorio. Y es que al contrario que ‘exchanges’ regulados y registrados como Coinbase, Binance, al igual que FTX, opera en una zona gris, tan gris que se desconoce donde está su sede: Binance se fundó en China en 2017, pero actualmente el paradero de sus oficinas es un misterio. Es más, Zhao se ha negado en múltiples ocasiones a despejar el interrogante, llegando a dar respuestas peregrinas como que no están radicados en ninguna parte porque el bitcoin tampoco lo está.

Son muchos los interrogantes que a Binance debe responder y, sin embargo, los usuarios parecen confiar casi ciegamente en la plataforma. Según el CEO de Wave Financial, David Siemer, esto podría deberse a la mayor experiencia del ‘exchange’ en comparación con, por ejemplo, FTX y a sus sistemas más simples y funcionales, así como a una buena campaña de relaciones públicas. Por un lado, Zhao es muy activo en redes sociales y no se corta a la hora de entablar debates con sus seguidores o responder las dudas de los usuarios; por otro, la plataforma proclama a los cuatro vientos todos los esfuerzos que están haciendo por cumplir las normas, a pesar de que son deliberadamente opacos.

Asimismo, en declaraciones a ‘CoinDesk’, Siemer señala que FTX “tenía a Alameda”, brazo inversor de Sam Bankman-Fried, lo que permitió a “ambas partes apuntalarse mutuamente durante mucho tiempo. Si Binance tuviese su propio “momento FTX”, es algo que solo la investigación por presunto lavado de dinero que está realizando Estados Unidos puede resolver.

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