shinzo abe
Shinzo Abe.

La muerte del ex primer ministro Shinzo Abe en un ataque público con armas de fuego ha sacudido Japón, un país con una estricta regulación sobre las armas de fuego y envuelto en plena campaña para la Cámara Alta.

La confianza en el Ejecutivo del actual primer ministro Fumio Kishida, la altísima inflación, los objetivos de defensa respecto a China y Rusia, el programa nuclear nacional, incluso la mismísima Constitución son algunos de los aspectos más relevantes de estas elecciones. Así, ¿cómo puede afectar la muerte de Abe a estos comicios?

LA CÁMARA ALTA

La Cámara Alta, la menos poderosa de las dos cámaras del parlamento, aprueba la legislación, pero puede ser anulada por la Cámara Baja en asuntos vitales como la elección del primer ministro. Tradicionalmente, estas elecciones suelen considerarse como una especie de voto de confianza de o examen nacional al Gobierno en el poder.

Los miembros de la Cámara Alta, con 245 escaños, tienen un mandato de seis años, y la mitad de los escaños se eligen cada tres años. El domingo se disputan un total de 125 escaños. Esto incluye un escaño vacante que normalmente no habría sido elegido en este ciclo. Después del 10 de julio, el número de escaños de la Cámara Alta aumentará en tres, hasta llegar a 248.

Kishida ha señalado que la victoria del Partido Liberal Democrático (PLD), tradicional partido de gobierno y al que pertenecía el malogrado Abe, se producirá si mantiene la mayoría simple de la cámara, esto es, 125 escaños entre su partido y su socio de coalición, Kōmeitō. Actualmente, el bloque gobernante tiene un total de 70 escaños que no se someten a reelección, necesitarían ganar 55 escaños este domingo (un 44%), para lograr el objetivo marcado por el primer ministro.

Si el PLD consigue ganar con un sólido margen, como prevén las encuestas, podrá consolidar el control del partido con todavía tres años de legislatura por delante antes de celebrar los siguientes comicios. Los últimos sondeos de Nikkei prevén que el PLD conseguirá 60 escaños y una encuesta de ‘NHK’ muestra que el 35,6% de los encuestados apoya al PLD, muy por delante del 5,8% que daría su voto al socioliberal Partido Democrático Constitucional.

BAJA PARTICIPACIÓN

La participación en los últimos comicios a la Cámara Alta en 2019 fue del 48,8% de la población, la segunda más baja desde el final de la Segunda Guerra Mundial en el país del Sol Naciente. Según una encuesta de ‘NHK’ recogida por Reuters, el 48% de los encuestados asegura que votará en estas elecciones, con el 11% reconociendo que había emitido su voto de manera anticipada, lo que augura una participación similar.

Asimismo, ‘Reuters’ destaca que la participación entre la población joven ha sido particularmente baja en los últimos comicios, algo que contrasta con las altas tasas de participación entre la población más envejecida de uno de los países con mayor proporción de población mayor de 65 años del mundo.

¿ALEJARSE DE LAS 'ABENOMICS'?

"Las ‘Abenomics’ dieron claramente resultado en lo que respecta al producto interior bruto, los beneficios corporativos y el empleo. Pero no llegó al punto de crear un 'círculo virtuoso'. Quiero conseguir un ciclo económico virtuoso aumentando los ingresos no sólo de un determinado segmento, sino de una horquilla más amplia de personas para fomentar el consumo. Creo que esa es la clave de cómo va a diferir la nueva forma de capitalismo del pasado". Así se pronunció el pasado enero Kishida en una entrevista con ‘Financial Times’, intentando distanciarse de su predecesor en el cargo e impulsor de las ‘Abenomics’, el término utilizado para describir la política económica del fallecido Abe.

"Las tres flechas que componían la política de Abe (estímulo monetario (QE), estímulo fiscal (económico) y reformas estructurales) se han aplicado posteriormente de forma masiva en Europa, precisamente para evitar la "japonización" de la economía europea", señala Víctor Alvargonzález, director de estrategia de Nextep Finance. "Es cierto que no han funcionado ni en Japón ni en Europa, pero probablemente ha sido porque los políticos se "olvidaron" de la parte que requería más sacrificios políticos, es decir, las reformas estructurales. Abe no pudo conseguir vencer al entramado de intereses creados que hizo imposible "disparar" la tercera flecha", agrega este experto.

Pese a ello, los expertos consideran que las políticas de Kishida son un “calco” de las ideas de su predecesor, las cuales se encuentran en cuestión ya que fueron concebidas para combatir la deflación a la que hace años se enfrentaba Japón, mientras que ahora el mayor problema de su economía es la inflación.

El Gobierno ha desplegado 2,7 billones de yenes (20.000 millones de dólares) para intentar controlar la subida de los precios, mediante medidas como una ayuda a los mayoristas de gasolina, y financiará nuevas ayudas con bonos, lo que podría aumentar la presión sobre la deuda pública nipona que ya duplica el tamaño de su PIB.

OTRAS CUESTIONES

Antes del ataque sobre Abe, Kishida había prometido incrementar el gasto en defensa ante la “frágil” situación de Japón debido al crecimiento de China y la ofensiva de Rusia en Ucrania. Actualmente, Japón gasta 5,4 billones de yenes de su presupuesto en defensa, menos de una cuarta parte de lo que dedica China, y Kishida ha establecido en su programa electoral que este deberá duplicarse al 2% del PIB que demanda la OTAN.

Por otra parte, los altos precios de la energía y algunos cortes de suministro han empezado a alimentar los rumores de que el Gobierno pondrá de nuevo en marcha los reactores parados tras el desastre de Fukushima en 2011. Cabe señalar que el país solo tiene operativos 10 de los 54 reactores nucleares que había antes de la catástrofe y Kishida ha señalado que deben hacer “el mayor uso posible” de los mismos. Japón obtiene la mayor parte de sus necesidades energéticas del petróleo, mientras que el gas natural licuado (GNL) representa más de un tercio de su producción de electricidad y se ha visto afectado por la invasión de Rusia.

Por último, Kishida ha señalado que algunos elementos de la Constitución están “anticuados”, como el caso del artículo 9, que prohíbe actos bélicos por parte del Estado de Japón. En el texto, el Estado reconoce aspirar a una paz internacional basada en la justicia y el orden y señala que “el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales”. La Carta Magna nipona se adoptó a finales de 1946, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y los ataques nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, con Estados Unidos forzando al país a adoptar una constitución pacifista que le impide tener un Ejército propio o declarar la guerra.

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