• Rajoy invita a La Moncloa a los dirigentes de los partidos 'antagónicos'
  • El desafío independentista podría dar de nuevo la mayoría absoluta al PP
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El conflicto catalán ha llegado al cenit –la famosa DUI, la Declaración Unilateral de Independencia, está ya en el telar del parlamento autonómico- en vísperas de unas elecciones generales que amenazaban con ser revolucionarias ya que en un cierto momento pareció que los partidos emergentes terminarían desplazando a los viejos protagonistas del clásico bipartidismo. En algún momento de su desvarío, Artur Mas llegó a pensar, seguramente, que el sueño irredentista del soberanismo podría materializarse con gran facilidad si en el Estado se producía la situación caótica que presagiaban algunos análisis, con un Podemos radical en el poder dispuesto a autorizar cualquier experimento autodeterminista. Y sin embargo, la culminación actual de su delirio, en forma de ruptura o, si se prefiere, de ‘desconexión’, ha conseguido lo que hace poco parecía imposible: que Rajoy se refuerce al frente del Gobierno y adquiera un ímpetu que puede mantenerle en el cargo al menos una legislatura más.

La delirante aproximación entre el la lista unitaria que engloba al gobierno en funciones de CDC y la CUP ha lanzado el ‘proceso’ hacia parajes que serían hilarantes si no fueran trágicos, y el Gobierno de la nación, que mantiene obligatoriamente la dignidad del Estado, se ha convertido en estas circunstancias en referencia de una mayoría que piensa que hoy son necesarios anclajes y no cambios.

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ENCUENTRO CON SUS ANTAGONISTAS

Rajoy invita a La Moncloa a los dirigentes de los partidos 'antagónicos'

Rajoy, por su parte, ha hecho de la necesidad virtud, ha salido de su inopia en otro tiempo habitual y, con una agilidad sorprendente, se ha puesto al frente de la opinión pública y de las fuerzas políticas democráticas. Adelantándose a las críticas, ha buscado el consenso de los partidos razonables, ha invitado a La Moncloa en pos del consenso a todos sus antagonistas (incluso, contra pronóstico, a Pablo Iglesias), y hoy aparece como el garante de una respuesta medida y prudente a la provocación de la otra parte.

Si la sociedad civil conviene, con San Ignacio de Loyola, que es recomendable “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”, se afirmarán de aquí al 20 de diciembre las tendencias que afirmarán a Rajoy en La Moncloa. No parece que pueda ser en solitario pero ello depende de la magnitud del disparate de los nacionalistas: si éstos se obstinan, insisten en la ruptura y es preciso adoptar medidas drásticas, el presidente del Gobierno podría incluso conseguir una nueva mayoría absoluta. No es que el futuro esté en manos de Artur Mas, no puede plantearse la situación de este modo, pero sí sería esta la consecuencia indirecta de su mala cabeza.

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