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Tuit TradersAlberto Sánchez

Los fondos garantizados tuvieron su momento de auge en España cuando nos alcanzó de lleno la gran crisis de 2011, llegando a representar más del 50% del total de activos bajo gestión en nuestro país. Estos mal llamados fondos, que mediante complicadas estructuras de derivados y con unas garantías que implican que es casi imposible obtener resultados positivos, utilizan índices de referencia de renta variable y renta fija para al final devolver el mismo dinero invertido al principio del período, que suele estar fijado entre 5 y 7 años.

Las comisiones de gestión de estos fondos, que realmente no tienen ningún tipo de gestión, son de alrededor el 1,5% anual, con ventanas para poder salir trimestralmente. El problema es que, si el inversor necesita recuperar el dinero en un momento determinado que no coincida con la ventana, tendrá que afrontar una comisión de reembolso de aproximadamente el 5%.

Estos fondos, cuya mayor rentabilidad se la lleva el emisor, se han utilizado históricamente con la intención de quitar el miedo de los inversores a perder en los mercados.

¿Por qué vuelven ahora?

La razón fundamental para que los bancos hayan decidido volver a colocar fondos garantizados es la situación actual de los tipos de interés. Ahora que los tipos libres de riesgo están en cero o en negativo y que la inflación está por encima del 2%, las redes bancarias buscan un producto que sea conocido por sus inversores y les quite la presión de la venta. De esta forma, sus clientes pueden comprarlos, el vendedor del fondo olvidarse de dar explicaciones y el banco no realizar ningún tipo de servicio al cliente, ya que el inversor cautivo va a estar condenado a permanecer todo ese tiempo.

El futuro de los fondos de inversión en estos momentos en los que empiezan a verse reembolsos netos, -septiembre ha sido el primer mes desde 2016- sigue teniendo buenas perspectivas, pese a las malas prácticas que algunos realizan.

Lo normal es que los asesores ayudasen a sus clientes, mediante la formación financiera, a elegir productos que den respuesta necesaria a sus perfiles de riesgo, aunque eso supusiese perder comisiones en algún momento. Sin embargo, los bancos han decidido recurrir de nuevo a un producto como el fondo garantizado que está diseñado para analfabetos financieros, entre los que debíamos incluir a los propios colocadores del fondo.

MiFID II quiere que la capacidad de asesoramiento de los miembros de la industria se centre en el inversor: el cliente tiene que ser el rey. Sin embargo, con esto lo que consigue la industria de los fondos es dirigir su patrimonio hacia productos vacíos y sin rentabilidad, que la mayoría de los asesores bancarios no saben explicar en qué consisten.

Los 'timofondos' garantizados parecía que habían muerto, y su resurrección es el síntoma del final de la industria bancaria de fondos española, que sigue más pendiente de su cuenta de resultados que de satisfacer las necesidades financieras de sus clientes. Nuestro consejo final es que los inversores busquen productos de valor añadido y huyan de aquellos que la banca quiere colocar sin saber, ni querer, ni poder explicarte.

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