nuevas inversiones

Hay personas moralmente exigentes que se preocupan de que su dinero o el de sus clientes se invierta de una manera ética. Esta preocupación, para ellas, es igual o mayor que la de obtener un alto rendimiento. Pero seguramente, estas personas no son la mayoría. La mayoría sólo quiere obtener de sus inversiones una buena combinación de riesgo y rendimiento.

Unos estarán dispuestos a correr mayores riesgos con tal de obtener rendimientos más elevados. Y otros, por el contrario, se contentarán con rendimientos menores con objeto de gozar de más tranquilidad. Pero lo que está claro es que el ahorrador típico es un inversor racional que querrá que sus inversiones estén colocadas sobre lo que llamamos la frontera eficiente. Además de esta clasificación de personas que se mueven en el plano riesgo-rendimiento, existe el tipo de personas de las que hablábamos al principio. Estas personas se mueven no en dos, sino en tres planos que une la dimensión ética a su vida económica.

Una inversión se llama ética cuando el motivo del beneficio que se busca en ella no es más fuerte que los criterios éticos de la persona que la adopta. Las inversiones éticas no representan ninguna novedad en el mundo de las inversiones financieras. Simplemente, ahora mismo, son fórmulas de inversión más demandadas por un creciente perfil de inversor, que llamamos inversor ético. Esta demanda creciente ha hecho que algunas entidades o instituciones estén aprovechando para atraer clientela con una mayor dosis de marketing que de ética.

Los inversores éticos pueden encontrar distintos vehículos para invertir, por ejemplo, el Scottish Equitable Ethical Fund, un fondo de pensiones de la Gestora Aegon que no invierte en sociedades que obtengan más del 10% de sus ingresos a base de casinos, apuestas y máquinas tragaperras. Por su parte, el Credit Suisse Fellowship Trust Ethical no invierte en empresas que obtengan más del 10% de sus ventas a base de bebidas alcohólicas. Y estos son sólo algunos de los muchos ejemplos que existen. Las extintas cajas de ahorro destinaban como mínimo un 20% de su beneficio a proyectos éticos o sociales sin renunciar a la rentabilidad. Por todo esto, creo que he dejado claro que hay alternativas y vías para invertir de acuerdo a una serie de principios morales, éticos y sociales.

Invertir, mejorar las finanzas personales, y ganar dinero no tiene por qué estar reñido con la responsabilidad social. Vemos ahora un gran desarrollo de los criterios de sostenibilidad que, encabezados por la Naciones Unidas y presentados por la Unión Europea como criterios ESG, nos permiten poco a poco que no sólo la base ética y responsable en la gestión sea la referencia, sino también poder evaluar los distintos criterios de sostenibilidad para poder tomar mejores decisiones de inversión.

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