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Cuando pensábamos que la pandemia comenzaba a dar señales de fin, llegó una nueva variante del Covid-19 que lo cambió todo. Ómicron ya es la cepa dominante en muchos países y ha provocado que los contagios alcancen récord desde que comenzara esta pesadilla. Eso sí, un año después de que las vacunas comenzaran a implementarse se hace evidente su efecto positivo: las muertes y las hospitalizaciones no crecen, ni mucho menos, al mismo ritmo.

Esta semana, los casos globales de Covid-19 alcanzaron un récord diario. Las más de 1,44 millones de infecciones en todo el mundo rompieron el récord anterior de diciembre de 2020. Y todo gracias a Ómicron, la variante altamente mutada y más transmisible hasta el momento se está convirtiendo rápidamente en la cepa dominante a nivel mundial, ya que evade la inmunidad que normalmente proporcionan las vacunas y las infecciones anteriores.

Varios estudios, recogidos por Bloomberg, sugieren que aunque Ómicron infecta 70 veces más rápido que las cepas anteriores, la enfermedad que causa puede no ser tan grave, especialmente para las personas que han sido vacunadas y recibieron una inyección de refuerzo. Otra visión es que parte del aumento en el recuento de casos puede deberse a las mejores herramientas. Es decir, se están registrando más infecciones durante esta ola gracias a la mejora de las capacidades de rastreo y pruebas de contactos.

En España, por ejemplo, los últimos datos aportados por el Ministerio de Sanidad sitúan la incidencia acumulada en los últimos 14 días por en cima de los 1.206 casos por 100.000 habitantes, un número que no se había alcanzado aún en toda la pandemia. Esto ha llevado a que varias CCAA decretaran restricciones y medidas para intentar rebajar el alto nivel de contagios presente.

Pero, como en casi todo, en esto también hay una parte positiva. Por el momento, el número de hospitalizaciones no crece al mismo nivel, aunque algunos gobiernos avisan de que la facilidad de transmisión y el creciente número de casos aún podrían reducir la capacidad de los hospitales en todo el mundo, dejando a los no vacunados y a cualquier persona que necesite atención médica para otras afecciones en la estacada.

En cuanto a los fallecimientos, no han aumentado significativamente. La perspectiva de cara a 2022 depende de si el número de muertos sigue a los casos y aumenta en los próximos días, o si se confirma que Ómicron resulta más leve. disociación de las medidas.

Un estudio de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido confirmaba hace unos días que hay muchas menos probabilidades de ser ingresados en el hospital con la variante Ómicron que con la anterior cepa Delta. En el documento, se estima que las personas contagiadas con Ómicron tienen entre un 31% y un 45% menos de probabilidades de acudir a los servicios de urgencias en comparación con las que tienen Delta, y entre un 50% y un 70% menos de probabilidades de requerir ingreso hospitalario.

RESTRICCIONES MÁS MODERADAS

"A pesar del incremento exponencial de los positivos, que no de los enfermos, los ingresos en los hospitales y las muertes siguen muy por debajo de anteriores olas de la pandemia, lo que está permitiendo a las autoridades moderar sus actuaciones", señalan los analistas de Link Securities, añadiendo que detrás de este comportamiento contenido de las distintas autoridades hay principalmente dos factores.

Uno es el elevado coste político que conlleva a estas alturas la imposición de fuertes restricciones, con una parte importante de la población mostrándose frontalmente en contra de estas medidas. El segundo sería el elevado coste económico que también generan este tipo de medidas, coste económico al que habría que sumar el que ya están teniendo las innumerables bajas laborales que están provocando los casos positivos, bajas que están afectando a la actividad de muchas empresas/sectores en muchos países europeos y en EEUU, apuntan.

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