• Lo más habitual y requerido es el dinero negro, explica el ex director general del Grupo Dico

Francisco Granados y otros políticos y funcionarios vinculados a la trama de la “Operación Púnica”, desmantelada por la Audiencia Nacional, recibían pagos en ‘dinero o especie’, a cambio de las adjudicaciones y contratas que otorgaban a los empresarios.

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Así lo explica David Merino, ex director general del Grupo Dico, una de las constructoras más beneficiadas en el reparto de contratas a cambio de comisiones millonarias, en unas grabaciones a las que ha tenido acceso El Confidencial. Entre las compensaciones no económicas de las que se beneficiaban, se incluían, según este empresario, “obras privadas en sus casas y en sus pueblos” o “putas, vacaciones, cacerías o grandísimas ofrendas de Navidad…”

Merino también explica que esta es una práctica más habitual de lo que parece ya que "No hay adjudicación en ningún ayuntamiento que no pase por esto. Y si no es el alcalde es el concejal, y si no el arquitecto municipal, y si no es alguien de la oposición. Siempre hay alguien que tiene la adjudicación más segura”.

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El lo que se llama la partida de picos, palas y piedras

"Estos costes siempre se meten; es lo que nosotros llamamos la partida de picos, palas y piedras", relata el ex directivo del Grupo Dico. "Es lo que cobra esta gente", asegura y añade que, sin embargo, "lo más habitual y lo más requerido es el dinero negro, los billetes, porque las transferencias o las facturas a través de otras personas son localizables, pueden tener un seguimiento".

ENTREGA DEL DINERO

Los pagos a estos cargos públicos corruptos se hacían en cualquier lugar, en la oficina del empresario, en el ayuntamiento o “en un bar de caza, quedas para comer o en un bar de putas... Pero si lo entregabas ahí, las putas se suelen llevar un cacho del sobre", puntualiza Merino.

Para este ex directivo de una de las constructoras implicadas estas “son las reglas del juego y si no juegas a esto no haces nada, aquí y en todos los países en los que hemos estado". El constructor no se ve como una víctima: "Es un gasto más, y punto”, sentencia.

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