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Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra

Los miembros del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra (BoE por sus siglas en inglés) han decidido por unanimidad mantener los tipos de interés en el 0,75%, en pleno caos por el aplazamiento del Brexit.

La entidad también ha dejado sin cambios sus compras de activos, a un ritmo de 435.000 millones de libras mensuales (501.209 millones de euros) para las compras de bonos soberanos y 10.000 millones de libras esterlinas (11.522 millones de euros) la emisión de reservas del banco central para financiar la compra de deuda corporativa.

Debido al Brexit, los responsables políticos del banco central se han quedado en el limbo a la hora de implementar su plan para aumentos de tasas limitados y graduales en los próximos meses.

El comunicado de la entidad refleja exactamente lo que habían previsto los analistas y el mercado: que el banco central está atado de pies y manos hasta que no se disipe la incertidumbre sobre este caótico proceso.

"Se espera que el PIB haya crecido un 0,5% en el primer trimestre, en parte como reflejo de un aumento mayor de lo esperado de la acumulación de inventarios antes de los últimos plazos del Brexit. Sin embargo, se espera que ese impulso sea temporal, y que el crecimiento trimestral se desacelere hasta alrededor del 0,2% en el segundo trimestre", ha señalado el organismo presidido por Mark Carney.

"El ritmo subyacente del crecimiento del PIB es ligeramente más fuerte de lo que se anticipó anteriormente, pero marginalmente por debajo del potencial. Ese ritmo moderado refleja el impacto de la desaceleración en el crecimiento global y las incertidumbres continuas del Brexit. Este último está teniendo un impacto particularmente pronunciado en la inversión empresarial, que ha estado cayendo durante un año", ha añadido el BoE.

Sobre la inflación, la entidad ha anticipado que se mantendrá ligeramente "por debajo del objetivo del 2% durante la primera parte del año", aunque al mismo tiempo ha estimado que las "presiones inflacionistas se reafirmarán" por encima del 2% en un plazo de dos años, conforme "emerja el exceso de demanda".

Por ello, ha reiterado que considera apropiado "un endurecimiento continuo de la política monetaria durante el período del pronóstico, a un ritmo gradual y de forma limitada, para devolver la inflación de manera sostenible al objetivo del 2% en un horizonte convencional".

Por último, en relación a las perspectivas económicas, el BoE ha explicado que "seguirán dependiendo en gran medida de la naturaleza y el momento de la retirada de la UE y, en particular, de los nuevos acuerdos comerciales entre la Unión Europea y el Reino Unido; de si la transición hacia ellos es abrupta o suave; y cómo responden los hogares, las empresas y los mercados financieros" a todos estos acontecimientos.

Su conclusión ha sido que "el camino apropiado de la política monetaria dependerá del balance de estos efectos sobre la demanda, la oferta y el tipo de cambio. La respuesta de la política monetaria al Brexit, sea cual sea la forma que tome, no será automática y podría ser en cualquier dirección. El Comité siempre actuará para alcanzar la meta de inflación del 2%".

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