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El ministro de Finanzas de Italia, Roberto Gualtieri

Con la formación del nuevo Gobierno, el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha dado muestra de querer realmente un acercamiento con la Unión Europea (UE). Al menos con el ministro de Finanzas, un viejo conocido en Bruselas, amigo incluso del presidente de Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, de su homólogo en la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y de su comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. Su nombramiento va a ser crucial en las futuras relaciones entre Italia y la UE.

La semana pasada, Conte designó a los miembros de su Gobierno después de que las bases del Movimiento 5 Estrellas dieran el visto bueno al acuerdo con el que su líder, Luigi di Maio, había llegado con el Partido Democrático. Y la elección de sus ministros no ha sido casual, especialmente la del nuevo responsable de las finanzas italianas, Roberto Gualtieri, cuya figura sugiere una postura mucho más proeuropea por parte de Italia. Y es que el país tiene un objetivo por encima de cualquier otro en esta legislatura: el de conseguir la aprobación de su presupuesto para 2020 por parte de Bruselas.

El que fuera jefe de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo, donde desempeñó un papel de liderazgo en la dirección de la agenda de integración financiera de la UE, y la nueva administración tendrán que gestionar, además, una de las deudas más elevadas del Viejo Continente y una economía que no ha crecido de manera constante durante más de dos décadas.

Con la elección de Gualtieri, Conte muestra en qué camino quiere poner ahora a Italia. No es cualquiera: lideró las audiencias trimestrales de Draghi y otros altos funcionarios y formó parte del grupo de legisladores que siguieron las negociaciones de Brexit para el Parlamento. "Cambiar las reglas fiscales de la UE, hacerlas más flexibles e ir más allá de una temporada de austeridad", respondía él mismo en una entrevista preguntado sobre cual de sus logros era del que se sentía más orgulloso.

Ahora tiene otro que conseguir, el de convencer a Europa de que las inversiones públicas y las medidas que necesita Italia para que su economía siga adelante no deben considerarse déficit, sino una base sobre el que construir una política económica expansiva, evitando un aumento del IVA, reduciendo el IRPF y estableciendo un salario mínimo, todo esto, con la exigencia de la UE de revisar las normas fiscales. Solo la primera de estas medidas supone encontrar un ahorro de aproximadamente 23.000 millones de euros.

Está por ver el devenir que tendrá en su cargo y, sobre todo, el del nuevo Gobierno, al que muchas firmas de análisis no dan más de un año de vida. "Gobernar será más complicado que acordar una coalición" ya que se trata de una "alianza incómoda", señala Berenberg. Y es que, además del deseo conjunto de evitar nuevas elecciones y mantener al líder de la Liga, Matteo Salvini, fuera del Gobierno, hay "poco amor entre los nuevos socios". Creen que "el riesgo de elecciones anticipadas y el regreso de Salvini como jefe de un Gobierno potencialmente más euroescéptico se cierne como una espada sobre Italia en el futuro previsible".

Una opinión compartida por Rabobank. Advierten que los problemas de Italia están lejos de acabar. "Es improbable que la ruptura de la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas traiga la estabilidad política necesaria para resolver los problemas que arrastra Italia".

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