• Es más, Margallo asegura que abrir la sucesión de Rajoy pondría en riesgo el futuro del PP
  • Pero a cambio, el PP renunciaría a una renovación y regeneración internas que son indispensables
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El ministro Margallo, probablemente el más potente del gabinete y el más cercano al presidente de gobierno por ideología y temperamento, está defendiendo con eficacia la posición del líder, acosado por los casos de corrupción, que han alcanzado la zona más sensible, el propio gobierno (Rajoy ha reconocido en diversas ocasiones que sólo asumiría responsabilidades personalmente si la corrupción llegara a algún político nombrado directamente por él, es decir, a un miembro del consejo de ministros).

El PP no remontará hasta que no se hayan afrontado de cara y con ímpetu los efectos perversos de la insoportable corrupción.

Hoy, en entrevista a ”El país”, el ministro de Asuntos Exteriores defiende la figura presidencial de quienes sugieren que se retire a un lado para facilitar la ‘’gran coalición’ –Margallo afirma que sería injusto que tuviera que apartarse “quien ha sacado a España del naufragio inminente” y quien es además el único capaz de conciliar todas las sensibilidades del PP- y niega que sea pertinente abrir ahora el debate interno sobre el liderazgo futuro en la formación conservadora: “abrir la sucesión de Rajoy pondría en riesgo el futuro del PP”.

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Todo indica que el sector más rajoyista del PP considera que este partido está a punto de alcanzar sus objetivos, lo que legitimaría la dudosa estrategia –o la no estrategia, si se prefiere decir así- de Rajoy en este enmarañado trayecto que arrancó el 20D. En efecto, las encuestas sugieren que tanto el PP como Ciudadanos subirían en las todavía hipotéticas (aunque muy probables) elecciones del 26J, lo que, en teoría permitiría (o casi) un gobierno PP-C’s, si Albert Rivera estuviese dispuesto a semejante alianza.

Tal posibilidad irrumpe en el debate interno que tiene lugar en el PP, desmonta la tesis de quienes defienden que el ‘tapón’ popular es actualmente el propio Rajoy y abona la de los que aseguran que una vez más la no precipitación y la capacidad de resistencia del líder habrían obrado el milagro.

La ventaja que ofrece la posición representada por Margallo es la estabilidad. A cambio, el PP renunciaría a una renovación y regeneración internas que son indispensables para que la formación conservadora renazca de sus cenizas y pueda superar su techo actual, que está en torno del 30% del electorado y del que no remontará hasta que no se hayan afrontado de cara y con ímpetu los efectos perversos de la insoportable corrupción.

Antonio Papell

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