• La segunda votación ha de tener lugar precisamente 48 horas después de la primera, según dispone tajantemente el artículo 99.3 de la Constitución
  • Parece claro que el mal ambiente entre los grupos políticos es el causante de este absurdo rifirrafe procesal
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Patxi López ha organizado una confusión innecesaria con la investidura de Pedro Sánchez. De entrada, es sencillamente incomprensible que el presidente del Congreso, asesorado por una legión de letrados de las Cortes –difícil oposición donde las haya-, se confunda de fecha al contabilizar los 54 días que, según la Constitución, deben mediar entre la disolución de las Cámaras y las siguientes elecciones generales.

Tal confusión ha obligado a López a modificar las previsiones iniciales, según las cuales la investidura se hubiera celebrado, según el esquema de las últimas ocasiones, los días 2 y 3 de marzo, con la primera votación ese mismo día 3 y con la segunda votación el día 5 si, como es muy previsible, Sánchez no sale investido en la primera votación del día 3.

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El referido error ha obligado a López a rectificar el inicial calendario y convocar la primera votación, que es la que marca el cómputo de los dos meses pasados los cuales hay que convocar elecciones, el día 2. Pero ha optado –y ahí está el lío- por el esquema que utilizó Felipe González tras las elecciones de 1982 y 1986 (en ambos casos, contando con mayoría absoluta), según el cual el primer día de la investidura sólo intervenía por la mañana el candidato, y las replicas se aplazaban a la mañana del día siguiente, de modo que la votación tenía lugar al final de toda la secuencia, bien entrada la noche del segundo día.

La segunda votación ha de tener lugar precisamente 48 horas después de la primera

Así pues, López ha dispuesto que Sánchez pronuncie su discurso el día 1 a las 12 de la mañana y que Rajoy inaugure la larga sesión del día 2… hasta la votación al final de todas las intervenciones. Tal secuencia no ha agradado al PP, que argumenta que con esta fórmula es posible que la votación tenga lugar ya entrado el día 3, con lo cual tampoco podría celebrarse las elecciones el 26 de junio, domingo, y deberían ser el lunes, 27, algo inusual en nuestro país.

Además –alega el PP-, la segunda votación ha de tener lugar precisamente 48 horas después de la primera, según dispone tajantemente el artículo 99.3 de la Constitución, por lo que podría no ser legal que el plazo fuera de más de 60 horas si la segunda votación fuese el día 5 al mediodía.

UNA DECISIÓN MARCADA POR EL MAL AMBIENTE ENTRE LOS PARTIDOS

Parece claro que el mal ambiente entre los grupos políticos es el causante de este absurdo rifirrafe procesal, que encrespa a una ciudadanía que ya está mosqueada por la conducta dilatoria y díscola de sus líderes, pero precisamente porque el clima es malo, convendría que Patxi López dejara sus experimentos para mejor ocasión y se ciñera al guión que todo el mundo conoce y que se ha puesto en práctica en las últimas ocasiones. Una rectificación a tiempo sería un gesto de conciliación.

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