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La volatilidad de las bolsas se ha disparado hasta máximos desde la crisis financiera de 2008, lo que da una idea del elevado nivel de pánico que se ha instalado en la mente de los inversores por la expansión del coronavirus.

El Índice VIX de volatilidad, referencia en Wall Street, se ha disparado un 350% en apenas un mes, hasta marcar un máximo anual en 69,26 puntos. La Bolsa de Nueva York, que marcó máximos históricos a mediados de febrero, al descontar un impacto transitorio por el coronavirus, se ha desplomado más del 20% en el mismo periodo y ha puesto fin al mercado alcista que se inició precisamente en marzo de 2009.

Por su parte, la caída de las bolsas europeas ha sido aún mayor, superior al 35% en el caso del Ibex 35, debido a la expansión del coronavirus en Italia, España, Francia y Alemania, los principales motores económicos de la zona euro que amenazan con griparse por el impacto del Covid-19.

Al impacto del coronavirus se ha unido el shock del petróleo, que se desplomó un 24% el pasado lunes por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudí. Esto ha provocado un desplome histórico de las petroleras a nivel mundial, que ha añadido más presión vendedora a las bolsas mundiales.

El coronavirus supone un "shock de oferta y demanda simultáneo" difícil de parar, afirma John Velis, estratega de Bank of New York Mellon. Esta inusual característica de la crisis actual es tal vez la que más está afectando a los mercados, que un principio consideraron transitorio el impacto económico del Covid-19.

"Los choques de oferta y demanda son simultáneos y difíciles de separar, y no responden tan bien a los ajustes de la política monetaria", explica este analista. De ahí las enormes dudas del mercado en estos momentos. El otro canal es a través de las condiciones financieras. Un desplome de las bolsas y condiciones crediticias más estrictas perjudican el consumo y la producción al hacer que las condiciones financieras sean mucho más restrictivas.

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