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La acumulación de varios factores, muchos de ellos inéditos, pero todos interrelacionados, están generando un entorno de gran incertidumbre económica que aumenta de manera significativa el riesgo de recesión a corto plazo. Un escenario que podría producirse en los primeros trimestres de 2023 tanto en EEUU como en Europa. Es la previsión de Inversis, que estima un recorte de 0,5 puntos del PIB global para cerrar el año en el 2,4%.

La firma considera que la economía mundial se enfrenta a un nuevo freno en las expectativas de crecimiento debido a la suma de varios factores, principalmente la guerra en Ucrania, la inflación y el alza de tipos de interés, a los que se unen un desabastecimiento global en muchos sectores productivos y la debilidad de la economía china que sigue arrastrando las restricciones COVID, según ha explicado su estratega jefe macroeconómico, Ignacio Muñoz-Alonso, durante la exposición de su visión global y regional del actual escenario macroeconómico en base al cual prepara su estrategia de inversión para el cuarto trimestre de 2022.

En cuanto al crecimiento económico, calcula que el PIB de EEUU se resentirá de manera notable ya en 2022, con una rebaja de su PIB del 1,5%, con respecto a las previsiones de mitad de año para cerrarlo con apenas dos décimas en positivo. La solidez de varios sectores y la tensión del mercado laboral están evitando que, de momento, su economía entre en recesión, pero las decisiones de la Fed podrían provocar que este escenario se materialice a lo largo de 2023. En todo caso se espera que, de producirse, esa recesión sea relativamente corta y que la economía estadounidense vuelva a terreno positivo en 2024.

En Europa, aunque mejora las previsiones de crecimiento un 0,2% hasta el 2,8%, tampoco se puede descartar una recesión con la llegada de 2023. La economía de la zona euro comienza a dar síntomas de agotamiento después de dos trimestres en los que ha registrado crecimientos por encima de lo esperado. El impulso que supuso hasta mitad de año la contribución de los flujos comerciales, la relajación de los cuellos de botella y el levantamiento de las restricciones COVID se frena ahora con la presión inflacionista, la subida de tipos y sobre todo la incertidumbre del suministro de gas y la evolución de la guerra en Ucrania.

INFLACIÓN MÁS INTENSA

La mayoría de los analistas coinciden con Inversis en que la espiral de precios del último año, lejos de ser un episodio temporal, tendrá carácter global y más pronunciada de lo inicialmente previsto. Sin embargo, las causas de esta inflación son distintas dependiendo de cada región.

En el caso de EEUU tiene un origen más endógeno, provocado por la tensión entre oferta y demanda agregadas, resultado de las políticas expansivas implementadas durante la pandemia y el consecuente estrechamiento de los canales de oferta. Aunque la tendencia desde junio muestra una normalización de las cadenas productivas, el continuo aumento de la inflación subyacente se ha convertido en el principal motivo de preocupación de la Fed.

En el caso de la zona euro, la inflación sigue dominada por factores de oferta. Especialmente el desplome del suministro de gas que ha disparado hasta 10 veces su precio y un verano especialmente seco que está afectando al transporte, la agricultura y la refrigeración de las centrales nucleares. Este escenario hace prever una inflación alta, en el entorno del 9%, cifra que podría superarse si se complica el acceso a fuentes alternativas de energía durante el invierno.

Con este escenario, Inversis ha hecho referencia al papel de los bancos centrales. Cree que todo apunta a que la Fed va a mantener su política de subidas agresivas de tipos de interés para doblegar la inflación aún a costa de provocar una recesión económica en EEUU. Para final de año las proyecciones de la Reserva Federal apuntan a dos nuevas subidas, en total 1,25 puntos, lo que elevaría los tipos por encima del 4,4%. El objetivo de alcanzar una inflación del 2% se retrasaría a 2025.

A diferencia de la Fed, el BCE se enfrenta a una economía que todavía no ha recuperado sus niveles prepandemia y, por tanto, más vulnerable. El giro de actitud, priorizando tipos sobre balance, hacen pensar en una consolidación de las inercias inflacionarias en Europa. El BCE continuará dentro de la senda emprendida, pudiendo quizá fijar los tipos de depósito en el 1,75% a principios de 2023 para hacer una pausa y gestionar la desaceleración, posible recesión, que esta decisión puede acarrear.

ESTRATEGIA DE INVERSIÓN

Con la incertidumbre actual, la estrategia de Asset Allocation de Inversis para el cuarto trimestre de 2022 pasa por la cautela en renta variable y recuperar el benchmark en renta fija, aunque no esté exento de turbulencias.

En este sentido, señalan que la renta fija continúa corrigiendo desde principio de año, aunque la inversión de las curvas ofrece una ventana de seguridad para inversores conservadores. La toma de posiciones con duraciones cortas puede ya empezar a ofrecer alternativas a los inversores con liquidez que opten por reducir riesgos en las circunstancias actuales. Cautos sobre el efecto de los tipos sobre crédito corporativo a medio plazo por el impacto de la desaceleración sobre ingresos corporativos y el endurecimiento de las condiciones financieras. En esta línea, Inversis se decanta por los bonos de mayor calidad crediticia en Europa y en los de EEUU y por las empresas con poco apalancamiento y balances sólidos.

En cuanto a la renta variable, las acciones continúan sufriendo el castigo de la incertidumbre y en un entorno muy volátil marcado por los tipos de interés, el riesgo de recesión, la rotación de las carteras a renta fija y las mayores tasas de descuento. Aún así, puede ser una buena opción. Se propone esperar a tener más visibilidad sobre crecimiento e ingresos corporativos antes de retomar posiciones neutrales en renta variable.

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