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EUROPA PRESS - Archivo

Los datos del Banco Central Europeo (BCE) confirman que, año tras año, los pagos efectuados a través de medios electrónicos no paran de aumentar, en detrimento del dinero en metálico. Pese a las dificultades que aún se encuentran en algunos establecimientos para abonar las compras con tarjeta o se exige un importe mínimo para hacerlo, gran parte de las empresas dan un plazo de 10 años para que en España se diga adiós al efectivo.

Muchos países, sobre todo del norte de Europa, están más cerca de esta realidad, promoviendo activamente las transacciones sin efectivo de por medio. Suecia, por ejemplo, ya ha dicho que lo hará desaparecer en un periodo de cuatro años. Al mismo tiempo, muchos mercados emergentes están cogiendo la delantera en la implantación de los pagos por móvil.

Entre los consumidores, el uso de las tarjetas de crédito y débito está plenamente extendido y las aplicaciones de pago electrónico a través del teléfono móvil cada vez cuentan con más adeptos. Según datos del Banco de España, en nuestro país existen tantas tarjetas como nunca había habido antes en circulación, gracias sobre todo al repunte de las de débito. Además, desde que comenzó a funcionar el 'contactless', esta tecnología ha crecido cerca de un 90%. Un sistema que se sitúa como el preferido para dos de cada tres consumidores españoles, como detalla un barómetro de Mastercard.

En este escenario, las empresas son optimistas y más del 40% opina que España podría ser un país sin efectivo en 2030. Sin embargo, nuestro país se sitúa por debajo de la media europea y como uno de los seis países del Viejo Continente que ven más lejana la implantación de una sociedad sin efectivo. Así lo señalan en el Informe Europeo de Pagos elaborador por Intrum. También hay dentro de cada región. Así, los madrileños son los que ven en fin del dinero en metálico más cerca. Un 52% lo prevé en menos de 10 años. Les siguen los aragoneses y los valencianos, con un 50%. Por contra, en Murcia 7 de cada 10 empresas creen que nunca llegará a desaparecer el efectivo, algo similar a lo que consideran las castellanoleonesas (69%) o las gallegas (67%).

No obstante, un mundo sin efectivo también genera incertidumbres. En cuanto a los costes, un 21% de las organizaciones españolas apunta que esto provocará que aumenten, frente al 35% que cree que estos costes descenderán. Por otro lado, solo 2 de cada 10 empresas españolas piensa que los nuevos métodos de pago conllevarán una reducción del número de clientes. En relación a la posible exposición a ciertos riesgos, el 40% asegura que los ciberataques se incrementarán si todos los pagos se realizan online. Una valoración 12 puntos por debajo de la media europea.

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