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El primer ministro de Reino Unido, Boris JohnsonSimon Dawson/PA Wire/dpa

En tan solo seis meses Reino Unido romperá finalmente sus lazos con la Unión Europea (UE) y el ansiado acuerdo comercial satisfactorio para ambas parte está lejos de alcanzarse. Este lunes han arrancado ocho intensas semanas de negociaciones que definirán cómo serán las relaciones entre los antiguos socios desde el 1 de enero de 2021 y las asperezas por limar son tantas que los bloques negociadores tienen serias reservas sobre que se llegue a un consenso a finales de agosto.

La ‘nueva normalidad’ tras el Covid-19 ha permitido el primer encuentro cara a cara en meses, con la esperanza de que el cambio de tercio permita que fluyan las negociaciones que quedaron truncadas por la pandemia. Y precisamente el virus actuará como acicate para que Londres y Bruselas flexibilicen posiciones y propiciará que “ambas partes logren compensaciones aceptables para culminar un trato”, señalan los expertos de Berenberg. “El contexto político importa”, explican y agregan que “Londres tiene más ganas de cerrar un pacto de lo que deja notar de puertas afuera”.

“Hay señales de que ambas partes tienen la intención de suavizar sus posiciones en las negociaciones”, apuntan por su parte los economistas de Danske Bank. Sin embargo, todos los expertos consultados coinciden en subrayar que mucho tienen que cambiar las cosas para cumplir con el calendario fijado: contar con un borrador a finales del verano para presentarlo en la cumbre de la UE de octubre.

Desde el brote de coronavirus, las conversaciones sobre cómo encajarán ambas partes después del 31 de diciembre, que abarcan un acuerdo de libre comercio integral, así como la cooperación en otras áreas como la seguridad, la aviación y el derecho políticamente sensible a pescar en aguas británicas, han continuado por vídeoconferencia. El proceso ha sido difícil de manejar e implica hasta 100 personas en cada lado, por lo que las negociaciones se dividen en 11 subgrupos que abarcan cada tema.

Si bien los tres años de negociaciones posteriores al referéndum de 2016 abordaron los términos de la salida del Reino Unido de la UE, se acordó poco sobre lo que sucedería después. Ahora, en medio año debe concretarse, después de que el primer ministro británico, Boris Johnson, se negara a pedir una nueva prorroga, lo que quiere decir que esta vez, a diferencia de muchas anteriores en el Brexit, es de verdad. En los últimos cuatro meses de conversaciones, las dos partes apenas se han movido más allá de recitar los guiones que detallaban sus posiciones iniciales, según varias personas involucradas, que cita ‘Bloomberg’.

Por este motivo, Danske Bank avisa de que hay hasta un 65% de posibilidades de que el pacto al que lleguen sea un “simple acuerdo de libre comercio de bienes (no servicios) en otoño”. “No esperamos ningún avance este verano”, comentan y advierten que “todavía asignamos un 35% de probabilidad de un Brexit sin acuerdo para fin de año”. En Berenberg, en cambio, rebajan al 5% el riesgo del 'hard-Brexit', mientras que no se muestran optimistas en sus pronósticos hacia la idea de que haya un acuerdo pleno entre ambas partes (35%). Se inclinan por que “acuerden algunas medidas modestas para evitar una salida desordenada y dura (60%)” y aventuran que se irán puliendo otros aspectos en los años venideros.

De hecho, el papel de la pandemia tiene un peso específico en este punto ya que es posible que el virus obligue a replantear grandes áreas a escala global, desde el comercio internacional o el propio funcionamiento de las fronteras, al transporte de viajeros, o el turismo en general. “¿Es buen momento entonces para negociar un acuerdo que podría verse afectado por este tipo de circunstancias?”, se preguntan los expertos de Self Bank en un artículo.

A pesar de la inmensa presión por el escaso tiempo y las líneas rojas de ambos lados, como la frontera en Irlanda del Norte, los bloques negociadores se muestran más esperanzados de lo que han sido durante todo el año. Y “el impacto combinado de la pandemia y el Brexit en la economía” es algo a tener en cuenta, abundan los analistas del banco de inversión. Pero queda un largo camino por recorrer, y una gran cantidad de variables que podrían arruinar un acuerdo, particularmente cuando líderes como el presidente francés Emmanuel Macron o la canciller alemana Angela Merkel, comiencen a prestarle atención después del verano. Para entonces, cualquier acuerdo naciente podría ser solo un eco del ambicioso pacto que acariciaba la UE.

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