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Nunca la expresión “mucho ha llovido” fue tan precisa como para referirse a todo lo que ha pasado desde la última reunión del Banco Central Europeo (BCE) del mes de marzo. Después de que la entidad presidida por Christine Lagarde ofreciera generosos estímulos e incrementara la liquidez hace aproximadamente un mes y medio, cuando la Eurozona se hallaba a las puertas de una crisis crediticia que habría hecho palidecer a la de 2012, el banco central ha estado muy activo a través de encuentros espontáneos y conferencias telefónicas. El supervisor monetario ha lanzado un paquete especial de compras que elevan el total a 1,1 billones este año y ha ajustado significativamente sus requisitos para aceptar activos como garantía de los bancos.

Por este motivo, la mayoría de expertos consultados apuestan porque el instituto emisor mantenga el rumbo sin cambios adicionales en la reunión de este mes de abril, en la que creen que se reafirmará en los pasos tomados. “No se espera ninguna de decisión de política monetaria de largo alcance”, señala Konstanti Veit, analista de PIMCO. Coincide con otras gestoras y casas de análisis en que el BCE tendrá que ampliar la cantidad de sus compras “con el paso del tiempo” hasta aproximar el Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP), actualmente dotado con 750.000 millones de euros -el 6% del PIB de la zona euro-, a la expansión cuantitativa (quantitative easing -QE-) infinita que ya ha implementado la Reserva Federal (Fed) a través de hasta nueve programas de créditos.

Este paso lo tomará “seguramente en junio”, prevén los expertos. Concretamente, los economistas de Berenberg apuntan a que la extensión será “por lo menos de otros 500.000 millones de euros”, sin embargo no descartan que “temporalmente se retire cualquier límite”, en una acción similar a la adoptada también por el Banco de Japón a inicios de esta semana. El monto de deuda emitida por los gobiernos de la Eurozona este año probablemente eclipsará al poco más de un billón de euros que BCE se ha comprometido con PEPP y su programa regular de compra de activos (APP). Para evitar que algunos de los estados de la eurozona se vean atrapados en una espiral de costes de financiación, el BCE continuará acumulando grandes cantidades de estas emisiones. “Dada la velocidad a la que el BCE ha comprado bonos desde el anuncio de PEPP el 18 de marzo -ya ha adquirido casi 100.000 millones-, podría alcanzar su límite de PEPP en otoño”, creen los economistas alemanes.

Por lo tanto, el BCE se puede permitir esperar por ahora y hacer estos anuncios en su última reunión antes del verano, ya que contará con más datos económicos para medir el impacto de la pandemia y tendrá una mejor idea de cuánto necesita inyectar. “El trabajo de emergencia ya está hecho”, valoran desde Berenberg y buena muestra son las primas de riesgo que, al margen de repuntes puntuales fruto de que la tensión en la deuda no se ha desvanecido del todo, se han relajado.

Veit considera que también que, pasado un tiempo, se podrían añadir nuevos activos elegibles dentro del PEPP, mientras que Gilles Moëc, economista jefe de Axa Investment Managers advierte que “la capacidad de ampliar el estímulo del supervisor monetario no es infinita”. Así, el experto señala que, aunque el BCE está listo para desviarse significativamente de la clave de capital durante algún tiempo, "existen límites para tal sesgo". Por ello, indica que "sería necesario un aumento preventivo en el tamaño del PEPP", pero "no esperamos un anuncio tan determinante esta semana”, subraya, al igual que otras firmas interpeladas.

En cuando a qué está dispuesto a hacer el banco central este jueves, Veit expresa su convicción de que “el BCE reiterará con contundencia su disposición a hacer todo lo que sea necesario” y, entre otras cosas, “tiene la oportunidad de aclarar que tratamiento le dará a los activos “fallen angel” dentro de los distintos programas de compras”. “Creemos que el BCE seguirá comprando activos que fueron degradados después del pasado 7 de abril y que mantienen al menos un rating de BB, pero esto no abre la puerta a una compra amplia e indiscriminada de toda clase de papel de inversión de alto riesgo”, comenta. La entidad pilotada por Lagarde “podría incluso dar un paso más y comprar bonos de entidades bancarias”, precisan por su parte los expertos de ING.

En cuanto a los tipos de interés, el BCE probablemente mantendrá sus principales tasas de interés sin cambios (tasa de depósito al -0,5%, tasa de refinanciación principal al 0%, tasa marginal de crédito en el 0,25%), pero “podría decidir reducir su tasa efectiva de préstamo a largo plazo operaciones de refinanciación de 25 puntos básicos a 50 puntos básicos por debajo de la tasa de depósito actual, que es de -0,75% a -1%”, avisan desde Berenberg. Este paso “ayudaría tanto a satisfacer las crecientes necesidades de liquidez como a aumentar la rentabilidad de los bancos”, como mostró la propia encuesta de préstamos bancarios del BCE publicada el martes. “Un apoyo de estas características para los bancos y sus clientes sería mucho menos controvertido que el compromiso de comprar bonos bancarios”, argumentan los economistas de la entidad germana.

Por último, los analistas también destacan que la clave de esta reunión estará en la comunicación y en cómo Lagarde transmite la postura del banco al mercado, después del fiasco del mes de marzo. “El BCE debe continuar mostrando, sin fisuras, que apoyará hasta las últimas consecuencias el funcionamiento del sistema bancario, la economía de la zona euro y la moneda única”, comenta Neil Wilson analista de Markets.com. Por lo tanto, gran parte de la rueda de prensa posterior se centrará en los esfuerzos del Consejo Europeo para poner en marcha el llamado ‘Plan Marshall’ de recuperación tras el virus.

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