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Estación de servicio Shell.SHELL - Archivo

El beneficio de Royal Dutch Shell cayó el año pasado a su nivel más bajo en al menos dos décadas, ya que la pandemia de coronavirus afectó a la demanda de energía en todo el mundo.

La producción de petróleo y gas de Shell, así como sus beneficios por el refinado de crudo, descendieron bruscamente el año pasado, pero Shell pudo evitar las enormes pérdidas de sus rivales gracias a la solidez de sus operaciones comerciales y a las ventas en su red de más de 45.000 gasolineras, donde también tiene tiendas.

Shell obtuvo un beneficio de 4.850 millones de dólares en 2020. Esto se compara con un beneficio de 16.500 millones de dólares para todo el año 2019, lo que refleja una caída del 71%. Los analistas esperaban que el beneficio neto para todo el año 2020 fuera de 5.150 millones de dólares.

Para el último trimestre de 2020, Shell reportó ganancias ajustadas de 393 millones de dólares, por debajo de las expectativas de los analistas de 470,5 millones de dólares.

La compañía ha anticipado que aumentará su dividendo del primer trimestre a 0,1735 dólares por acción, lo que supone un incremento del 4% respecto al trimestre anterior.

El consejero delegado de Shell, Ben van Beurden, describió 2020 como un año "extraordinario".

"Hemos tomado medidas duras, pero decisivas, y hemos demostrado una gran resistencia operativa, al tiempo que cuidamos de nuestra gente, nuestros clientes y nuestras comunidades. Salimos de 2020 con un balance más fuerte, listos para acelerar nuestra estrategia y trabajar en el futuro de la energía", dijo van Beurden en un comunicado.

Shell está planeando una importante reestructuración como parte de su plan para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero en los próximos 30 años. Tiene previsto suprimir 9.000 puestos de trabajo, es decir, más del 10% de su plantilla, en el marco de su transición a la energía con bajas emisiones de carbono.

La reducción de costes es vital para los planes de Shell de entrar en el sector de la energía y las renovables, donde los márgenes suelen ser más bajos que los de los combustibles fósiles.

La deuda neta de Shell al final del cuarto trimestre aumentó en unos 2.000 millones de dólares con respecto al trimestre anterior, hasta los 75.400 millones de dólares, y su apalancamiento -o relación deuda-capital- subió al 32,3%.

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