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Desde la publicación del Plan de la Comisión Europea en 2018, las finanzas sostenibles han ido subiendo en la agenda legislativa europea, con una serie de nuevas regulaciones que intentan definir lo que es -y lo que no es- sostenible.

En el centro de esas reformas se encuentra el Reglamento sobre Taxonomía, firmado finalmente el año pasado, el cual se encarga de establecer una definición coherente de lo que se califica como 'verde', siendo un primer paso esencial para reorientar los flujos de capital a las actividades de este tipo. Para ser calificada como 'verde' en este marco, una actividad debe cumplir unos parámetros establecidos para demostrar una contribución sustancial a uno de los seis objetivos medioambientales, y no comprometer o perjudicar a los otros cinco.

Estos objetivo consisten en la mitigación del cambio climático; la adaptación al cambio climático; uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos; transición hacia una economía circular; prevención y control de la contaminación; y protección y recuperación de la biodiversidad y los ecosistemas.

Durante los próximos años, los gestores, bancos y empresas no financieras, deberán calcular y comunicar la proporción de su negocio que se ajusta a los criterios establecidos en la Taxonomía, para ofrecer a sus accionistas una idea de su exposición a estos activos, actividades y empresas 'más verdes'.

No obstante, las criterios técnicos de selección aún se encuentran en fase de revisión y los requisitos de información no se hayan en vigor. Con lo cual, aún no se dispone de datos suficientes de ninguno de los tres grupos mencionados. Según, estimaciones de la gestora La Française, solo una parte "muy pequeña" de la economía se encuentra actualmente alienada con esta normativa. "Parece indiscutible que este porcentaje debe aumentar con el tiempo si queremos construir una economía más sostenible, pero la cuestión de hasta dónde llega sigue siendo objeto de debate", indican desde la firma.

LOS BANCOS Y EL RATIO DE ACTIVOS 'VERDES'

En el caso de los bancos y otras entidades de crédito, se espera que la divulgación de la Taxonomía adopte la forma del Ratio de Activos Verdes (GAR). Propuesto por primera vez por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) en marzo de 2021, este coeficiente requerirá que los bancos informen de la proporción de préstamos, anticipos y títulos de deuda alineados con la Taxonomía, como porcentaje de la exposición total del balance.

Los bancos también tendrán que informar sobre indicadores similares relativos a la parte de las exposiciones fuera de balance, las operaciones de negociación y los honorarios y comisiones por trabajos de asesoramiento derivados de la actividad ecológica.

La Française remarca que ningún banco informó de que la financiación verde en 2020 alcanzara dos cifras como porcentaje de los préstamos netos. La media de los bancos que declararon una cifra fue de sólo el 1,2%. Standard Chartered registró el porcentaje más alto, con un 7,8%. En términos absolutos, el Banco Industrial y Comercial de China encabezó la lista (cabe remarcar que es el mayor banco del mundo por activos), añadiendo 75.800 millones de dólares en 'créditos verdes' a su balance el año pasado, el 2,7% de los préstamos netos. "Si tenemos en cuenta la probabilidad de que estas cifras propias adopten una interpretación más laxa de lo 'verde' que los estrictos criterios atribuidos por la Taxonomía, estos bajos niveles resultan aún más graves", apunta la gestora.

En el extremo opuesto del espectro, la historia es muy parecida. Según el conjunto de datos de la RAN, la financiación media de los combustibles fósiles de estos más de 50 bancos representó sólo el 2,3% de los préstamos netos en 2020. Goldman Sachs y Morgan Stanley destacan como valores atípicos, ya que la financiación de los combustibles fósiles representa el 16% y el 15% de los préstamos, respectivamente, pero en ambos casos, los préstamos representan sólo el 10-15% de los activos totales, lo que puede explicar el gran salto entre estos dos, y el siguiente mayor, con un 7%.

Estas cifras preliminares indican que la mayor parte de la actividad sigue sin categorizarse, remarcan desde La Française. Pero lo más importante es que "neutral" no significa "neutral en carbono". Por un lado, añaden, una cartera de préstamos global y diversificada debería ser naturalmente más ecológica con el tiempo, a medida que las empresas establezcan y cumplan sus objetivos de reducción de emisiones. Por otro lado, el riesgo climático evolucionará con el tiempo y puede empezar a afectar a sectores y actividades que actualmente no consideramos ni 'verdes' ni 'marrones'.

"Es decir, junto a los esfuerzos por reducir la financiación de los combustibles fósiles y aumentar el apoyo a la actividad 'verde', los bancos no deberían ignorar lo que hay entre estos dos extremos. Animamos a los bancos a adoptar una visión holística de los riesgos y oportunidades relacionados con el clima y a considerar el impacto de su apoyo a todas las partes de la economía, no sólo a determinados sectores e industrias", concluyen desde la gestora.

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