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Planta de semiconductores.

La escasez de semiconductores está afectado al sector de la industria. En un mundo cada vez más necesitado de datos, los problemas de desabastecimiento hacen saltar las alarmas. Desde 2018, las máquinas han superado a las personas en su capacidad de generar datos y el 5G se podría volver inalcanzable por la insuficiencia de chips.

El objetivo de los países es conseguir la autosuficiencia de semiconductores. China, por ejemplo, ha situado como prioridad nacional la independencia de los chips, mientras que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha propuesto construir una cadena de suministro apostando por la fabricación nacional. Además, en la carrera internacional, la UE también está considerando fabricar sus propios chips, tal y como apunta Bloomberg en su informe 'La escasez de chips sigue empeorando'.

Y es que los semiconductores forman parte de la economía mundial. Se trata de chips avanzados y complejos que pueden marcar las tensiones geopolíticas en un mundo virtual que ya ha visto crecer el número de pedidos destinados a ordenadores personales, dispositivos de videojuegos, electrodomésticos y aplicaciones basadas en la nube.

"Los semiconductores van a impulsar el crecimiento de la economía mundial durante los próximos diez años en un mundo cada vez más ávido de datos, al igual que el petróleo impulsó el auge de las economías industriales en el último siglo", recoge el informe 'Los semiconductores podrían convertirse en el nuevo petróleo', de la gestora de fondos Capital Group.

Para satisfacer la nueva demanda se avecina un gran ciclo de gasto. Según el informe, las mayores compañías de semiconductores del mundo planean gastar miles de millones de dólares en nuevas instalaciones. Es el caso de la compañía líder del sector, Taiwan Semiconductor Manufacturing, que va a destinar 100.000 millones de dólares hasta 2023 para construir nuevas instalaciones de fabricación de chips y una gran fábrica en Arizona.

OBJETIVO: REDUCIR EL CONSUMO ELÉCTRICO

Si los chips se consideran una prioridad de seguridad nacional es porque la mayoría de datos ya son creados por máquinas que requieren una enorme potencia de procesamiento, y el reto consiste en aumentar esa potencia y reducir el consumo eléctrico.

Son, en definitiva, cantidades de datos que no están en nuestros teléfonos. Se encuentran en centros de datos, unos centros que representan, en la actualidad, el 3% del consumo mundial de electricidad. En 10 años podrían llegar a representar el 25% del consumo de electricidad y el diseño de semiconductores puede reducir en un 30% el consumo eléctrico en estos componentes

TAN PEQUEÑO COMO COMPLEJO

La fabricación de un chip dura más de tres meses y requiere grandes fábricas, salas libres de polvo, máquinas complejas, estaño fundido y láseres. El objetivo final es transformar obleas de silicio, un elemento extraído de la arena, en una red de millones de pequeños interruptores llamados transistores que forman la base de los circuitos que luego dan lugar a un teléfono, un ordenador, un automóvil, una lavadora o un satélite.

El primer microprocesador de Intel, el modelo 4004, fue lanzado en 1971. Sin embargo, mucho se ha avanzado desde entonces: el liderazgo indiscutible de Intel terminó entre 2015 y 2020, cuando sus rivales Taiwan Semiconductor Manufacturing y Samsung Electronics empezaron a construir chips con mejores transistores.

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