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A Un estelar 2017 para los mercados emergentes ha sucedido una aguda corrección a causa del alza del dólar, la escalada del conflicto comercial entre China y EEUU o la incertidumbre que despiertan las relaciones geopolíticas entre la Administración de Donald Trump y el resto del mundo, aparte de la crisis de la lira turca. Situaciones que hacen pensar a los mercados que no hay dos sin tres, mientras los inversores tienen una sola pregunta en mente: ¿quién será el siguiente?

El dudoso honor se lo rifan Brasil, Sudáfrica y Rusia, tres de las economías más vulnerables en lo que queda de año. Sus divisas, junto al peso argentino y la lira turca, cierran el quinteto de las monedas más frágiles del mundo, según los analistas de Danske Bank.

Si bien la moneda otomana, con su agónica depreciación del 47% en lo que va de año y las previsiones pesimistas que se ciernen sobre el país de cara a 2019, ocupa la primera posición del podio, el peso argentino no se queda atrás con su caída del 66,5% desde enero. Sin embargo, hay una gran diferencia en lo que el destino depara a ambas naciones, argumentan los expertos del banco de inversión con sede en Copenhague. “Argentina ha buscado ayuda del Fondo Monetario Internacional, que ha acordado un programa de reforma integral que incluye más independencia para el banco central, lo que permite la flexibilidad del tipo de cambio y el ajuste fiscal”, agregan.

Hasta la fecha, el Gobierno del país ha demostrado un elevado grado de compromiso con el programa que ofrece una línea de apoyo financiero felxible de 30.000 millones de dólares al Ejecutivo de Mauricio Macri y el banco central ha reaccionado a la presión externa, elevando la tasa del peso al 45%. Con todo, la moneda se halla muy cerca de sus mínimos históricos por encima de las 31 unidades por dólar, aunque “tiene grandes posibilidades de rebotar con energía una vez mejoren las previsiones para los países en desarrollo”, apuntan en Danske Bank.

Turquía, en cambio, no tiene visos de mejorar y las apuestas de analistas y economistas se apilan en contra de una economía con una elevada posición de inversión neta negativa y de déficit de cuenta corriente. Expertos de Ebury esperan una mayor depreciación en la moneda eurasiática, a no ser que el país sea capaz de enderezar sus relaciones diplomáticas con EEUU. Una postura con la que coincide Danske Bank, que añade que la presión proseguirá mientras el banco central “no dé un puñetazo en la mesa y eleve los tipos de forma significativa”.

Brasil es capaz de mantener el contagio limitado, siempre que “no escale en una crisis”

BRASIL, RUSIA Y SUDÁFRICA, ¿QUIÉN SIGUE?

Menos vapuleada, pero de vital importancia ya que, indican estos expertos, es la región que mantendrá el contagio limitado, siempre que “no escale en una crisis”, Brasil se enfrenta a unas elecciones en octubre que elevarán la volatilidad en el real brasileño en las próximas semanas. Por el momento, su caída en 2018 asciende al 24% y los expertos del banco danés descartan que el mínimo de más de dos años y medio del 24 de agosto, en los 4,11 reales por dólar, sea el suelo de la moneda brasileña.

“Aumentará la presión a medida que se aproxime la cita con las urnas”, aseguran, y avanzan que la situación se volverá peligrosa para toda Latinoamérica si el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, alcanza la presidencia. Una posibilidad que no barajan en sus predicciones ya que la Justicia del país ha prohibido que pueda presentar su candidatura.

Otra nación que comparte con Turquía la animadversión estadounidense es Sudáfrica. De todos los países puestos en cuarentena por los invasores es el que presenta los fundamentales más débiles y también el que más perjudicado se ha visto por la crisis turca. Recientemente, las críticas del presidente de los EEUU, Donald Trump, a una propuesta de reforma de la distribución de tierras en el país, también han elevado la presión en su divida, el rand sudafricano, al insinuar que Washington podría embarcarse en una ronda de sanciones similares a las aplicadas al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan.

“A su favor juega que el banco central sudafricano y su Ministerio de Finanzas gozan de una independencia que no tienen en Turquía”, exponen desde Danske Bank, aunque también indican que “la presión se mantendrá en la moneda, que se ha dejado un 15,5% en lo que va de año”.

Por último, Rusia presenta unos fundamentales económicos mucho más fuertes que los otros países. Sin embargo, dos nuevos paquetes de duras sanciones estadounidenses anunciados a principios de agosto “despiertan dudas sobre la trayectoria futura de la economía rusa y de su sector financiero”, subrayan desde la entidad danesa. Este hecho pesará en el rublo que podría caer un 10%, que se añadiría al 20% que ya ha cedido la moneda rusa en los últimos casi nueve meses.

A las cuestiones domésticas, los economistas de Danske Bank añaden los riesgos que se desprenden de la guerra comercial entre China y EEUU, que aseveran que se intensificará entre septiembre y octubre, por lo que auguran una nueva debacle en los países en desarrollo. “Las tensiones arancelarias entre las dos primeras potencias mundiales tienen el potencial de impactar por igual a todos los emergentes”, redondean.

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