• Linde subraya el contraste entre la baja inflación y la histórica descarga monetaria de los últimos años
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El gobernador del Banco de España, Luis María LindeEUROPA PRESS

¡Todos a estudiar! Los banqueros centrales están 'revisitando' los manuales académicos para buscar explicaciones a lo que está ocurriendo. Sus últimos discursos lo delatan, porque cada vez incluyen más referencias a conceptos teóricos, como la 'curva de Phillips', la holgura laboral o las siglas NAIRU. Y el último del gobernador del Banco de España (BdE), Luis María Linde, así lo confirma.

Ha sido este jueves, en Madrid, para dar la bienvenida a la Primera Conferencia Anual de Investigación del BdE. Como el evento tiene un marcado carácter investigador y académico, Linde ha aprovechado su discurso para enfatizar precisamente eso, la necesidad de que los bancos centrales y los académicos colaboren para buscar respuestas a los desafíos que la crisis ha dejado como herencia.

En especial, uno, que es el que trae de cabeza a los principales bancos centrales del mundo. "Necesitamos entender las causas y las consecuencias de los bajos niveles de inflación actuales en la mayoría de las economías desarrolladas, a pesar del hecho de que la mayoría de los principales bancos centrales han introducido medidas monetarias sin precedentes para respaldar la actividad y el crecimiento", ha demandado en su discurso.

Constata así el desconcierto imperante, que es el que está empujando a los 'señores del dinero' a desempolvar sus manuales y a pedir la asistencia de la comunidad académica. Porque parece que los conceptos o las secuencias que en el pasado funcionaban ya no lo hacen ahora. Buscan rastros de la 'curva de Phillips', que establece que el descenso del paro impulsa la inflación por los efectos de la demanda agregada, pero apenas los encuentran. Revisan los niveles de paro que en el pasado actuaban como catalizadores de la inflación, que se encaja en las siglas NAIRU -tasas de desempleo no aceleradoras de la inflación-, porque no les encaja que con los bajos niveles de paro actuales, principalmente en EEUU, donde está en el 4,3%, no emerjan más presiones inflacionistas.

Los banqueros centrales son conscientes de que una lectura equivocada de los actuales niveles de inflación confundirá su actuación y sembrará, sin duda, el terreno para la siguiente crisis

La petición de Linde no es la primera. Ni mucho menos. Prolonga, de hecho, la lanzada por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en Sintra (Portugal) a finales de junio. Allí mostró su lado más académico, precisamente, para manifestar que hay muchos aspectos que chirrían en la maquinaria económica actual. Y ocurre lo mismo en EEUU, donde buscan y rebuscan explicaciones al motivo por el que un paro inferior al 5% y un ciclo expansivo que arrancó a mediados de 2009 -y que es ya el tercero más longevo desde mediados del siglo XIX- no 'fabrican' inflación.

En la Eurozona, aunque ha repuntado en los últimos meses, la inflación se encuentra en el 1,5%, todavía lejos del objetivo del BCE de situarla por debajo, pero cerca, del 2% a medio plazo. De hecho, la institución vaticina que no se acercará a ese nivel al menos hasta 2019. En Estados Unidos, en julio se situó en el 1,7%, también por debajo del objetivo del 2%.

MUCHO MÁS QUE UN CAPRICHO TEÓRICO

Si los banqueros centrales se muestran preocupados por estas cuestiones no se debe a una cuestión teórica, a una mera cuestión intelectual. Lo están porque son extremadamente conscientes de que si no descifran correctamente en el escenario actual el mundo se expondrá a consecuencias severas.

Tienen un precedente muy próximo: la Gran Recesión. La crisis desatada en 2007 y agravada en 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers contó con los bancos centrales y sus políticas monetarias como claros instigadores. Los bajos tipos de interés vigentes entre 2003 y 2006 alentaron los excesos que desembocaron en la crisis. ¿Por qué los mantuvieron tan reducidos? Por un motivo: la ausencia de presiones inflacionistas.

Por eso andan ahora tan inquietos. Porque asumen que una mala lectura de los niveles actuales de inflación expondrán al mundo a nuevas turbulencias. Y los acontecimientos de la última década fundamentan ese temor.

El propio Linde menciona algunas de las explicaciones que se están dando para explicar el fenómeno actual, como "el superciclo de la deuda" o el "estancamiento secular", pero insta a ir más allá. Sobre todo, porque la baja inflación actual convive con una política monetaria marcadamente expansiva. En la Eurozona, de hecho, los tipos de interés oficiales están en el 0%, los de la facilidad de depósito se encuentran en en -0,40% y el BCE bombea todavía cada mes 60.000 millones de euros mediante la compra de deuda en el mercado. Y claro, si la inflación no remonta, el carácter coyuntural de estas políticas se volverá estructural, porque permanecerán más tiempo del previsto, y eso obligará a los bancos centrales a afinar su diagnóstico, puesto que demasiada 'alegría' monetaria durante demasiado tiempo siembra la economía y las finanzas de incentivos perversos.

"Si las tasas naturales [de inflación] a niveles bajos o incluso negativos están aquí para quedarse, los banqueros centrales tendremos que repensar nuestra caja de herramientas estándar y decidir qué medidas de las aplicadas durante la última década deberían mantenerse", avisa Linde.

Además, Linde ha puesto otros dos 'deberes'. El primero, "mejorar la comprensión de los vínculos entre la política monetaria, la política macroprudencial y la estabilidad financiera". Y el segundo, "contar con una mejor comprensión de cómo la política monetaria y otras políticas macroeconómicas se transmiten" a la economía. Es lo que tiene la crisis. Que lo ha removido todo. Hasta lo que se pensaba que se sabía.

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