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La presidenta del Banco Central Europeo, Christine LagardeBoris Roessler/dpa

Goldman Sachs espera que la zona euro crezca a un ritmo del 1,1% en 2020, muy por debajo de la previsión de crecimiento del 2,5% que maneja para Estados Unidos durante el próximo año. La previsión del banco estadounidense es que el BCE mantenga sin cambios los tipos de interés en la eurozona para sostener e impulsar el crecimiento.

En este escenario, su economista jefe, Jan Hatzius, apoya la tesis de Christine Lagarde, nueva presidenta del BCE, que ha pedido a los países en mejor situación económica (Holanda pero sobre todo Alemania) que apliquen estímulos fiscales para impulsar su crecimiento y, por extensión, el del conjunto de la Unión Europea.

“En Europa, estoy de acuerdo en que el caso de una política fiscal expansiva por razones cíclicas es bastante claro”, afirma Hatzius. “Esto es especialmente cierto para Alemania, que tiene un gran superávit fiscal en un momento en que las tasas de interés son profundamente negativas, el crecimiento del PIB es apenas positivo, la inflación está muy por debajo del objetivo y es probable que el estímulo monetario, aunque no esté completamente agotado, sea relativamente limitado”, añade.

Hatzius considera que los estímulos fiscales en Japón y EEUU no tendrían el mismo impacto positivo que en Alemania y la eurozona. En estos casos, las rebajas de impuestos sólo tendrían sentido si se produjera una recesión, como los estímulos que aplicó la Administración Obama en 2009. Además, el margen fiscal de EEUU es muy limitado tras la rebaja de impuestos que aprobó Donald Trump a principios de su mandato, y cuyos efectos positivos ya se han evaporado.

Hatzius añade que “este es especialmente el caso dado que las herramientas monetarias probablemente sean extremadamente insuficientes para hacer frente a un shock negativo significativo para la economía en Europa y Japón, y tal vez incluso en EEUU”.

EFECTO MULTIPLICADOR DE LOS ESTÍMULOS

Volviendo a la zona euro, el economista jefe de Goldman remarca que “el estímulo fiscal podría proporcionar un poderoso impulso” porque “los multiplicadores fiscales serían relativamente grandes” al no haber “una compensación de la política monetaria”.

Según Hatzius, si el estímulo fiscal empujara el crecimiento de la zona euro a un ritmo sostenido por encima de la tendencia del 1,5-2%, “el BCE probablemente no endurecería su política”, lo que reforzaría el impacto positivo de ese estímulo fiscal.

Para este experto, las medidas de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo no han impulsado la inflación hasta el objetivo del 2%, pero sin ellas el crecimiento de la zona euro y las expectativas de inflación serían “mucho peores”.

La preocupación hoy es que el mayor ritmo de crecimiento alcanzado a fines de 2017 y principios de 2018 se ha ralentizado mucho. “Si bien el estímulo monetario ha respaldado la recuperación, ahora es claramente menos efectivo que antes” reconoce Hatzius. Por lo tanto, “complementarlo con la política fiscal tiene mucho sentido”.

En su opinión, los responsables de la política fiscal en Europa deberían haber tomado más medidas en los últimos años. “El letargo posterior a la crisis ha sido bastante costoso. No tengo muchas dudas de que Europa estaría en una mejor posición si la política fiscal hubiera sido mejor en el período posterior a la crisis”, afirma.

La previsión de Goldman es que los estímulos fiscales impulsen el PIB de la zona euro un 0,3% en 2020, algo insuficiente en el escenario actual. En relación a la preocupación sobre un aumento de los déficits públicos en Europa, Hatzius señala que “no creo que Europa en su conjunto esté demasiado endeudada o que incluso una expansión fiscal considerable aumentaría materialmente su vulnerabilidad a una crisis”.

En su opinión, “los déficits del sector privado a menudo son más peligrosos que los déficits del sector público” porque “el sector privado puede perder el acceso a los mercados de crédito". Y si eso sucede en una recesión, especialmente si el punto de partida es un déficit sustancial del sector privado, puede ser muy peligroso. Por ello, concluye que “el riesgo de que los déficits excesivos del sector público causen una crisis es mucho menor de lo que muchos economistas históricamente han temido”.

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