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El economista Robert Skidelsky en el Cercle d\'Economia

Las economías europeas y estadounidense aún mantienen la respiración asistida de sus bancos centrales que las ha sacado de crisis financiera y económica de los últimos 10 años. Y se enfrentan, ahora, no sólo a la normalización monetaria, sino a la salida de la UCI mediante al adelgazamiento de los balances de la Reserva Federal de EEUU (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE), que entre los dos llegaron a acumular más de 8,5 billones en activos. Un escenario en el que, según el prestigioso economista Robert Skidelsky, se desarrollará la siguiente crisis.

“Lo cierto es que estamos comprando tiempo”, ha lamentado el profesor emérito de la Universidad de Warwick. “Los bancos centrales deben incrementar los tipos y empezar a hacer operaciones bancarias pero no pueden apresurarse porque el sistema aún es muy frágil”, ha agregado durante la segunda conferencia que organiza el Círculo de Economía de Barcelona sobre el décimo aniversario de la quiebra de Lehman Brothers.

Además, ha asegurado que la Fed no tendrá ninguna prisa en acelerar la reducción de su balance de 4,5 billones de dólares, que inició en octubre de 2017, y el BCE mantendrá el suyo inalterado durante los próximos años porque “no saben exactamente cómo hacerlo”. Se espera que el banco central estadounidense anuncie en su reunión de este miércoles cuándo dará el salto a los 50.000 millones de dólares mensuales en sus desinversiones de activos mensuales, que ascenderán a 30.000 millones a partir del mes de octubre.

Los bancos centrales deben limitarse a apoyar las políticas económicas de los Gobiernos, porque no deben ser los garantes de la marcha de la macroeconomía de un país

“Se creyó que la política monetaria podía revertir los efectos de la contracción fiscal que dejó los años de la crisis financiera y económica más devastadora desde los años 30”, ha recordado el también autor del recientemente publicado ‘Money and Government’. Y ciertamente, el llamado “estímulo cuantitativo alivió en parte la austeridad”. Pero ha instado a las autoridades monetarias a “limitarse a apoyar las políticas económicas de los Gobiernos, porque no deben ser los garantes de la marcha de la macroeconomía de un país”.

Por lo tanto, ha recetado a los Gobiernos mundiales volver a coger la batuta de los estímulos públicos y de las inversiones de su propio capital para fomentar el crecimiento, mediante lo que llama “buenas políticas”. Según ha señalado, los Estados deben llevar a cabo su deber de “velar por la economía”. Por lo tanto, la política fiscal precisa recuperar su función como poderosa herramienta para la gestión de las economías de las naciones.

EL SISTEMA BANCARIO ES LA CLAVE

Entre las lecciones que hemos aprendido de la crisis también ha destaca la “prevención como la mejor cura para los próximos episodios de igual o mayor intensidad que la gran recesión mundial iniciada en 2007 - 2008”. Y “aunque los mercados funcionen bien tienden a quebrar de forma periódica”, por lo que “lo más importante es evitar las catástrofes”.

El también miembro de la Cámara de los Lores británica ha incidido en que “el sistema bancario es clave”, por eso debemos asegurarnos que “los bancos sean lo menos riesgosos posible”. Pero parafraseando al exgobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King, Skidelsky cree que en el apartado de las entidades financieras “no se ha hecho lo suficiente”.

“Se ha legislado, pero las medidas tomadas deben ser reforzadas porque hasta ahora sólo se ha logrado que los bancos sean más resilientes a nuevos shocks”, ha argumentado. De nuevo, ha apelado a los bancos centrales, a quienes ha encargado la misión de “vigilar que no haya un nuevo exceso de crédito”.

Después de la crisis “no se ha pensado en cortar los lazos internacionales de los grandes bancos, que es lo que la originó hace 10 años”, ha expuesto el también miembro de la Academia Británica. “Las entidades no recolocan el capital de manera eficiente en el mundo, sino que lo hacen especulativamente, provocando una crisis tras otra”, ha declarado,

Por último, ha llamado a restaurar una economía donde los ciudadanos puedan sustentarse sin asumir más y más crédito. Para ello, es esencial “contrarrestar las desigualdades, ya que si mucha riqueza se concentra en una s pocas manos, el consumo se vuelve demasiado débil para apoyar el pleno empleo”. Y esta situación ha acabado desembocando en el auge de los movimientos populistas de ultra-derecha en el mundo occidental.

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