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Uno de los argumentos tranquilizadores que repiten los banqueros en estos tiempos de zozobra es que las empresas y las familias parten de mucha mejor situación para aguanta ahora que en la anterior crisis porque tienen mucha menos deuda. Así lo corroboró ayer el Banco de España en su Informe de Estabilidad Financiera. El problema es la deuda pública, porque España tiene 60 puntos porcentuales más que en 2007, por lo que el supervisor pide una fuerte reducción del déficit tras la pandemia.

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En el gráfico superior del citado informe, se aprecia claramente que en el arranque de la crisis financiera de 2008 la deuda pública se encontraba en torno al 35% del PIB (escala derecha); entonces, España llegó a tener superávit (escala izquierda). A partir de ahí, el déficit y la deuda se dispararon por culpa de la gran recesión. Con la recuperación tras la segunda recesión de 2011-2012, el déficit ha ido moderándose pero muy lentamente, lo que no ha permitido que la deuda apenas baje del 100% del PIB. Antes de la llegada del coronavirus, la deuda pública se situaba en el 95,5%, tras aumentar en 16.000 millones el año pasado.

La cosa se agravará aún más este año, puesto que los escenarios del Banco de España para la crisis la sitúan entre el 110% y el 122% del PIB al final de 2020, con el 115% como escenario central. Por eso, el supervisor considera imprescindible que, cuando pase la pandemia, se emprendan medidas decididas para reducirla.

"El deterioro económico ocasionado por la pandemia dará lugar a un aumento persistente de la vulnerabilidad de la posición de las finanzas públicas en nuestro país. La naturaleza previsiblemente transitoria de la perturbación del Covid-19 hace que el deterioro previsto no tenga, en principio, un carácter predominantemente estructural. Para que ello sea así, no obstante, se precisa una respuesta fiscal acotada en el tiempo pero contundente", advierte el Banco de España.

Y añade: "Ahora bien, los elevados niveles de déficit estructural de partida y los aumentos de deuda pública que previsiblemente se alcanzarán, unidos a los retos para las finanzas públicas que se derivan del envejecimiento de la población, ponen de manifiesto la vulnerabilidad de las finanzas públicas españolas ante posibles perturbaciones adicionales en la actividad económica, en los costes de financiación o en el sentimiento de los inversores".

Aunque a corto plazo las compras de deuda del BCE mantendrán la prima de riesgo controlada, el supervisor solicita que "a medio plazo, cuando la situación vuelva a la normalidad, debería implementarse un programa de consolidación fiscal y de reformas estructurales que reduzcan los desequilibrios de la economía y eleven su crecimiento potencial". También echa un capote al Gobierno al pedir que la UE dé una "respuesta contundente" "para favorecer unas condiciones de financiación adecuadas con las que sufragar los cuantiosos costes de la crisis".

LA DEUDA EMPRESARIAL BAJA NO ES UN SEGURO A TODO RIESGO

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Por el contrario, el informe del organismo que gobierna Pablo Hernández de Cos destaca la red de seguridad que supone que empresas y familias tengan ahora mucha menos deuda que en 2007, como se aprecia en el gráfico, aunque advierte de que eso no es un seguro a todo riesgo: "Las empresas españolas afrontan esta perturbación con una posición financiera más favorable que antes de la crisis financiera global, pero existen segmentos vulnerables".

"Las sociedades no financieras españolas han reducido sustancialmente sus niveles de endeudamiento en los últimos años, que se sitúan ahora por debajo de la media europea, y cuentan con colchones de liquidez más elevados. Además, la distribución sectorial de la actividad es más equilibrada que en la situación previa a la anterior crisis. Sin embargo, la magnitud del shock es muy significativa y persisten segmentos del sector corporativo español con una posición vulnerable", explica.

Otro tanto opina de la deuda de las familias: "Las familias españolas afrontan la crisis del coronavirus, que supone un shock adverso significativo sobre sus rentas, desde una posición patrimonial más sólida que la que tenían antes de la crisis financiera de 2008. Así, en la última década, los hogares han realizado un importante esfuerzo de desendeudamiento, con un descenso acumulado de cerca de un 23% desde finales de 2008". Aun así, advierte de que hay un porcentaje de familias donde el servicio de la deuda supone una parte importante de sus ingresos, en especial aquellas que tienen créditos al consumo e hipotecarios.

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