• Desde 2015 la masa salarial aumenta menos que el conjunto de beneficios empresariales
  • La productividad por trabajador a tiempo completo creció un 1% en el tercer trimestre
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Lejos de la actividad política que marca la actualidad, la economía española mantiene los mismos registros para sus ciudadanos. Fuerte generación de riqueza, más puestos de trabajo... y salarios prácticamente congelados a pesar del crecimiento.

El tercer trimestre reitera esta tendencia. El Producto Interior Bruto (PIB) creció un 3,1% en términos reales -descontando la variación de los precios- frente al mismo periodo del año anterior, y un 0,8% respecto al segundo trimestre, según los datos de contabilidad nacional publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

De esta forma, España consolida su ritmo de expansión económica por encima del 3%, después de que entre julio y septiembre alcanzó el nivel de riqueza logrado por la economía antes de la crisis. Esto se traduce en más puestos de trabajo. El empleo de la economía, en términos de puestos de trabajo equivalente a tiempo completo, subió un 0,8% en el trimestre y un 2,9% respecto al mismo periodo del año anterior. Esto es, se crearon 501.000 puestos de trabajo en 12 meses.

Sin embargo, la devaluación interna aún no ha acabado. Así se denominó al periodo en el que la destrucción de empleos y la congelación o bajadas de los salarios aumentó la competitividad exterior de la economía española. Esto, junto al abaratamiento del petróleo y a la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), fue una de las palancas de la recuperación. La prueba de ello es la evolución de las exportaciones de bienes y servicios, que aumentaron un 2,7% en el tercer trimestre, después de superar entre julio y septiembre los 100.000 millones de euros por primera vez.

Este proceso tuvo por lo tanto dos partes. Una fue la evolución del empleo, que cambió de rumbo entre 2014 y 2015 para iniciar una fuerte recuperación que aún continúa, con 19 millones de ocupados en el tercer trimestre por primera vez en ocho años. La otra vía fue la de los salarios, una hemorragia para el bolsillo de los trabajadores que no se ha cerrado.

No en vano, el coste laboral unitario disminuyó un 0,2%. Este indicador recoge el coste salarial de la empresa por cada unidad producida. Por el contrario, el deflactor implícito del PIB -variación de los precios- fue del 1%, lo que muestra cómo los salarios se quedan por debajo tanto de la producción de la economía como de la inflación que ésta genera.

A pesar de ello, este último trimestre no ha sido el peor para los trabajadores asalariados. De hecho, ha sido el segundo desde 2015 en el que hay crecimiento de la remuneración por asalariado a tiempo completo, algo que también sucedió en el primer trimestre de este año. Aunque el aumento ha sido raquítico, con un 0,1% más en términos interanuales. Contrasta con el descenso del 0,2% del segundo trimestre y con la variación en promedio del -1,7% de los últimos siete trimestres.

LA PRODUCTIVIDAD CRECE MÁS QUE LOS SALARIOS

En cualquier caso, los salarios se quedan atrás de cualquier otra variable. La inflación promedia este año ritmos del 2% interanual. El crecimiento del PIB es de más del 3%. Y la productividad, clave para entender la evolución de los salarios en el largo plazo, aumentó un 1,3% en el tercer trimestre si se compara el PIB con la totalidad de personas ocupadas en equivalencia a tiempo completo -dos empleos a tiempo parcial de 20 horas semanales se cuentan como un ocupado-. En este punto se tienen en cuenta tanto trabajadores por cuenta ajena como autónomos. El crecimiento contrasta con la previsión del Gobierno para 2018, año en el que espera un comportamiento plano de la productividad por ocupado.

Los salarios se han convertido en uno de los principales campos de batalla de la política económica. Los sindicatos piden alzas de hasta el 3% teniendo en cuenta los niveles de inflación de este año y el poder adquisitivo perdido durante la crisis. La ministra Fátima Báñez pidió un esfuerzo a los empresarios y la patronal CEOE recogió el guante. Pero la realidad es que los convenios firmados hasta octubre constan de subidas salariales del 1,4%, por debajo de la inflación y del PIB, y cubren únicamente a 6,6 millones de trabajadores.

España todavía tiene margen para que haya una mejoría adicional del empleo antes de que presione al alza los salarios, si se tiene en cuenta la tasa Nairu, que es el nivel de paro a partir del que hay escasez de mano de obra y por ello aumentan los sueldos. Por otro lado, la Curva de Phillips, que correlaciona descensos del desempleo con mayores precios, parece haber roto su relación.

Esta es la preocupación del Banco Central Europeo (BCE), que lleva meses desempolvando los manuales de economía para entender por qué sus estímulos sin precedentes han conseguido la primera meta, incentivar la actividad económica, pero no la derivada que perseguía: impulsar la inflación para acercarla en el medio plazo cerca pero por debajo del 2%.

El propio organismo presidido por Mario Draghi apuntó al margen para que aún aumente el empleo en la mayoría de los países de la Eurozona. Otro punto señalado desde Fráncfort es el resultado de las reformas laborales, lo que supone una contradicción: el banquero italiano siempre ha aplaudido la reforma española como un ejemplo de reforma estructural que dinamiza la economía, aunque ahora es un freno para elevar los salarios.

En tercer lugar, el BCE señaló que hay un crecimiento raquítico de la productividad en los últimos tiempos. Los modelos clásicos y keynesianos de economía tienen visiones diferentes sobre los condicionantes de los salarios en el corto plazo. Otorgan diferentes ponderaciones a la capacidad de negociación de los sindicatos, la introducción de restricciones como el salario mínimo o la intervención del Estado. Pero a largo plazo coinciden en que salario y productividad están conectados.

Sin embargo, en el tercer trimestre no ha sido así. Tampoco en los seis anteriores, en los que la productividad aumentó más que la remuneración por asalariado. Igualmente, desde 2015 la masa salarial -remuneración de los asalariados- crece menos entre los componentes del PIB que el Excedente Bruto de Explotación, que tiene en cuenta principalmente los beneficios empresariales aunque también otras rentas.

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