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El Banco Central Europeo (BCE) ha entrado en la era 'post-QE' y lo ha hecho con la misma maestría comunicativa que ha exhibido para finalizar la primera herramienta no convencional de política monetaria que puso en marcha hace cuatro años: ofreciendo cuantos menos detalles, mejor para causar escaso impacto en el mercado. Así, ha explicado que se llevarán a cabo las reinversiones de su ingente cartera de bonos, pero no ha concretado por cuánto tiempo.

De hecho, durante la rueda de prensa de Mario Draghi, que ha acompañado a la decisión de tipos de interés -sin cambios, como estaba previsto- y a la histórica reunión monetaria en la que ha puesto fin a los estímulos de 2.600 billones de euros desde 2014, el presidente del BCE ha 'reñido' a los periodistas. A las preguntas de por cuánto tiempo se iban a prolongar las reinversiones, ha zanjado la cuestión diciendo que "si el banco central hubiera querido estipular un período, lo hubiera hecho".

Menos parco ha sido en la distribución geográfica. "Las reinversiones se harán en la jurisdicción en la que se realizan los reembolsos principales, pero la asignación de carteras en todas las jurisdicciones seguirá ajustándose para que la cartera de bonos se alinee con la clave de capital del BCE", ha dicho el banquero central.

Así, se ha ceñido una y otra vez al comunicado de política monetaria. Ha hecho hincapié en que el supervisor "está mejorando su orientación a futuro para los mercados sobre la reinversión". En consecuencia, "tiene la intención de continuar reinvirtiendo, en su totalidad, el principal de los valores adquiridos en el marco de este programa que vayan venciendo durante un período prolongado posterior a la fecha en que comience a elevar las tasas de interés clave del BCE, y en todo caso durante todo el tiempo necesario para mantener condiciones favorables de liquidez y un amplio grado de acomodación monetaria".

Pero como el diablo está en los detalles, el regulador monetario ha introducido el pequeñísimo cambio de vincular las reinversiones a las subidas de tipos, amagando dicha temporalidad, pero sin declararla. Antes, el mercado esperaba dos o tres años de estas operaciones, pero con esta pequeña modificación se aventura una fecha anterior: 2020. Si es que finalmente empiezan a elevarse las tasas en el momento que el consenso apunta: otoño de 2019.

Por lo demás, sin novedades en materia de tipos de interés. La entidad ha dicho, en un comunicado que "espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales hasta al menos durante el verano del año próximo y en todo caso durante el tiempo necesario para asegurar la continuación de la convergencia sostenida de la inflación hacia niveles inferiores, aunque próximos, al 2 % a medio plazo".

El desarrollo de los acontecimientos en la última reunión de tipos de interés del año, según los expertos de TD Securities, deja al euro encarrilado para un "tranquilo final de 2018 a no ser que surjan catalizadores inesperados". La moneda cotiza en el rango delimitado entre los 1,1350 y los 1,1400 dólares.

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