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Banco de España

El Banco de España constata la elevada efectividad de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a la hora de facilitar la vuelta al trabajo. Aunque eso sí, con matices. No obstante, el organismo aboga por mantenerlos focalizando las ayudas en las empresas que operan en los sectores más afectados hasta que se supere la crisis sanitaria.

En el último Boletín Económico sobre los ERTE en la crisis del Covid-19 en el que el Banco de España analiza la reincorporación al empleo de los trabajadores afectados, se refleja que, aun teniendo en cuenta las diferentes características de los individuos afectados o no por los ERTE, la probabilidad de reincorporación al empleo en el tercer trimestre, tras pasar por un ERTE en el segundo trimestre, fue 30 puntos porcentuales mayor que la de acceder a un empleo desde una situación previa de desempleo o inactividad.

Y esta diferencia se mantuvo en valores positivos y levemente significativos, aunque se redujo hasta 9 puntos para los ERTE iniciados en el tercer trimestre. En el caso de los ERTE prolongados durante el segundo y el tercer trimestre, la mayor probabilidad de retornar al empleo frente a quienes estuvieron parados o inactivos esos dos trimestres se sitúa en un punto intermedio, concretamente, en 16 puntos.

Si se analizan las diferencias en el impacto de los ERTE por colectivos, el Banco de España destaca que el efecto diferencial positivo de los ERTE iniciados el segundo trimestre es muy elevado para todos los colectivos, siendo la diferencia algo superior para los trabajadores de más edad, con contrato indefinido y con menor nivel de formación. Por ramas, la probabilidad diferencial de volver al empleo efectivo un trimestre más tarde es mayor en el caso de los trabajadores en ERTE en la industria, lo que resulta coherente con el carácter más transitorio del impacto de las restricciones sobre esta rama.

En cuanto a la efectividad de los ERTE para aquellos que se iniciaron en el tercer trimestre, el análisis del organismo observa que los efectos positivos dejan de ser generalizados y se concentran en determinados colectivos. En particular, los ERTE iniciados en el tercer trimestre resultaron efectivos para aumentar la probabilidad de volver al empleo únicamente para los hombres, los mayores de 45 años, aquellos con un contrato indefinido, con estudios secundarios y cuya rama de actividad son los transportes y comunicaciones.

Finalmente, para los ERTE que se dilataron dos trimestres, los efectos positivos son de una cuantía intermedia, manteniendo los trabajadores en ERTE una mayor probabilidad de retornar al empleo en casi todos los grupos. Por ramas de actividad, destaca lo observado en el sector de hostelería y comercio, que representa el 57% de los ERTE de la muestra, y en el que el efecto es muy reducido y apenas significativo, lo que reflejaría las dificultades para retornar al empleo en esta rama dada la mayor duración de las restricciones a su actividad. De modo análogo, el efecto diferencial no es significativo en otras ramas de los servicios muy afectadas por las medidas de contención (como los transportes y comunicaciones y los otros servicios).

En conjunto, los resultados obtenidos muestran una elevada efectividad de los ERTE a la hora de facilitar la vuelta al empleo tras las medidas de confinamiento y limitaciones a la actividad de muchos sectores en el segundo trimestre del año. Ante esta perturbación exógena y de naturaleza temporal, los ERTE ofrecieron un mecanismo efectivo de ajuste de los costes laborales de las empresas, que habría acabado favoreciendo la vuelta al empleo tras el progresivo levantamiento de las restricciones a lo largo del proceso de desescalada.

Ahora bien, el Banco de España señala que los resultados que se obtienen para los ERTE iniciados en el tercer trimestre o para aquellos con una duración más elevada son menos concluyentes en relación con sus implicaciones de política económica. El grado de persistencia de la perturbación se ha acrecentado con respecto a las expectativas al inicio de la crisis sanitaria. Por tanto, parece plausible pensar que la ausencia de efectos diferenciales en términos de la incorporación al empleo efectivo de los trabajadores en ERTE en el tercer trimestre frente a los que estaban desempleados o inactivos sea, fundamentalmente, el reflejo de la prolongación de las restricciones asociadas a la pandemia.

Desde un punto de vista de política económica, creen que esto aconsejaría focalizar el mantenimiento de las ayudas en las empresas que operan en los sectores más afectados hasta que se supere la crisis sanitaria. Esta protección podría vincularse de forma más directa a la realización de actividades formativas de los trabajadores afectados, que, hasta el momento, ha sido relativamente reducida.

FLUJOS LABORALES

Los datos obtenidos por el Banco de España recogen que el retorno al empleo efectivo en el tercer trimestre de los trabajadores que entraron en un ERTE en el segundo fue muy elevado y refleja el proceso de desescalada, que permitió recuperar la actividad de muchas empresas y sectores. En concreto, casi el 70% de los trabajadores que entraron en un ERTE en el segundo trimestre de 2020 retornaron al empleo efectivo en el tercero. En cuanto al resto, cerca del 20% del total seguían afectados por un ERTE y algo menos del 10% pasaron a una situación de no empleo.

La reincorporación al empleo fue muy superior a la observada entre los trabajadores que perdieron su empleo en el segundo trimestre sin estar cubiertos por un ERTE, lo que reflejaría su buen funcionamiento como mecanismo de ajuste temporal de los costes laborales de las empresas. En concreto, entre los trabajadores que perdieron su empleo en el segundo trimestre sin entrar en un ERTE, algo menos del 40% habían vuelto a una situación de ocupación un trimestre más tarde, lo que supone una diferencia de más de 30 puntos porcentuales respecto a lo observado entre los trabajadores acogidos a un ERTE.

En cuanto a los flujos observados en el cuarto trimestre del año, se observa que la probabilidad de los afectados por un ERTE en el tercer trimestre de volver al empleo efectivo disminuyó de manera muy apreciable, hasta el 32%. Este descenso reflejaría el freno al proceso de recuperación del mercado de trabajo observado en la parte final del año, asociado al repunte de la pandemia y a las nuevas restricciones aprobadas.

Además, esa probabilidad observada de que un afectado por ERTE volviera al empleo un trimestre después fue algo menor que la probabilidad de que lo hiciera alguien que había perdido su puesto de trabajo. Esta evolución podría estar reflejando la persistencia de niveles de actividad muy bajos en algunas ramas, como consecuencia de las sucesivas olas de la pandemia.

Un resultado similar se observa cuando se analiza la situación laboral en el último trimestre del año del colectivo que permaneció en un ERTE durante el segundo y el tercer trimestre, en comparación con quienes estuvieron a lo largo de ese mismo período en situación de no empleo. De nuevo, la probabilidad de retornar al empleo efectivo fue relativamente reducida, situándose en este caso solo ligeramente por encima de la observada entre quienes no estuvieron acogidos a ERTE en esos dos trimestres.

INCIDENCIA

Por otro lado, teniendo en cuenta la incidencia de este mecanismo de protección, en el primer trimestre del año ya casi el 4% de los asalariados se vieron afectados por un ERTE. Este porcentaje se elevó hasta el 21,9% en el segundo trimestre, lo que representa cerca de tres millones de asalariados en el promedio de ese período. El proceso de desescalada desarrollado a partir de mayo permitió reducir esta incidencia hasta el 5,3% en el tercer trimestre. Posteriormente, este porcentaje se mantuvo bastante estable, hasta acabar el año en el 4,7%.

Por tipología de ERTE, casi el 80% del total de los trabajadores acogidos a uno de ellos en el segundo trimestre de 2020 estuvo incluido en un ERTE de suspensión de empleo, mientras que el resto vio disminuida su jornada laboral. Aunque los ERTE de suspensión siguieron siendo mayoritarios en la segunda mitad del año, el porcentaje de trabajadores afectados por reducción de jornada fue incrementándose, hasta situarse en el 38% en el último trimestre de 2020.

Por ramas, los ERTE se han extendido a todas ellas, aunque destaca la elevada prevalencia en la hostelería, actividad muy directamente afectada por las restricciones introducidas tras la pandemia. Esta comparación pone de manifiesto, de nuevo, cómo la naturaleza peculiar de la crisis del Covid-19 ha afectado a la utilización de los ERTE como mecanismo de ajuste temporal del empleo.

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