• España ha vivido en 2017 la primavera más cálida de la que se tiene constancia
  • El Gobierno se ha visto obligado a aprobar un plan de medidas urgentes en las cuencas hidrográficas del Duero, el Júcar o el Segura

El clima golpea a España. Escasez de lluvias, tempranas olas de calor, incendios forestales en los primeros meses del año y los embalses en mínimos históricos. Mes a mes España se sume en la sequía y en sus consecuencias. Un hecho que ha obligado al Gobierno a aprobar un Real Decreto-Ley en el que se adoptan medidas urgentes para paliar los efectos en las cuencas hidrográficas más afectadas, como la del río Duero.

Según la última medición del 27 de junio, los embalses se encuentran al 53,47% de su capacidad, un 1,34% menos que la semana anterior y muy lejos del 71.72% marcado en el mismo periodo de 2016 o de la media semanal de los últimos diez años (70,48%).

Los embalses se encuentran casi un 20% por debajo de la media tras la primavera más cálida de la que se tiene constancia

Además, en el último informe de situación de la sequía hidrológica publicado por el Ministerio de Agricultura ya se alertaba de la situación: las precipitaciones han estado por debajo de los valores medios y algunas de las demarcaciones hidrográficas como la del Miño-Sil, Duero, Tajo o Segura ya se encuentran en situación de emergencia. Ana Casals, portavoz de Aemet, también incide en que hay regiones con un déficit de precipitaciones muy importante como Castilla-León, tras una primavera muy seca con un 23% de lluvias menos de lo habitual.

Y las temperaturas no ayudan. España ha vivido en 2017 la primavera más cálida de la que se tiene constancia. Así, entre el 1 de marzo y el 31 de mayo, la temperatura media fue de 15,4 grados, 1,7 por encima de la media, según Aemet, y 0,06 grados superior al valor más alto alcanzado en la primavera de 2011. Las previsiones no son muy alentadoras, ya que se espera que el verano sea más caluroso de lo normal en toda España con precipitaciones escasas.

Ante esta situación, Carolina Caravaca, docente en Gestión de Recursos Naturales en IUSC, asegura que “no cabe duda de que el clima es distinto de lo esperado, con una primavera más cálida y seca de los normal”. Y destaca: “Especialmente graves son los efectos en la zona cantábrica y las cuencas del Duero y el Tajo, debido a esta escasez de lluvias”.

EL GOBIERNO, OBLIGADO A TOMAR MEDIDAS

Este contexto ha obligado al Gobierno a aprobar un Real Decreto-Ley mediante el que se adoptan medidas urgentes para paliar los efectos producidos por la sequía en las cuencas más afectadas, como son la del Duero, el Júcar y el Segura. Entre estas medidas hay exenciones al pago de regulación y cuota por la utilización del agua, moratorias de un año sin interés en el pago de cotizaciones a la Seguridad Social para los titulares de explotaciones agrarias, etc.

Este jueves el Consejo de Ministros declaró la situación de sequía prolongada en la demarcación hidrográfica del Duero

Por si fuera poco, este jueves el Consejo de Ministros declaró la situación de sequía prolongada en la demarcación hidrográfica del Duero. La situación de las reservas de agua en la cuenca del Duero determina que no se puedan cubrir adecuadamente las demandas con las reservas existentes, por lo que dota a la administración hidráulica de los instrumentos normativos que le permitan proceder a la ordenación y protección de los recursos hídricos de la forma más conveniente para el interés general.

LA AGRICULTURA, ENTRE LOS PRINCIPALES PERJUDICADOS

Aunque el Ministerio de Agricultura no ha entrado a valorar los efectos, Ana Casals incide en que la sequía “afecta a muchísimos sectores, como a los cultivos de secano y regadío, al consumo particular, a la industria o a la producción de electricidad mediante saltos hidráulicos, entre otros”.

Precisamente, desde COAG, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, aseguran que “será la agricultura quien perciba los efectos de la sequía de manera más directa por la especial vulnerabilidad a sus consecuencias”. Por ejemplo, el Gobierno de Aragón ha estimado en 40 millones las pérdidas en el campo por la sequía.

COAG señala que en el cultivo de secano, las primeras estimaciones apuntan a una reducción del 50% en la producción de cereales respecto a la del año pasado por los efectos de la sequía y las heladas. En el caso de Castilla León, principal región productora, las pérdidas de los agricultores ascenderían a 1.300 millones de euros.

Por su parte, el viñedo y el olivar también serán otros de los grandes perjudicados. De acuerdo a los datos de COAG, el viñedo camina hacia una de sus vendimias más inciertas en gran parte de España, tras sufrir una concatenación de adversidades climáticas como heladas y pedriscos, a las que se suman ahora temperaturas tórridas y calor. El olivar también sufrirá con la sequía, ya que se advierte un desprendimiento del fruto que cae al suelo al no poder continuar su desarrollo por falta de agua. En Castilla la Mancha, la comunidad más afectada, las primeras estimaciones apuntan que la próxima campaña tendrá un 10% menos de producción que la actual, que se saldó con 114.000 toneladas de aceite.

El Gobierno de Aragón ha estimado en 40 millones las pérdidas en el campo por la sequía

La Coordinadora de agricultores y ganaderos alerta de que la escasez de agua, asociada al cambio climático, limitará cada vez más las producciones y los cultivos. Además, explican que los sistemas de regadío también se verán afectados por la disminución del agua contenida en las principales cuencas hidrográficas, así como por una mayor salinidad y más riesgo de presencia de nitratos.

MÁS RIESGO DE INCENDIOS

Por su parte, Carolina Caravaca, sostiene que el impacto de la sequía también se deja ver en la gestión forestal. “El estado de sequedad de la vegetación es el combustible perfecto para los incendios”, detalla. y añade que “se han creado y extendido las plantaciones de especies forestales de crecimiento rápido como el eucalipto que son muy inflamables en caso de incendio”. Caravaca alerta de que si se cumple la regla del 30, “temperaturas superiores a 30ºC, vientos de mayor velocidad que 30 kilómetros por hora y humedad relativa inferior al 30”, se generará un incendio de alta intensidad, máximo peligro y mínima posibilidad de control.

Los expertos apuntan ya a los efectos del cambio climático, “se aprecia un descenso de precipitaciones desde los años 70, además de que está cambiando el modo de llover: hay más fenómenos adversos, más inundaciones, llueve peor”, asegura desde Aemet, Ana Casals. Por ello, hacen un llamamiento a que los Gobiernos se comprometan con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y los particulares hagan un uso eficiente del agua “porque deberíamos irnos adaptando a escenarios donde las provisiones serán cada vez menores”, concluye Casals.

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