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María José López - Europa Press

Las restricciones gubernamentales decretadas para las actividades económicas no esenciales impactaron inevitablemente en la actividad y en la demanda del sector servicios español, que sufre en abril una caída sin precedentes.

Se registraron caídas récord de la actividad comercial y de los nuevos pedidos en el sector servicios, mientras que la fuerte reducción de las cargas de trabajo y un mayor pesimismo sobre el futuro conllevaron a una generalizada destrucción de empleo, según el índice PMI elaborado por la consultora Markit, desde donde apuntan que "la magnitud de la caída de muchos indicadores de la encuesta pone de manifiesto el impacto que la pandemia está teniendo en la economía de España".

Así, el Índice de Actividad Comercial señaló un nuevo declive en el cuarto mes del año, situándose aún más por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50, tras haber registrado su mínimo récord en el mes anterior. El índice bajó desde el nivel 23 registrado en marzo hasta tan solo 7,1 en abril, indicando una contracción sin precedentes, considerable y generalizada de la actividad del sector servicios.

La disminución de la actividad señalada por el índice principal estuvo acompañada por una contracción de tamaño similar de los nuevos pedidos recibidos. A raíz del cierre de muchas empresas y las de sus clientes debido al confinamiento, y de las restricciones de viaje a las que se enfrentaron los consumidores, la demanda de servicios fue inevitablemente mucho menor. Los nuevos pedidos en total no solo se contrajeron al ritmo más fuerte de la historia del estudio, sino que los nuevos pedidos procedentes del extranjero también cayeron a un ritmo récord de la serie.

El subsector de Hoteles y Restaurantes y el de Transportes y Almacenamientos fueron de nuevo intensamente afectados

Todos los subsectores cubiertos por el estudio registraron caídas importantes de la actividad comercial en comparación con marzo. Sin embargo, cabe destacar que especialmente el subsector de Hoteles y Restaurantes y el de Transportes y Almacenamientos fueron de nuevo intensamente afectados, y sufrieron las contracciones más pronunciadas de todas las categorías en abril.

Las empresas se mostraron profundamente preocupadas no solo por las condiciones actuales, sino también por las perspectivas. El pesimismo sobre el futuro se desplomó a un nuevo mínimo, y más de dos tercios de las empresas encuestadas indicaron expectativas negativas para la actividad a lo largo de los próximos doce meses. La preocupación sobre el impacto a largo plazo de la pandemia en la demanda, la actividad y la salud de las empresas y de los consumidores fueron ampliamente mencionadas.

Dichas preocupaciones tuvieron un impacto negativo en el mercado laboral. Aunque algunas empresas informaron de despidos temporales por fuerza mayor (en medio de indicios de que las cargas de trabajo en general se han contraído a un ritmo récord), hubo informes generalizados de despidos definitivos. La caída neta de los niveles de personal fue la más fuerte en más de veinte años de recopilación de datos y superó todo lo que hemos observado durante el pico de la crisis financiera mundial.

Por último, a juzgar por los datos de los precios, están emergiendo considerables presiones deflacionistas en abril. Si bien los costes medios operativos se redujeron por los despidos y, en algunos casos, por los despidos temporales de los trabajadores, también hubo informes de que los precios vinculados a los bienes y servicios relacionados con el petróleo fueron más bajos. Puesto que los precios de los insumos se redujeron a una tasa récord del estudio, las empresas pudieron ofrecer grandes descuentos a sus clientes. Las tarifas disminuyeron en abril a la tasa más fuerte registrada por el estudio hasta la fecha.

SECTOR PRIVADO

Por su parte, las caídas récord de la producción manufacturera y de la actividad del sector servicios aseguraron que el sector privado español en general experimentara una contracción considerable y sin precedentes de la actividad económica durante abril. Después de tener en cuenta los factores estacionales, el Índice Compuesto de Actividad Total se situó en un nuevo mínimo de 9,2, por debajo del nivel 26,7 registrado en marzo.

Se registró la pérdida de empleo más fuerte en más de 20 años

La fuerte contracción del índice fue impulsada por las rápidas reducciones de la demanda y de los nuevos pedidos, ya que las restricciones gubernamentales generalizadas para la actividad económica no esencial, tanto en el país como en el extranjero, afectaron en gran medida al rendimiento de las empresas. Hubo una reducción récord en abril de los nuevos pedidos compuestos y de las cargas de trabajo en general, tal y como lo indican los trabajos por realizar.

La confianza empresarial entre las firmas cayó a su nivel más bajo en la historia de la serie en abril, ya que las empresas se mostraron preocupadas por los impactos a largo plazo de la pandemia del Covid-19 en la actividad económica y en la demanda. Dicha inquietud afectó las decisiones de empleo, y se registró la pérdida de empleo más fuerte en más de 20 años de recolección de datos.

Por último, las presiones deflacionistas se intensificaron en abril. Tanto los precios medios de compra como los precios medios de venta decrecieron al ritmo más intenso de más de once años.

Desde Markit comentan que, "teniendo en cuenta un posible cambio en la relación lineal tradicionalmente fuerte entre el PIB y los datos del PMI, estimamos que la economía se está contrayendo actualmente a una tasa trimestral de alrededor del 7%. Aunque es bastante impactante, esta cifra bien podría ser conservadora, y la profundidad de la desaceleración es indudablemente mayor que todo lo que hemos observado con anterioridad. De hecho, basándonos solo en los datos de marzo y abril, la pandemia ya está cerca de superar el efecto neto en el PIB observado durante la crisis financiera mundial y los años difíciles que le siguieron".

"Esta vez, por supuesto, es algo diferente, ya que la recuperación, en teoría, será mucho más rápida. No obstante, la pérdida de empleo y el gran pesimismo imperante entre las empresas con respecto al futuro conducen a una preocupación notable sobre la posible intensidad de la reactivación", añaden.

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