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La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.BCE - Archivo

Las actas de la última reunión del Banco Central Europeo (BCE), celebrada el 27 de julio, reflejan la preocupación de que la economía pueda entrar en una fase de estanflación e insisten en la dependencia de los datos de cara a las próximas decisiones de política monetaria.

"En vista de las perspectivas de inflación aún elevadas, junto con las perspectivas de crecimiento más débiles, se expresó la preocupación de que la economía pudiera estar entrando en una fase de estanflación, en contraste con un escenario más benigno de aterrizaje suave", recoge el documento.

Los miembros del BCE también evaluaron el nivel y la persistencia de la inflación subyacente como motivo de preocupación, aunque reconocieron que los indicadores de inflación subyacente se habían mantenido en general estables en los últimos meses.

"En general, a pesar de las recientes mejoras, se podría esperar que la inflación subyacente se mantuviera alta durante un período prolongado, incluso si el crecimiento se estuviera desacelerando, a menos que se tomaran nuevas medidas", explican desde el organismo.

En cuanto a la evaluación de la transmisión de la política monetaria, se observó que estaba afectando fuertemente a sectores que dependían en gran medida de la financiación, como la vivienda, la construcción, la industria del automóvil y los bienes de capital.

"Sin embargo, se consideró difícil determinar en qué medida la desaceleración del crecimiento se debía al endurecimiento de la política monetaria o a los efectos residuales de shocks de oferta pasados. (…) Además, se señaló que, si parte de la debilidad económica todavía estuviera impulsada por shocks de oferta y no por demanda, el impacto de la desaceleración del crecimiento sobre la inflación sería menos pronunciado", se indica en el texto.

Por ello, dada la incertidumbre y ante los grandes costes de reducir la inflación una vez que se había arraigado, en el seno del organismo se argumentó que era preferible endurecer aún más la política monetaria que no ajustarla lo suficiente.

"Antes de decidir detener el ciclo de ajuste, el Consejo de Gobierno necesitaba señales más claras de si la inflación convergiese a su objetivo una vez que los efectos de los shocks recientes se hubieran desvanecido", señalan las actas.

En este sentido, se decidió por unanimidad subir los tipos de interés en 25 puntos básicos, aunque inicialmente, uno de los miembros también expresó su preferencia por no aumentar las tasas en vista de los riesgos de una transmisión más fuerte de lo previsto.

"A la luz de las perspectivas de inflación, que básicamente se mantuvieron sin cambios desde la reunión de política monetaria de junio, se consideró necesario un paso adicional de los tipos de interés hacia territorio restrictivo para que la inflación volviera a alcanzar su objetivo de manera oportuna", añade.

"REUNIÓN POR REUNIÓN"

Las actas del BCE ponen de manifiesto que "prevaleció un amplio acuerdo en que, antes de su reunión de septiembre, el Consejo de Gobierno no debería insinuar nuevos aumentos de tipos ni dar señales de que haría una pausa en el aumento de los tipos o de que había alcanzado el tipo máximo. Cualquier mayor endurecimiento debía evaluarse reunión por reunión".

De esta manera, el organismo deja la puerta abierta a cualquier decisión de cara a su próximo conclave monetario, que tendrá lugar el próximo 14 de septiembre al señalar, por un lado, que los tipos de interés tenían más terreno que cubrir para que la inflación volviera al objetivo, en particular si la inflación no disminuía tan rápido como se esperaba.

"Sería necesaria una nueva subida de tipos en septiembre si no hubiera pruebas convincentes de que el efecto del ajuste acumulativo fuera lo suficientemente fuerte como para reducir la inflación subyacente de manera coherente con un retorno oportuno de la inflación general al objetivo del 2%", afirma el documento.

Aunque por otro, se indica que es bastante probable que las proyecciones del personal técnico del BCE de septiembre revisaran la trayectoria de inflación lo suficientemente a la baja, hasta el 2%, "sin necesidad de otra subida de tipos de interés en septiembre".

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