• Sectores del PDC le reclaman que no se deje llevar por la CUP
  • Puigdemont confirmará si incluirá el referéndum en la hoja de ruta soberanista como guiño indiscutible a la CUP
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Cuando se celebra un año de la victoria de Junts pel Sí en las elecciones autonómicas catalanas, que internamente se leyeron en clave de plebiscito sobre la independencia de Cataluña, el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, se enfrenta a la cuestión de confianza propuesta ante el Parlament de Catalunya. Con 72 votos a favor asegurados, el líder del Govern catalán superará la prueba con holgura, pero haciendo concesiones a la CUP, algo que desde diversos sectores de su partido no ven con buenos ojos.

El matrimonio entre los anticapitalistas y la coalición formada por ERC y el PDC (antigua Convergència), ha sido turbulento desde el día después de que Junts pel Sí obtuviera 62 escaños en la cámara catalana: inmediatamente se hizo evidente que necesitaba los 10 diputados de la CUP para gobernar. Las negociaciones para la investidura de Artur Mas se dilataron hasta pasadas las navidades y, ya en 2016, el ex president catalán se apartó de la primera línea para designar a Carles Puigdemont como el candidato. La investidura se materializó no sin sacrificios, ya que dejó cadáveres políticos entre la formación de la izquierda radical por el camino, entre ellos el que había sido número uno de las listas a la Generalitat, Antonio Baños. Y el proceso independentista quedó seriamente tocado tras la desunión mostrada en las filas soberanistas.

Puigdemont confirmará si incluirá el referéndum en la hoja de ruta soberanista como guiño indiscutible a la CUP

Conscientes de ello, tanto Junts pel Sí como la CUP, decidieron que las aguas debían volver a su cauce y se debía trabajarla hoja de ruta, ahora en manos de Puigdemont. A saber: desplegar las estructuras de Estado, poner en marcha la ley de transitoriedad jurídica en Cataluña para iniciar la desconexión de Madrid y convocar unas nuevas elecciones constituyentes. De momento, se han quemado ya 12 meses de los 18 deseados por el líder de ERC, Oriol Junqueras, para alcanzar la independencia y, si bien, se está trabajando en la Hacieda propia o en la Seguridad Social catalana, Puigdemont se ha desviado de esta hoja de ruta inicial, presionado en parte por la CUP. Así, podría anunciar la celebración de un referéndum vinculante sobre la independencia entre los meses de junio y septiembre próximos, algo que no estaba previsto hace pocos meses.

Y es que el Ejecutivo de Puigdemont -y su continuidad- se halla a merced de que la formación antisistema mantenga el pacto de gobierno. La misma moción de confianza obedece a las desavenencias en materia de presupuestos que se exhibieron antes del verano y que mandaron al traste la sensación de entendimiento que se había tratado de mantener desde enero. De hecho, una de las grandes incógnitas que planean sobre qué ofrecerá Puigdemont a sus socios para volver a contar con su confianza -y con sus votos- es si dará detalles sobre los nuevos pasos a seguir en el proceso soberanista y de si incluirá este referéndum como guiño indiscutible a la CUP.

REFERÉNDUM VINCULANTE

En las últimas semanas ha ido quedando claro que la celebración de un referéndum es la única opción para asegurar la estabilidad en la Generalitat y esquivar la amenaza de unas nuevas elecciones en Cataluña. Recientes informaciones aparecidas en La Vanguardia apuntaban a que el Institut d’Estudis de l’Autogovern, el organismo que trabaja para articular el nuevo Estado catalán, había asumido la tarea de elaborar un informe sobre el referéndum vinculante que debía estar sobre la mesa del president antes de someterse a la cuestión de confianza.

Desde el PDC insisten en que sería "un fracaso" emular la jornada de participación "con menos votantes"

Las cuestiones que debía dirimir el organismo dirigido por Carles Viver Pi-Sunyer eran, entre otras, dar validez internacional a esta opción, que había quedado desechada. De hecho, los recelos hacia esta votación han dominado el debate interno en en Partit Demócrata Català, que no quería volver a repetir un 9-N. Pero Puigdemont se ha sabido rodear de un corpus técnico que habría permitido al president (y, de forma más discreta, a Oriol Junqueras, otro valedor del referéndum en el Govern) vencer algunos de los impedimentos que Atur Mas, Francesc Homs y otros dirigentes del PDC ponían ante el referéndum. De hecho, tal como recoge Nació Digital, las críticas en los últimos días han ido bajando de intensidad, y se han centrado en reclamar que efectivamente sea viable y que su resultado se pudiera aplicar. En privado, sin embargo, el medio explica que altos dirigentes del PDC insisten en que sería "un fracaso" emular la jornada de participación "con menos votantes". "Es imposible de repetir", recalcan.

Quien sí ha estallado en público, a pocas horas de que Puigdemont se presente ante el Parlament, ha sido en conseller de Cultura Santi Vila. En declaraciones a Rac1 y después de lanzar unos tuits muy polémicos en los que loaba el centrismo de los ganadores de las elecciones en el País Vasco y Galicia, Vila ha señalado los riesgos de poner el proceso en manos de la CUP. Este comentario se elaboraba más en Twitter, donde ha afirmado que "el éxito del procés dependerá de si lo lideramos liberales progresistas o revolucionarios", en clara referencia a los anticapitalistas.

En cualquier caso, lo que ha quedado claro es que, para el president de la Generalitat, el referéndum debe ser “vinculante e inclusivo” y se espera que establezca las condiciones y cláusulas concretas de esta votación.

LA AGENDA POLÍTICA QUE ESPERA EN CATALUÑA

Otro aspecto en el que hay consenso es que los cuperos pedirán concreción a Puigdemont y aunque se han esforzado en desvincular su apoyo en la moción de confianza del debate sobre los presupuestos que debe fraguarse en octubre, para ERC y PDC son dos cuestiones inseparables. De hecho, desde Junts pel Sí están convencidos que un “sí” sin fisuras de la CUP a Puigdemont será la señal de que la formación anticapitalista encarará el debate sobre los presupuestos con espíritu de llegar a un acuerdo.

En cualquier caso, Cataluña vuelve a vivir un otoño de alto voltaje político. La cuestión de confianza que se celebrará el 28 y 29 de septiembre inaugura un mes de intensa actividad parlamentaria. La primera semana de octubre, la cita será el debate sobre política general de la cámara catalana y, antes de finales de octubre, los diputados deben votar los presupuestos para 2016 y 2017. Los 10 diputados de la CUP volverán a ser pivotales en todas estas cuestiones y no se descarta que den alguna sorpresa de última hora.

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