• La estructura del equipo económico mantiene sus cuadernas fundamentales
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La previsibilidad de Rajoy no se ha visto confirmada del todo esta vez en la designación de un nuevo gobierno, ya que el continuismo que se consideraba lógico e inevitable se ha teñido en esta ocasión de tintes creativos que –hay que reconocerlo- mejoran el producto final.

Lo más relevante del nuevo equipo es lo que prosigue como hasta ahora, con algún cambio cosmético: la vicepresidencia y el equipo económico. En el segundo nivel de gabinete, con funciones de coordinación sobre todo él, se mantiene Soraya Sáenz de Santamaría al frente de una entidad denominada Vicepresidencia, Ministerio de la Presidencia y para las Administraciones Públicas. Con la particularidad de que la número dos ya no ostenta la portavocía, que parece prudente transferir después de cinco años de ejercicio. Será el afable Íñigo Méndez de Vigo, con profesión y talante diplomáticos, quien tome este testigo.

La marcha de Fernández Díaz debe haber sido una condición sine qua non de Ciudadanos, que no hubiera tolerado su continuidad

Por otra parte, la estructura del equipo económico mantiene sus cuadernas fundamentales: Luis de Guindos seguirá siendo ministro de Economía y Competitividad, pero acumulará también Industria, y Cristóbal Montoro continuará al frente de Hacienda, aunque perderá Administraciones Públicas y adquirirá la Función Pública. En esta área, Fátima Báñez mantiene Empleo –su capacidad de interlocución con los agentes sociales lo presagiaba- y García Tejerina conserva su complejo Departamento de Agricultura. Las novedades en ese sector son dos, y relevantes: Álvaro Nadal (ICADE) estrena un nuevo Ministerio de Enegía, Turismo y Agenda Digital, y el ingeniero de Caminos y alcalde de Santander –ciudad a la que ha convertido en una gran Smart City- Íñigo de la Serna es el nuevo ministro de Fomento.

Rajoy ha incorporado también caras nuevas e inesperadas, contra pronóstico: Alfonso Dastis, diplomático de prestigio, al frente durante años de la delegación española en la UE, es el nuevo ministro de Exteriores; el exalcalde de Sevilla José Ignacio Zoido, el de Interior, y la diputada catalana, experta en Derecho Urbanístico, Dolors Montserrat, la nueva ministra de Sanidad.

La única incorporación de los cuadros del Partido Popular al Gobierno es la de la secretaria general, Dolores de Cospedal, que va a Defensa. El nombramiento es importante pero sorprende que Rajoy no haya incorporado a la generación más joven que sin embargo lleva ya el peso del partido. Ninguno de los vicesecretarios ha sido promocionado al Ejecutivo, lo que debe producir cierta desazón en el aparato, ya que se ve que la tarea interna sirve poco para la promoción política personal.

Salen del Gobierno Fernández Díaz, García Margallo y Morenés, los de más edad del anterior gabinete. La marcha del primero de ellos debe haber sido una condición sine qua non de Ciudadanos, que no hubiera tolerado su continuidad.

En general, todas las caras viejas/nuevas del gabinete presentan facciones dialogantes, propicias al entendimiento, favorables al diálogo. Todo ello, sin variar el rumbo económico del país, que ahora deberá gestionarse con más sensibilidad.

En definitiva, dentro del abanico imaginable de posibilidades, este gobierno, no tan previsible, muestra virtudes evidentes y ha despejado determinadas sombras que hubieran perturbado su continuidad. Mañana mismo el consejo de ministros comenzará a designar los segundos niveles y es de suponer que el ejecutivo quemará a partir de ahora todas las etapas posibles para recuperar en lo posible el tiempo perdido.

Antonio Papell

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